La superioritat moral de l’esquerra és l’arrel del totalitarisme

Fa un temps estava jo sentit a un ex-ministre xilè que havia sigut víctima d’una ferotge campanya de l’esquerra per tirar-lo. I el van tirar

«Este libro es la crónica de una infamia y de una persecución sin cuartel, de una turba enfurecida que se lanza a una cacería despiadada de un ser humano demonizado, al cual se le puede hacer y decir cualquier cosa»

Qui va ser el seu pecat?

Els d’esquerra havien muntat un Museu de la Memòria en Xile en el seu estil característic maniqueu sobre el període de Allende i Pinochet. Els d’esquerres eren uns àngels i uns sants i els de dretes eren uns monstres sense límit a la seua maldat, segons el museu

Mauricio Rojas, ministre de Xile i ex-esquerrà va fer les següents declaracions:

«Más que un museo (…) se trata de un montaje cuyo propósito, que sin duda logra, es impactar al espectador, dejarlo atónito, impedirle razonar (…) Es un uso desvergonzado y mentiroso de una tragedia nacional que a tantos nos tocó tan dura y directamente».

Ja estava. Van començar les denúncies, els trencaments de vestidures i la jauría

En pocas horas fue convertido en un ser aborrecible: un negacionista de las violaciones de derechos humanos cometidas bajo la dictadura militar, comparable con quienes niegan el Holocausto; un impostor de tomo y lomo, cuya historia de vida era, en su integridad, un fraude; un fascista, un racista, un mal hijo, un agente de la policía política de Pinochet o, como dijo el secretario general del Partido Comunista, Lautaro Carmona, “un ser despreciable”.

Al final el van tirar en 94 hores https://www.amazon.com/horas-cr%C3%B3nica-infamia-9789569981067-Spanish-ebook/dp/B07J1Y8HY4

Per què tanta ràbia? Perquè ell negava la superioritat moral de l’esquerra, font del seu poder. Ell va denunciar que havia hagut maldat en els dos bàndols. No havia exculpat a les dretes de cap manera però si que havia parlat dels crims de l’esquerra

Clar, això és intolerable. És atacar els fonaments del poder de l’esquerra. L’esquerra basa el seu totalitarisme en la seua autoproclamada superioritat moral. Ells són els bons i tots els que s’oposen a ells són roïns.

Clar, si construeixes eixe esquema, és molt difícil oposar-t’hi. I ells el que fan sempre és adoctrinar a la gent perquè compre eixe esquema maniqueu. Si el compres, no hi ha forma d’oposar-se a tot el que volen fer ells. I s’acaba en el totalitarisme

Un exemple del que s’inculca, encara que poques vegades es diu amb totes les paraules https://www.libertaddigital.com/chic/corazon/2016-03-26/cristina-pedroche-ser-de-izquierdas-significa-querer-el-bien-para-todo-el-mundo-1276570597/

Per això tanta insistència en la Memòria Història, desenterrar a Franco, etc. Perquè esta distorsió de la història és la base de la seua superioritat moral i, per tant, del seu poder. També la insistència en la violència domèstica (però no diran que els immigrants tenen una taxa major).

Han de quedar sempre com els bons. Si no, no poden exercir el poder totalitari.

De la mateixa manera, és el teu professor de filosofia, fa eixes declaracions i alguns professors pensaran: «Estic en desacord amb ell però si parle, pensarà que odie a les dones o estic a favor de la violència domèstica».

Així que imposen la seua dictadura, perquè ningú els ha discutit el seu esquema maniqueu. I si no parlem, cada vegada serà més difícil

El tendero de Havel

Sacado de «El poder de los sin poder», de Václav Havel (1978), se situa en la sociedad comunista de Europa del Este.

El director de la tienda de verduras ha puesto en el escaparate, entre las cebollas y zanahorias, el eslogan: «¡Proletarios de todo el mundo, uníos!».

¿Por qué lo ha hecho? ¿Qué quería decir al mundo? ¿Está realmente inflamado con la idea de la unión de los proletarios de todo el mundo? ¿Este fervor es tan encendido que siente la necesidad irrefrenable de comunicar a la opinión pública su ideal? ¿Ha reflexionado, al menos por un instante, sobre cómo debiera hacerse esta unión y sobre el significado que tendría?

Yo creo que se puede suponer que la gran mayoría de los tenderos de verduras no reflexionan especialmente sobre el texto de los eslóganes expuestos en sus escaparates y mucho menos que con ellos quieran manifestar algo de su visión del mundo.

Es la administración la que entrega a nuestro tendero el eslogan, junto con las cebollas y las zanahorias, y él lo pone en el escaparate porque así lo hace desde hace años, porque lo hacen todos y porque así tiene que ser. Si no lo hiciera podría tener un disgusto; podrían acusarle de no poner el «adorno», incluso alguien podría acusarle de falta de lealtad. Lo ha hecho porque este gesto entra en la norma de salir adelante; porque es una de las mil «naderías» que le aseguran una vida relativamente tranquila «en consonancia con la sociedad».[…]

Como puede observarse, el contenido semántico del eslogan mostrado en el escaparate es algo indiferente para el tendero y si lo pone en el escaparate no lo hace en realidad porque arda en deseos de dar a conocer su pensamiento a la opinión pública.

Esto no significa que su gesto no tenga ninguna motivación y ningún significado y con este eslogan no diga nada a nadie. Este eslogan tiene la función de un signo y como tal transmite un mensaje preciso aunque secreto. A la letra sonaría así: «yo, tendero de verduras X.Y. estoy aquí y sé lo que tengo que hacer; mi comportamiento es el esperado; soy de fiar y no se me puede reprochar nada; obedezco y, por tanto, tengo derecho a una vida tranquila». Naturalmente, este mensaje tiene su destinatario; se dirige a «la cúpula», a los superiores de los tenderos de verduras; y al mismo tiempo es el escudo con el que el tendero se defiende de posibles delatores.

El eslogan, pues, en su verdadero significado, se inscribe directamente en la existencia del tendero; es el espejo de lo que le interesa en el vida. Pero ¿en que consiste este interés?

Veamos. Si se le mandara al tendero exponer el eslogan: «Tengo miedo y por eso obedezco sin rechistar», él no sería tan remiso respecto al contenido semántico del mensaje, aunque ahora coincidiría perfectamente con el significado secreto del eslogan. Es probable que el tendero rechazara exponer en su escaparate una indicación tan explícita de su humillación, no le agradaría, se avergonzaría. Es un hombre y tiene, por tanto, que vérselas con la dignidad del hombre.

Para superar esta complicación, su profesión de lealtad ha de tomar la forma de un signo que, al menos en la apariencia del texto, remita a los términos más elevados de una profesión desinteresada. Al tendero se le tiene que dar la posibilidad de decir: «¿Por qué, después de todo, no podrían unirse
los proletarios de todo el mundo?».

El signo, pues, sirve para ocultar al hombre los fundamentos «ínfimos» de su obediencia y, en consecuencia, los fundamentos «ínfimos» del poder. Detrás de él está la fachada de algo «elevado».

Esto «elevado» es la ideología.

La ideología como modo aparente de relacionarse con el mundo, que da al individuo la ilusión de ser una persona con una identidad digna y moral y así le hace más fácil no serlo; la ideología como imitación de algo «metapersonal» y «desinteresado» que le permite engañar la propia conciencia y enmascarar ante el mundo y ante sí mismo su condición real y su humillante «modus vivendi» […]

El individuo no está obligado a creer todas estas mistificaciones, pero ha de comportarse como si las creyese o, por lo menos, tiene que soportarlas en silencio o comportarse bien con los que se basan en ellas.

Por tanto, está obligado a vivir en la mentira.

No tiene que aceptar la mentira. Basta que haya aceptado la vida con ella y en ella. Ya con esto ratifica el sistema, lo consolida, lo hace, lo es.

Theodore Dalrymple lo dijo con otras palabras

«En mi estudio de las sociedades comunistas, llegué a la conclusión que el propósito de la propaganda comunista no era persuadir o convencer, no informar, sino humillar. Cuando se fuerza a las personas a quedarse calladas mientras se les dicen las mentiras más obvias, (o incluso peor, cuando se les fuerza a que ellas mismos repitan esas mentiras) pierden de una vez para siempre todo su sentido de integridad. Asentir a mentiras obvias es…de forma reducida convertirse en malvado uno mismo. Por lo tanto, se erosiona e incluso se destruye la habilidad de uno para resistir algo. Una sociedad de mentirosos castrados es fácil de controlar. Pienso que, si examinas la corrección política, tiene el mismo efecto y objetivo.»

Theodore Dalrymple

La desaparición de la clase media occidental

Traducido desde el francés de «No society» de Christophe Guilluy. 

De Francia a Estados Unidos, de Gran Bretaña a Italia, de Alemania a Escandinavia, la dinámica populista atañe a la misma geografía, las periferias urbanas y rurales, la misma sociología, las categorías modestas que representaban ayer la mayoría de la clase media. Este poderoso movimiento cultural revela también el gran secreto de la globalización: la desaparición de la clase media occidental.

Fiel a su estrategia de negar, ignorar o relativizar el problema, la clase dominante ha buscado de forma evidente minimizar esta contestación del orden dominante, presentándola como la reacción irracional, marginal, de una minoría de deplorables, de obreros o de poco educados. La sorpresa del voto a favor del Brexit, la elección de Donald Trump, la huelga populista europea, la permanencia del voto a Le Pen desde hace más de treinta años […] Son la consecuencia de un movimiento tectónico iniciado hace cerca de medio siglo por la implantación de un modelo económico y social que hace desaparecer la clase media occidental.