Es la estafa del feminismo. Simone de Beauvoir dijo que no se podía dejar que las mujeres pudieran ser esposas y amas de casa, porque muchas preferirían serlo. Pero decir «dedicaros a ser una esclava del jefe y no tengáis hijos» no sonaba bien y no se podía mercadear.
Por ello, se tuvo que vender la mentira de «puedes tener hijos y ser la mejor profesional de España y además darle mil vueltas a los hombres y lucir siempre fabulosa y atractiva mientras tus hijos están mejor cuidados que nadie». Nadie puede tenerlo todo, ni hombres ni mujeres, porque el tiempo y la energía son limitados, pero las mujeres se lo tragaron con una credulidad digna de admiración.
Entraron al mercado de trabajo, el número de empleados se duplicó, el poder adquisitivo de los sueldos cayó a la mitad (por la ley de la oferta y la demanda) y ahora se necesitaban dos sueldos para una familia en vez de uno (lo que querían los capitalistas). En vez de una persona trabajando y otra cuidando a los niños y a los viejos, tenemos dos personas trabajando como mulas, pagando impuestos para mantener a un ejército de chupópteros y los niños y los viejos que se apañen como puedan, con las horas que deja libre el trabajo (así salen las nuevas generaciones). A esto se le llama «progreso».
¿Quién ha dicho que ganar dinero, triunfar en tu carrera profesional y hacer rica a tu empresa sea el objetivo de la vida? Nadie muere con el remordimiento de «debería haber sacado un máster más o trabajado más». El objetivo de la vida (al menos en la parte terrenal) es tener hijos, criarlos y educarlos. Para eso estamos programados por la biología y eso es lo que da más felicidad. El trabajo es solo un medio para mantener una familia. Por ello, el hombre (como el macho de cualquier especie animal) es un actor secundario.
Yo hubiera sido feliz siendo amo de casa, cuidando a mis niños y que mi mujer me mantuviera. Para un hombre, esto es imposible, porque las mujeres no aceptan. Lo que nunca comprendí es el ansia de las mujeres por estresarse y matarse a trabajar. Los hombres no podíamos librarnos de eso pero las mujeres sintieron que eso era una liberación. Estudios demuestran que son más infelices que hace 30 años, pero bueno es lo que querían y ya lo tienen.