Traducción del discurso de Vladimir Putin. Versión original aquí
Un reto adicional para la identidad nacional rusa está conectado con los procesos que observamos fuera de Rusia. Incluyen aspectos morales, de política exterior y otros. Vemos que muchos estados euro-atlánticos han tomado el camino de negar o rechazar sus propias raíces, incluyendo sus raíces cristianas, que forman la base de la civilización occidental.
En esos países, se está negando la base moral y cualquier identidad tradicional – se están negando o relativizando las identidades nacionales, religiosas, culturales e incluso de género. Allí, la política trata una familia con muchos hijos como igual jurídicamente a una relación homosexual; la fe en Dios es igual a la fe en Satán. De hecho, los excesos y exageraciones de la corrección política en esos países lleva a una seria consideración de la legitimación de partes que promueven la pedofilia.
En muchos estados europeos, las personas están realmente avergonzadas de sus afiliaciones religiosas y, de hecho, tienen miedo de hablar sobre ellas. Se abolen las fiestas y celebraciones cristianas o se les da un nombre «neutral», como si se estuviera avergonzado de estas fiestas cristianas. Con este método, uno oculta el valor moral profundo en que se basan esas celebraciones.
Y esos países intentan imponer este modelo sobre otras naciones, de forma global. Estoy totalmente convencido de que este es un camino directo a la degradación y primitivización de la cultura. Esto lleva a una crisis moral y demográfica más profunda en Occidente.
¿Qué puede ser mejor evidencia de la crisis moral de la sociedad humana en Occidente que la pérdida de su función reproductiva? Y hoy casi todos los países occidentales «desarrollados» no pueden sobrevivir reproductivamente, ni siquiera con la ayuda de los inmigrantes.
Sin los valores morales que están enraizados en el cristianismo y otras religiones mundiales, sin reglas y valores morales que se han formado y se han desarrollado a lo largo de milenios, la gente perderá inevitablemente su dignidad humana y se volverán brutos. Y pensamos que es correcto y natural defender y conservar esos valores morales cristianos.
Uno debe respetar el derecho de cada minoría a la autodeterminación, pero, al mismo tiempo, no puede y no debe haber ninguna duda sobre los derechos de la mayoría.
Al mismo tiempo que este proceso sucede a nivel nacional en Occidente, observamos en un nivel internacional los intentos de crear un modelo unipolar e unificado del mundo, de relativizar y eliminar instituciones de derechos internacionales y soberanía nacional. En un mundo unipolar e unificado como éste, no hay lugar para los estados soberanos. Un mundo como éste sólo necesita vasallos.
Desde una perspectiva histórica, un mundo unipolar como éste significaría renunciar a la identidad propia de uno y a la diversidad creada por Dios.