Historia del gravitismo

Era un país lejano, donde el filósofo del rey decidió que todas las direcciones del espacio (arriba, abajo, derecha e izquierda) debían ser iguales. Por lo tanto, que las cosas cayeran hacia abajo, se consideraba una discriminación intolerable, a la que se le dio el nombre del gravitismo. El filósofo usó la escuela y la tele durante décadas para adoctrinar a todos los ciudadanos de que esto era así.

En unas décadas, la gente dedicó un montón de esfuerzos a que las cosas no cayeran al suelo. Se puso en el piso de todos los centros públicos unos ventiladores de aire que enviaban aire hacia arriba (se les llamó «propulsores de aire antigravitistas») y mantenían todo flotando: en especial, los escritorios y las sillas, con los funcionarios y ciudadanos sentados encima de ellos. Esto era incómodo pues las cosas estaban siempre moviéndose y costaba una fortuna en dinero de impuestos, pero todos creían que era dinero y esfuerzo bien empleado. Estos propulsores también estaban en las calles y en las casas de los ciudadanos.

Sin embargo, no eran perfectos y cuando uno se desviaba del camino, acababa cayendo él y todas sus cosas. Continuamente caían cosas de forma inconsciente y esto era señal de que había un gravitismo estructural y un gravitismo cotidiano producto de tantos siglos de opresión gravitista. Y era una señal de que había que luchar más fuertemente contra el gravitismo, con lo cual se creaban más leyes y se invertía más dinero para esta causa. La gente tenía cada vez menos niños, pues el acto sexual era muy difícil con las turbulencias de aire que enviaban los propulsores y que separaban a los amantes. Además, el tiempo, dinero y energía que se dedicaban a luchar contra el gravitismo no les dejaban mucho para tener hijos.

Vino gente de otros países que no creían en el gravitismo. Ellos podían caminar y vivir sin tener que dedicar toda su existencia a luchar contra el gravitismo, así que no necesitaban tanto dinero para vivir y tenían más hijos. Cuando fueron la mayoría de la población, prohibieron el gravitismo y desconectaron los propulsores.