[Original en inglés aquí.
El título alude a la batalla de Tours (también llamada «batalla de Poitiers») en la que el líder franco Carlos Martel, con pocas tropas, valentía y fe, logró detener la invasión islámica de Europa en 732. Así impidió que Europa se convirtiera en parte del Califato Islámico y permitió que la civilización europea no muriera poco después de nacer]
Te habrás dado cuenta de que los hombres raramente pierden una oportunidad de presentar sus fracasos como algo de qué sentirse orgullosos. Esto es porque el fracaso ofrece un camino fácil y establecido, mientras que el éxito puede involucrar incomodidad e insultos por parte de aquellos que preferirían que no lo tuvieras. Y como somos propensos al ocio y a alabarnos a nosotros mismos, no es sorprendente que estos dos aspectos se combinen de forma inconsciente. Aunque pienso que sería útil ser un poco más conscientes de ello.
Esto era lo que pensaba durante el ritual (ahora ejecutado con desgana) que producen los atentados terroristas que se suceden con regularidad mecánica en Gran Bretaña. Cada uno de ellos genera un montón de tópicos que proliferan como hongos después de la lluvia. Por supuesto, conoces de qué hablo: llamados a la unidad entre aquellos que quieren matar y conquistar a los ingleses y aquellos ingleses que preferirían que no lo hicieran.
De acuerdo, este terreno que compartimos en común es un estrecho istmo, pero este es el motivo de que tengamos valores, tolerancia y diversidad. Cualquier palabra que puedas engatusar a la población para que se la trague. La clave es no hacer nada pero de forma ostentosa. Por lo tanto, la pasividad histérica se ha vuelto la respuesta estándar europea a encontrar las entrañas de los nativos servidas en tiras como si fueran espaguetis en un plato.
Un vívido ejemplo de este estupor frenético es un cartel que apareció horas después de la masacre en Londres, por encima de las manchas de sangre. Se me pasó guardar la imagen, pero recuerdo de memoria que decía algo parecido a «Ten el valor de seguir amando»
¡Ah, la cálida alabanza de la fría cobardía! Porque fingir amor cuando se tiene miedo no es valentía, sino lo opuesto. «Ten el valor de seguir amando» se escribe de forma más honesta como «Ten la cobardía y la apatía de no resistir«. Pero como esta sinceridad hiere gravemente el ego, buscamos narrativas que presentan nuestra locura bajo una luz más favorable. «Valentía» y «amar» parecen mucho más positivos que palabras que evalúen la situación de forma más honesta.
Resulta casi cómico imaginar que es valentía de verdad lo que el eje político-mediático intenta fomentar con sus llamamientos inculcados a base de repetición. ¿Ahora llamamos «valentía » al miedo de decir algo que pudiera hacer que te despidieran del trabajo? ¿Es valentía la aceptación sumisa a las restricciones sobre el «discurso del odio»? ¿Es valentía pronunciar con rimbombancia cualquier tópico para evitar que te etiqueten con un -ismo? Más específicamente para el tema que estamos tratando, ¿es valentía implorar a los extranjeros que sean más limitados en sus matanzas? Si es así, es seguro que Carlos Martel fue el mayor cobarde de Europa.
Ser un lamebotas cultural desganado y sumiso da muchas ventajas en nuestro mundo moderno. Considerarte valiente no debería ser una de ellas.