Un comentario apresurado a este artículo
Rousseau fue un ser siniestro (leer «Intelectuales» de Paul Johnson) y sus consecuencias aún más siniestras. Pero el análisis de Berlin y la señora Delibes es muy superficial. Ellos se extrañan de la paradoja de que alguien que defendiera la libertad acabara siendo la justificación de regímenes totalitarios. Ahí se ve lo superficial del análisis. Ni Berlin ni Delibes pueden razonar bien, pues están bloqueados por la religión moderna, que es la adoración de la diosa «libertad». La gente tiene una devoción a la libertad que supera a la que contó la Virgen María en su tiempo. No se para a pensar qué es la libertad, si es posible y deseable.
Si ellos no estuvieran detenidos por este prejuicio religioso, verían que esta paradoja de Rousseau no es paradoja, pues la libertad y totalitarismo son dos caras de la misma moneda. Si no tienes ganas de leer, déjalo aquí, porque no puedo desmontar las mentiras de los últimos trescientos años en menos de nueve párrafos. Te daré un resumen de una frase. «Platón dijo que la democracia (lee «libertad») acababa produciendo caos porque cada uno hacía lo que le daba la gana y después producía una tiranía para acabar con el caos.»
Para comenzar, la libertad (también llamada «derechos») de uno es la obligación de otro. Si yo tengo libertad de la eutanasia, el médico tiene la obligación (legal) de matarme. Si yo tengo el derecho a la propiedad, los otros tienen la obligación de no tomar mi propiedad. Si yo tengo derecho a una asistencia social, los otros tienen obligación de pagarla vía impuestos. Igual que no hay acción sin reacción, no hay libertad sin obligación. Por eso, no hay ningún sistema político que se base en la libertad. Todo sistema político (a través de la ley) privilegia unas libertades para prohibir otras. Por eso, hablar de libertad es estúpido, porque en todo sistema político tú tienes libertad de hacer lo que no prohibe la ley. Esto es así aquí, en Arabia Saudita y en Corea del Norte.
¿Qué libertades se prohiben y qué libertades se permiten? Depende los valores de la sociedad, que están codificados en las leyes. Por ejemplo, la sociedad occidental permite la libertad de mujer de divorciarse (y, por lo tanto, la obligación del hombre de pagarle una pensión por los niños), pues el feminismo es parte de nuestros valores. La sociedad islámica permite la libertad del hombre la libertad del hombre de ver crecer a sus hijos y tener una familia de verdad (y, por lo tanto, la obligación de la mujer de no divorciarse), pues la familia es uno de los valores del Islam (nadie me acuse de pro-islámico, sólo ved los comentarios contra la immigración musulmana que hago en este medio).
La gente dice «libertad» y lo dice sin pensar, sólo porque siente yuyu dentro de ella. Es una reacción emocional pero no racional. Nadie somos libres. Si quieres ser libre, vete al Tibet a una montaña. Mientras vivas en sociedad, harás lo que permitan las leyes. Entonces, hablar de libertad es estúpido y desviar la atención, pues lo importante es saber cuáles son los valores de la sociedad y como las leyes los codifica en comportamientos prohibidos y permitidos.
Entonces, ahí se entiende lo que hace Rousseau, como querer la libertad produce la negación de la libertad. Si no viviéramos en sociedad, cada uno haría lo que le da la gana. ¿Qué nos impide hacerlo y fastidiar a los otros? Tres cosas: nuestra conciencia, la presión social y las leyes (sus incentivos y castigos).
Los sistemas derivados de Rousseau han sido ateos, por lo que la conciencia se ha debilitado. Rousseau dice que la voz interior del hombre le dicta las reglas justas, pero lo que pasa en la realidad, es que cada uno sólo hace lo que quiere y después busca excusas para justificarse («sí, le fui infiel a mi pareja, pero estaba pasando por una mala época y además ella no se enteró así que no estuvo mal»). Sólo si crees que el bien o el mal están fuera de ti, intentarás seguir algo diferente del puro egoísmo (hay excepciones, como ateos muy éticos, pero son una minoría).
También Rousseau veía mal la dependencia de otros seres humanos, por lo que la presión social también se ha debilitado («a quien me importa lo que yo haga»). Sin conciencia, ni presión social, la gente evidentemente se siente más libre y lleva a cabo comportamientos antisociales. Para evitarlo, la ley se expande y cada vez hay más leyes. Así, lo que antes se resolvía por la conciencia y la presión social, hoy tenemos una ley para resolverlo (de manera muy burda, pues la ley no llega donde la conciencia y la presión social sí llegan). Esta era la idea de Rousseau, para el cual el hombre no debía depender de Dios, ni de sus vecinos y familia, pero sí del Estado (que era el que expresaba la voluntad general) – lo que en la práctica quiere decir «de los políticos, jueces y funcionarios». La frase «El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo. El pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo. Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.» es de Musolini pero el creador de la idea que expresa esta frase fue Rousseau.
¿Veis como la libertad tiene siempre una obligación? Así, dejar a la gente con libertad de su conciencia y la presión social lleva a obligaciones legales (un estado totalitario). Ahora se entiende porque se promulgan un millón de páginas de legislación españolas cada año. Conforme la inercia de la sociedad tradicional cristiana se vaya acabando y la gente haga lo que le dé la gana, Occidente pasará a sistemas cada vez más totalitarios. Leed el libro «Libido dominandi» para ver cómo la liberación sexual produce un control político cada vez más fuerte. Esto ya lo vio Platón, que dijo que la democracia acababa produciendo caos porque cada uno hacía lo que le daba la gana y después una tiranía para acabar con el caos.
Si tu quitas un policía dentro de la mente de cada persona (conciencia) y quitas un policía en la comunidad (la presión social, el qué dirán), debes poner policías pagados por el Estado para que la gente no lleve a cabo comportamientos antisociales. La libertad personal produce un estado totalitario. Esto es lo que quería Rousseau y no hay ninguna paradoja posible, sólo mentes obnubiladas con la palabra «libertad».