Realmente, si no fuera porque nos toca tan de cerca, la intentona independentista es un evento fascinante desde el punto de vista histórico. Los historiadores del futuro la estudiarán con gusto. Aquí tenemos a Ponsatí, una persona de edad muy madura pero que sigue atrapada en un mundo infantil en la que la mente doblega a la realidad sólo por el poder de la voluntad. El narcisismo que Piaget detectaba en los niños. El pensamiento Alicia, que diría Gustavo Bueno.
No hablaremos hoy del adoctrinamiento escolar y mediático (que en el resto de España se da con otros aspectos, como el multiculturalismo y la progresía), no hablaremos del supremacismo (creerse mejor que el vecino, llegando hasta el racismo: no hace falta que leáis los libros de Torra, meteos en los comentarios de Elnacional.cat), no hablaremos de las mentiras del pasado histórico y las mentiras sobre un futuro en que los perros se atarán con longanizas.
Me interesa hablar de los temas que pueden ser extrapolados a otros movimientos: primero, las revueltas son organizadas y alentadas de arriba a abajo. Esto siempre ha sido así (desde la Reforma protestante pasando por la Revolución Francesa y las revoluciones comunistas) pero nunca ha sido tan descarnado y obvio como en esta ocasión.
Segundo, y más importante, una masa de gente convencida de que con cuatro manis, cuatro lacitos y sin arriesgar nada se podría conseguir la secesión de una parte del país. Sólo hacía falta que Puigdemont proclamara la independencia, como si las palabras tuvieran propiedades mágicas. Esto demuestra la infantilización y el aburguesamiento de la sociedad, que lo quiere todo sin dar nada y cree que esto es posible. Es más, cuando sus propios líderes les dicen que les han engañado (Mas, Ponsatí), los indepes entran en un mundo de fantasía, en que no oyen las palabras de sus líderes y siguen creyendo que la independencia está a la vuelta de la esquina y que «Espanya s’ensorra» (de nuevo, mirad los comentarios de Elnacional.cat).
Este pensamiento absurdo no sale de la nada, sino que es el resultado de un proceso muy largo. Mucha canción «Imagine», muchos dibujos animados, mucha historia deformada en las escuelas, mucho buenismo, mucha ideología progre y hippie, mucha frase positiva en Facebook, mucho «poder del pensamiento positivo» y «ley de la atracción», «si lo sueñas, lo conseguirás», «lánzate a volar y tendrás alas», etc, etc. Demuestra la banalidad y superficialidad del pensamiento de las masas europeas actuales, que se mueven por ideas bonitas sin contacto con la realidad. Es por eso que la intentona independentista es para mí el primer movimiento político del siglo XXI y veremos otros tan descerebrados como este.