«¿Para qué seguir?
Nadie podrá convencerte, ni con documentos (son falsos) ni con experiencias personales (no son ciertas) hasta que tú decidas tomarte la pastilla.»
Este es el drama del ser humano. Es imposible convencer a otro, aun teniendo la verdad, aun teniendo todos los argumentos, porque 1) el hombre no es sólo racional sino también emocional 2) la razón del hombre es imperfecta y se puede defender una cosa y la contraria (Kant estudió esto y en la tradición cristiana decimos que la razón está «caída»).
Lo máximo que puedes hacer (y es un gran éxito) es dar un empujoncito a alguien en dirección a la verdad. Sólo si él se deja y está receptivo. Por eso, el viejo proverbio Zen “Cuando el Alumno Está Preparado, Aparece el Maestro” es falso. El maestro siempre ha estado ahí, lo que pasa es que el alumno no quería escuchar.