«Para conseguir algo hace falta pelear y incluso llegar a la desobediencia civil si hace falta.»
Aún estoy esperando esa rebelión. Junqueras y Puigdemont creían que nada les pasaría: por eso violaron la ley. Pero Torra ya sabe de que va la cosa y, aunque pase todo el día con retórica independentista, se guardará mucho de violar la ley.
Sólo queréis hacer cosas que no tengan ningún riesgo y que no cuesten nada. Poner lazos amarillos no os cuesta nada, ir a las manis no cuesta nada, poner una silla vacía en Navidad no cuesta nada, comentar en las redes sociales no os cuesta nada, hacer la línea catalana no cuesta nada. Cada Diada os inventáis una nueva performance que no cuesta nada (acabaréis bailando la conga). Y después os creéis el Che Guevara.
Podríais hacer mil cosas para hacer la revolución de verdad. Renunciar a vuestros trabajos en la administración española (que incluye la Generalitat) o renunciar a vuestra nacionalidad española y convertiros en apátridas (al fin y al cabo, según vosotros, España es una mierda y vosotros odiáis ser españoles). Sólo con cien mil personas que hicieran eso (uno de cada 20 independentistas) pondríais al Estado Español en un grave aprieto, y sin violencia. ¿Qué tal que cuando se hubiera proclamado el 155, una décima parte de los funcionarios de la Generalitat hubieran dimitido en protesta? No dimitió ni uno. Mucho hablar todo el día de la independencia, pero no estáis dispuestos a arriesgar nada. Queréis que la independencia os la regalen a base de protestar y lloriquear, sin vosotros arriesgar y perder nada.
Revolucionarios que si pierden el iPhone se ponen a llorar. Comprendo que la vida cómoda y burguesa que vivís os resulte vacía y busquéis jugar a la revolución porque es divertido, como hay quien se disfraza de Star Trek. Pero no engañáis a nadie. La revolución es otra cosa. Lo que tenéis es mucho cuento y mucho lloriqueo.