¿Por qué no nos damos cuenta de las contradicciones? ¿Qué hay de demente en nosotros?

Por Bruce Charlton. Original en inglés aquí

Creo que son nuestras suposiciones profundas las que son dementes, no los «hechos» que aparecen en la superficie.

(De hecho, esta es la forma que la psicosis delirante funciona en su mayor parte. Aunque puede haber también percepciones falsas (es decir, alucinaciones), la mayoría de ideas falsas provienen de cómo se interpretan los datos comunes y compartidos [por todas las personas])

Así, se tiene la falsa suposición de que los grupos de hombres, de mujeres, de europeos, de afroamericanos… tienen todos la misma inteligencia (‘g’)  y rasgos de personalidad idénticos al 100%. Por ello, las personas suponen que todos y cada uno de los hechos [que se conocen] sobre las diferencias en logros [entre esos grupos] «deben» deberse a prejuicios y discriminación irracionales (incluso si esos prejuicios y discriminación son mayormente invisibles).

Lo mismo pasa con el calentamiento global antropogénico [producido por el hombre] y basado en CO2. El problema subyacente son las falsas suposiciones de que los científicos pueden 1) predecir y 2) controlar el clima global, cuando no hay ni una pizca de razón para suponer que cualquiera de estas suposiciones sea cierta (y, por contraste, hay tropecientas razones para creer que 1) no sabemos cuál será el futuro del clima terrestre y 2) no podríamos controlarlo incluso si lo supiéramos).

Por lo tanto, el problema es mucho más profundo que «darse cuenta» [de la situación] – porque nuestras suposiciones falsas e incoherentes hacen que, incluso cuando la gente se da cuenta, no se produce ninguna diferencia en su comprensión.

Los Asuntos Importantes que nos meten por los medios de masas y las redes sociales son, por supuesto, una distracción, pero, con casi toda la población conectada y adicta las 24 horas del día y los 7 días de la semana, cualquier distracción específica es cubierta por una total inundación de datos que tienen prioridad sobre nuestras experiencias personales y nuestro razonamiento de sentido común.

La raíz de ello es la negación de Dios, del reino espiritual (No quiero decir «cristiano» específicamente – quiero decir la negación de que la vida tiene cualquier aspecto divino o no material).

A nivel biológico, esto destruye nuestras adaptaciones psicológicas evolutivas  – en otras palabras, no logramos reproducirnos.

La primera generación de nihilistas sin Dios funcionó bien, porque la criaron de forma religiosa, pero a partir de ella (y conforme murieron las anteriores generaciones y su efecto amortiguador), las poblaciones occidentales se han adentrado cada vez más en la locura.

Con los dioses eliminados, nuestros sistemas de creencias carecen de núcleo. Por ello, las creencias modernas son colecciones cambiantes de deseos efímeros.

Hemos evolucionado para funcionar con ese núcleo divino, sin él somos inadaptados [biológicamente al entorno] y, por supuesto, todas las poblaciones occidentales se están extinguiendo en todas partes (en medio de la abundancia, sin depredadores y con poca muerte prematura – nos extinguimos porque así lo hemos decidido).

Además de esto, no notamos y no podemos reconocer amenazas existenciales como el totalitarismo globalista, la inmigración massiva forzosa e indefinida o la estratégica destrucción funcional de las instituciones (mediante la convergencia universal hacia un programa político expansivo y contradictorio basado en la clase/raza/sexo/sexualidad).

Somos una sociedad que está enferma mentalmente en grado terminal y la raíz de  nuestra enfermedad es el ateísmo, negar a Dios, el materialismo… llámalo como quieras. Si no curamos eso, entonces nada más importa.