Es imposible sobreestimar la importancia que tiene La Meca en la religión islámica. Mahoma nació en La Meca y su familia y tribu eran de ese lugar. En La Meca, Mahoma recibió la visita del ángel que le dijo que era un profeta y comenzó a revelarle el Corán. En La Meca, Mahoma comenzó a predicar el Islam. Por motivos de seguridad, huyó a Medina (lo que se conoce como «la hégira») y desde allí atacaba a las caravanas de la Meca. Al final, conquistó La Meca y la convirtió en islámica.
Antes de morir, Mahoma indicó que todo musulmán que pudiera debía realizar una peregrinación a La Meca una vez en la vida. Esta peregrinación (llamada «hajj») es uno de los cinco pilares del Islam y millones de personas la realizan cada año. Al musulmán que ha completado el «hajj», se le da el título honorífico de «hajji».
¿Pero es verdad esta historia ? ¿De verdad vivió Mahoma en La Meca? ¿De verdad es La Meca la ciudad de la que habla el Corán?
Como en cualquier otro tema histórico, debemos sopesar la evidencia a favor y en contra de esta afirmación.
Comencemos con la evidencia a favor. La evidencia más fuerte a favor de La Meca se encuentra en las tradiciones sobre Mahoma, es decir, en la Sira y los hadices, que son las fuentes del relato tradicional de la vida de Mahoma. Pero ya hemos que estas tradiciones son tardías (es como si los evangelios fueran de 271 d.C. y las cartas de Pablo de 324 d.C). También se basan en información poco fiable y de transmisión no controlada. Para más información, ver la primera parte de esta serie aquí.
¿Qué hay del Corán, que es un documento más antiguo? El Corán habla de una ciudad donde vive el Profeta, pero en principio no dice su nombre. La palabra «Meca» sólo aparece una vez en el Corán: «Él es quien os protegió de vuestros enemigos [los idólatras], y dispuso que después de daros la victoria sobre ellos no les agredieras en el valle de Makka» (Corán 48:24). Parece referirse a La Meca (pues «Makka» es el nombre de la ciudad en árabe), aunque esto no es seguro. Incluso si se trata de La Meca, no es seguro de que ésta sea la ciudad del Profeta.
Tradicionalmente, se ha considerado que Bakka es otro nombre para Meca. Si es así, La Meca se menciona dos veces en el Corán. Esto es evidencia a favor, aunque sea muy tenue (hay que decir que nombres tan cortos se repiten: así, en la Biblia, en el Salmo 84:6 aparece un valle de Baka que se cree que está en Israel y no tiene nada que ver).
Esto parece muy poco para una ciudad en el que, según la tradición islámica, vivieron Adán, Abraham, Ismael y Mahoma. Muy poco para una ciudad que todo musulmán debe peregrinar una vez en la vida, como uno de los cinco pilares del Islam. Como comparación, la palabra «Jerusalén» aparece 800 veces en la Biblia.
Esta es toda la evidencia a favor, que corresponde a la tradición islámica. Sin embargo, cuando los historiadores modernos comenzaron a examinar este tema, comenzaron a ver que había algo extraño con la geografía temprana del Islam.
Lo que contaré comenzó a ser descubierto en los años 80 por la historiadora Patricia Crone (una de las pioneras de la investigación sobre el Islam que, tristemente, nos dejó hace dos años). El tema ha ido creciendo hasta la publicación en 2011 del volumen «Quranic Geography», por el historiador Dan Gibson.
Veamos a continuación la evidencia en contra que fue descubierta por estos historiadores, en orden de importancia creciente (es decir, de las menos importantes a las más importantes).
Primera evidencia en contra. El entorno de la ciudad del Corán no se corresponde con el entorno de La Meca. Por ejemplo, el Corán habla de que la ciudad está rodeada por campos agrícolas, incluyendo campos de olivos. Pero no hay agricultura en La Meca, que está en pleno desierto arábigo, ni hay olivos, que no se pueden cultivar en su clima. La ciudad del Corán pareciera corresponderse a una vegetación más propia de un entorno más norteño, más cercano al Mediterráneo, que está unos mil kilómetros más al norte.
Segunda evidencia en contra. La descripción de la ciudad del Corán tampoco corresponde con la de la Meca. El Corán habla de una ciudad que está en un valle, con un río, con montañas que tienen vista a la Ka’aba y que tiene un valle paralelo. La Meca está en un valle, pero no tiene valle paralelo ni un río (de hecho, no tiene pozo, ni agua). Las montañas más próximas están a cinco kilómetros, por lo que no tienen vista a la Ka’aba.
Tercera evidencia en contra. La Meca no aparece como ciudad en los documentos antiguos. Si hubiera sido el centro comercial que el relato tradicional islámico describe, su nombre aparecería en los documentos y mapas de la época.
Patricia Crone (que podía leer 15 lenguajes antiguos) examinó los mapas y documentos del siglo II, III, IV, V y VI. No hay ninguna mención de La Meca. Se menciona Ta’if (al sudeste de La Meca), se menciona Yathrib (que después se llamaría «Medina», ver más arriba), se menciona Kaybar, pero no se menciona La Meca.
Lo que es más sangrante: en el siglo VII (siglo en el que supuestamente vivió Mahoma) tampoco hay mención ninguna de La Meca. La primera mención de La Meca se produce a mitades del siglo VIII, en el año 741 d.C (109 años después de la muerte del Profeta, que supuestamente había vivido en ella). Por entonces, debía ser una ciudad poco importante porque no aparece en los mapas hasta el año 900 d.C (268 años después de la muerte de Mahoma).
Esto no solo es disonante con el tema geográfico, sino que cabe preguntarse porque una ciudad tan sagrada no se puso en los mapas por más de dos siglos y medio. ¿No era lo suficiente importante si era uno de los cinco pilares del Islam?
Cuarta evidencia en contra. El relato tradicional del Islam menciona a La Meca como un centro de comercio al que llegan las caravanas de camellos. Una encrucijada de diferentes rutas comerciales. De hecho, Mahoma, antes de casarse y hacerse profeta, trabajó en estas caravanas.
Sin embargo, sólo mirar al mapa, se ve que algo no está bien.
Las rutas de comercio en aquella época traían los productos de China y la India a los centros de civilización, que estaban en el Imperio Bizantino, al norte de Arabia (Jerusalén, Damasco, Gaza donde se comerciaba con el Mediterráneo). Arabia era el «Lejano Oeste» de la época, un territorio poco poblado, culturalmente atrasado y alejado de la civilización.
Para llegar a Meca, la ruta debería seguir el camino en rojo: rodear el desierto de An-Nafud y llegar a La Meca haciendo un enorme rodeo de 2500 kilómetros más de lo necesario… porque sí. Porque a los camellos les gusta caminar. Y a los árabes les gusta la aventura suicida.
Es como si para enviar un producto de París a Madrid, se enviara de París a Andalucía y después de Andalucía a Madrid.
Obviamente, lo lógico sería que la ruta fuera recta, como indica el tramo en azul. Una ruta secundaria podía bajar desde el norte para enviar productos sólo para el mercado poco importante de Arabia, pero la ruta principal debería ir recta.
Por ello, los estudiosos del Islam crearon una teoría según, debido a la guerra entre persas y bizantinos, el Golfo Pérsico y sus costas no pudieron ser transitado. Según esta teoría, las rutas serían como aparecen en el mapa siguiente:
La ruta (en rojo) comenzaría por el Mar Arábico hasta llegar al Yemen, donde los productos serían descargados por tierra en el golfo de Adén. De ahí se iría hacia el norte, a Sana’a, a Ya’if, a Medina y al Imperio Bizantino (Jerusalén, Mediterráneo, etc).
De nuevo, no se ve el sentido de pasar por la Meca. Si se va de Ya’if directamente a Medina (como se ve en el tramo en azul), se ahorra camino. No sólo porque se va en línea recta, sino porque para bajar de Ya’if a La Meca se deben bajar 1000 metros de altitud y después para ir de La Meca a Media se deben subir 1000 metros de altitud para volver al altiplano arábigo. Si se va directo de Ya’if a Medina, no se bajan y suben 1000 metros y todo es más sencillo. La Meca resulta ser una encrucijada de caminos que está apartada del camino.
Así que Patricia Crone decidió examinar los documentos de la época para ver por dónde en realidad iban las rutas comerciales. Descubrió que las rutas comerciales de aquel entonces no iban por tierra (mediante caravanas de camellos) sino por mar (por barcos). Esto es lógico, pues, por motivos físicos, siempre ha costado menos transportar bienes por mar. También en la actualidad la mayor parte del comercio se hace por barco, por los mismos motivos.
Así, las rutas no estaban controladas por árabes sino por africanos e iban por el Mar Rojo. Para tocar La Meca, deberían llevar la ruta siguiente:
Una vez uno navega hacia el norte por el Mar Rojo, para tocar la Meca debe descargar sus productos de barcos a camellos, llevarlos a La Meca en un viaje de cien kilómetros en camello, pasar por delante de casa de Mahoma para que lo vean a uno (quizás gritando «¡oye, tronco! ¡no te olvides de incluirme en el Corán!»), volver los productos al mar cien kilómetros con camellos, meterlos en barcos de nuevo y seguir camino al norte. Es decir, como dice la tradición islámica, «La Meca está en una encrucijada de caminos»… y los cerdos vuelan por la aerolínea Halal Lines.
Obviamente, para que los productos que suben por el Mar Rojo pasaran en La Meca, La Meca debería ser una ciudad portuaria pero no lo es (está a cien kilómetros del mar) y tampoco lo es la ciudad del Corán.
Esta es la razón porque las rutas comerciales no pasaban por La Meca. Y, en efecto, Patricia Crone comprobó que no hay ninguna mención de La Meca en documentos comerciales, ni ninguna mención en la descripción de las rutas comerciales de la época.
Con toda esta información de la tercera y cuarta evidencia, Patricia Crone escribió su libro «Meccan Trade and the origins of Islam» (1987) que le valió una amenaza de muerte de los islamistas y tener que cambiar de Universidad, así como insultos y ataques ad hominem de los eruditos occidentales. Ver, por ejemplo, el lamentable artículo que hay aquí (la respuesta de Crone está aquí ) .
Quinta evidencia en contra. No existen restos arqueológicos en La Meca. En estos momentos, La Meca está en medio de un ambicioso proyecto de remodelación urbanística, que pretende crear el nuevo rostro de la ciudad (una ciudad que crece y crece pues el número de peregrinos crece debido a los modernos medios de transporte).
Con esta remodelación, se intenta cubrir con cemento los lugares que la tradición islámica considera la casa del Profeta y la casa de Jadiya, su primera esposa. Por ello, se han enviado arqueólogos que han explorado los restos en esos lugares, excavando debajo de la superficie. No han encontrado nada.
En general, no hay restos arqueológicos en La Meca del tiempo del Profeta (comparar con los restos arqueológicos de la Biblia, que llenan libros enteros).
A partir de la tercera, cuarta y quinta evidencia, podemos afirmar, con alto grado de probabilidad, que no hubo una ciudad en La Meca durante la vida del Profeta. Quizás había una aldea apartada, pero no la ciudad que describe el Corán.
Pero las tres últimas evidencias son las mejores.
Sexta evidencia en contra. Como la Biblia, el Corán también habla de la destrucción de la ciudad de Sodoma, en varias ocasiones. En la sura 37, refiriéndose a la destrucción de Sodoma, el Corán dice «Y ciertamente vosotros [¡Oh, incrédulos!] pasáis por sus ruinas por el día y por la noche. ¿Es que no reflexionáis?» (Corán 37:136-137).
Sin embargo, las ruinas de Sodoma no están cerca de La Meca para que se pueda pasar por el día y por la noche, sino mil kilómetros al norte.
Séptima evidencia en contra. Cuando el historiador Dan Gibson examinó el Corán encontró En específico, el Profeta interactúa con 3 tribus. Con la tribu de `Ad (que es la bíblica`Uz) interactua 23 veces. Con la tribu Thamud (que son los nabateos), interactua 24 veces. Con la tribu de Midian (que son los midianitas) interactua 7 veces.
Sin embargo, las tres tribus están en el norte de Arabia, muy lejos de La Meca, como se ve en esta imagen.
De hecho, están mil kilómetros al norte, lo que en tiempos antes de los autos era una grandísima distancia para un contacto diario. De nuevo, podemos comparar con el evangelio de Lucas para referencia:
- El Corán tiene 65 referencias geográficas, 9 lugares con nombre, todos ellos mil kilómetros al norte de donde deberían estar.
- El evangelio de Lucas (que es mucho más corto que el Corán) tiene 110 referencias geográficas, 31 lugares con nombre, todos en los sitios correctos.
Octava evidencia en contra. Es mi preferida. Se trata de la evidencia de la alquibla. Según la tradición islámica, Mahoma mandó a sus seguidores orar en dirección a Jerusalén, durante la época en la que intentaba que los judíos le reconocieran como un profeta auténtico. Pero, cuando los judíos no le aceptaron, en 622 d.C., Mahoma cambió la dirección de la oración hacia La Meca.
Desde entonces hasta ahora, todos los musulmanes oran en dirección a La Meca. Pero, ¿cómo saber la dirección? Hoy hasta hay apps para esto pero, tradicionalmente, había otros métodos. Por ejemplo, todas las mezquitas tienen una pared especial que está orientada hacia La Meca. Esta pared se llama la qibla o alquibla en español y está indicada de forma especial (normalmente con un nicho en la pared, llamado mihrab), de forma que todos los musulmanes dentro de una mezquita sepan hacia donde orar.
Obviamente, todas las mezquitas del mundo tienen su alquibla orientada a La Meca.
Y aquí es donde la historia se vuelve extraña. En 1905, los profesores Creswell y Feherwari estaban estudiando algunas de las mezquitas más antiguas del mundo en Egipto y el Oriente Medio y se encontraron que la alquibla original de estas mezquitas no estaba orientada a La Meca (obviamente, su alquibla actual sí que estaba orientada a La Meca) .
En esta imagen vemos la orientación de las alquiblas de esas mezquitas:
En el mapa, se ve que las alquiblas originales no apuntan a La Meca. Primero pensaron que quizás los arquitectos se habían equivocado, pero después se dieron cuenta que todas las alquiblas apuntaban al mismo punto, que no era La Meca. Después pensaron que este punto era Jerusalén (aunque no hay mezquitas construidas antes de 622 d.C), pero estaba desviado por tres o cuatro grados.
Entonces, ¿cuál era el punto al que apuntaban las alquiblas originales? Creswell y Feherwari no lo explicaron, pues estaban estudiando otras cosas. Sólo anotaron el dato.
También en 705 d. C. (73 años después de la muerte de Mahoma), el escritor cristiano Jacob de Edesa se refiere a los «mahgraye» (uno de los nombres primitivos para los musulmanes) con estas palabras: «Así que, por todo esto, está claro que no es al sur que los judíos y mahgraye oran aquí, en la región de Siria, sino hacia Jerusalén o la Ka’aba los lugares patriarcales de sus razas». Así que parece que los musulmanes de Siria no oraban al sur, donde está La Meca.
A partir de todos estos indicios, el historiador Dan Gibson decidió resolver el asunto. Examinó las mezquitas más antiguas del mundo y sus alquiblas originales, para ver hacia donde estaban orientadas.
Estos son sus resultados, ordenados por antigüedad de la mezquita, indicando el nombre de la mezquita, el país el año de construcción y la dirección de su alquibla original.
- Mezquita de Medina (Arabia Saudita), 623. La alquibla original apunta a la ciudad de Petra (en Jordania).
- Mezquita de Guangzhou (China), 630. La alquibla original apunta a la ciudad de Petra.
- Mezquita de Fustat (Egipto), 641. La alquibla original apunta a la ciudad de Petra.
- Mezquita del Palacio de Humeima (Jordania), 700. La alquibla original apunta a la ciudad de Petra.
- Mezquita de Ba’albek (Líbano), 700. La alquibla original apunta a la ciudad de Petra.
- Mezquita de la Ciudadela de Amán (Jordania). 701. La alquibla original apunta a la ciudad de Petra.
- Gran Mezquita de Sana’a (Yemen), 705. La alquibla original apunta a la ciudad de Petra.
- Mezquita de Khirbat al-Minya (Israel), 706. La alquibla original apunta a la ciudad de Petra.
- Mezquita Wasit (Iraq), 706. La alquibla original apunta a la ciudad de Petra.
- Mezquita de Al-Aqsa (Jerusalén), 706. Tanto la alquibla, como la mezquita y el complejo apuntan a la a la ciudad de Petra.
- Mezquita de Damasco (Siria), 709. La alquibla original apunta a la ciudad de Petra.
- Mezquita de Omar (Siria), 720. La alquibla original apunta a la ciudad de Petra.
- Mezquita de Khirbat al Mafjar (Palestina), 724. La alquibla original apunta a la ciudad de Petra.
- Mezquita de Anjar (Líbano), 724. La alquibla original apunta a la ciudad de Petra.
Está claro que las mezquitas más antiguas del mundo tienen su alquibla original orientada hacia la ciudad de Petra, aunque estén tan lejos como China.
A partir de 731, cien años después de la muerte del Profeta, algo cambia. Se abre un periodo de confusión. Así, vemos que las alquiblas apuntan a diversas direcciones.
- Mezquita de Banbhore (Pakistán), 731. La alquibla original apunta a la ciudad de La Meca!!!.
- Mezquita de Mushatta, (Aman, Jordania), 743. La alquibla original apunta a la ciudad de Petra.
- Mezquita de la Fortaleza de Ribat (Tunez), 770. La alquibla original no apunta ni a Petra ni a La Meca.
- Mezquita de Córdoba (España), 784. La alquibla original no apunta ni a Petra ni a La Meca.
- Mezquita de Kairouan (Túnez), 817. La alquibla original no apunta ni a Petra ni a La Meca.
A partir de esta época todas las alquiblas se orientan hacia La Meca. Los resultados se resumen en este gráfico.
Habíamos visto que según la tradición islámica, Mahoma orientó la oración hacia La Meca en 622 d.C. Sin embargo, estas alquiblas nos demuestran que Meca no se impuso hasta 822 d.C. Eso es doscientos años demasiado tarde.
Esto es extraordinario. ¿Es posible que Petra sea la ciudad sagrada original del Islam? ¿Es posible que la ciudad de la que habla el Corán sea Petra? No sólo tenemos la evidencia de las alquiblas, sino que todo encaja.
Veamos si lo que el Corán explica sobre la ciudad del Profeta se puede aplicar a Petra, ya que hemos visto que no se puede aplicar a La Meca. Revisemos las evidencias en contra de La Meca, para ver si son evidencias a favor de Petra.
Primera evidencia. La ciudad del Corán tiene campos agrícolas y olivos, como Petra, pero al contrario de La Meca.
Segunda evidencia. La ciudad del Corán tiene un valle paralelo, un río y montañas cerca, como Petra, pero al contrario de La Meca.
Tercera evidencia. Petra aparece en los documentos de la época en qué vivió el Profeta (y también muchos siglos atrás), al contrario de La Meca.
Cuarta evidencia. La ciudad del Corán está en una encrucijada de caminos, donde se cruzan las rutas comerciales. Esto vimos que no se aplica a La Meca pero sí se aplica a Petra, como se ve en la foto siguiente:
Quinta evidencia. En Petra hay restos arqueológicos de la época del Profeta, pero no en La Meca.
Sexta evidencia. Las ruinas de Sodoma que están cerca de la ciudad del Corán están en el Norte de Arabia en la región de Petra, pero a mil quilómetros de La Meca.
Séptima evidencia. Las 3 tribus (`Ad, nabateos y midianitas) con los que el Profecta interactua cotidianamente, están en la región de Petra, muy alejados de La Meca.
Octava evidencia. Las alquiblas originales de todas las primeras mezquitas apuntan a Petra y a no a La Meca (durante el primer siglo después de la muerte de Mahoma). Esto encajaría con el informe de Jacob de Edesa en 750 d.C, que decía que los musulmanes de Siria no oraban en dirección al sur.
¿Es Petra la ciudad de la que habla el Corán? Todavía no es seguro, pero lo que sí parece altamente probable es que La Meca NO és la ciudad de la que habla el Corán. Esto destruye el relato tradicional islámico (que se deriva de la Sira y los hadices), que centra toda la acción en La Meca.
No sólo esto: hay otras partes de este relato que también se están derrumbando. Aquí sólo hemos explicado un punto concreto: la ubicación de la ciudad del Profeta, pero hay varios puntos importantes del relato que ya no se sostienen.
Una vez se compruebe que el relato tradicional es falso, comienza la labor de los historiadores de intentar adivinar cuál fue la verdadera historia.