(Original en francés aquí )
Me niego a rendir homenaje a las víctimas de los atentados de Barcelona.
Para rendir homenaje, hay que estar legitimado para hacerlo. Ahora bien, nosotros, países occidentales, nos negamos obstinadamente a combatir las causas del terrorismo musulmán que golpea nuestras tierras (inmigración musulmana, islamismo). Combatimos, a penas, los síntomas, para evadirnos ante la dificultad de afrontar la raíz del problema.
En estas condiciones, un homenaje a las víctimas (después de tantos otros) no es más que una manipulación mediática (si el homenaje es organizado) y una evasión de nuestras responsabilidades (si el homenaje es espontáneo).
Exaltaremos una vez más nuestra condición de víctimas pasivas para neutralizar las cóleras sanas y justas, por miedo al conflicto, por miedo de mirar al enemigo a los ojos, por apatía hacia nuestros deberes. Este homenaje no será lo que debería ser, un recogimiento antes de tomar medidas. Será justamente lo contrario, una gesticulación hipócrita, llorosa y sentimental para evitar la mala conciencia por los muertos. Será una reunión de cobardes completamente decididos a no hacer nada serio para impedir que los atentados musulmanes se reproduzcan.
No sabría como ser cómplice de una vileza como esa. Dejo a los imbéciles y a los gallinas con sus velas y con sus ositos de peluche.
El único homenaje que estoy dispuesto a rendir, de todo corazón, es a los héroes que han matado a los terroristas o les han impedido actuar.