Discurso sobre la dictadura. Juan Donoso Cortés

Discurso sobre la dictadura ante el Parlamento Español

Juan Donoso Cortés

4 de enero de 1849

Señores, no hay más que dos represiones posibles, una interior y otra exterior; la religiosa y la política. Estas son de tal naturaleza, que cuando el termómetro religioso esta subido, el termómetro de la represión política está bajo; y cuando el termómetro religioso está bajo, el termómetro político, la represión política, la tiranía esta alta. Esta es una ley de la humanidad, una ley de la historia.

Y si no, señores, ved lo que era el mundo, ved lo que era la sociedad que cae al otro lado de la Cruz, decid lo que era cuando no había represión interior, cuando no había represión religiosa. Entonces aquella era una sociedad de tiranías y de esclavos. Citadme un solo pueblo donde no haya esclavos y donde no haya tiranía. Este es un hecho incontrovertible, este es un hecho incontrovertido, este es un hecho evidente.

La libertad, la libertad verdadera, la libertad de todos y para todos no vino al mundo sino con el Salvador del mundo. Este también es un hecho incontrovertido, es un hecho confesado hasta por los mismos socialistas que lo confiesan. Los socialistas llaman a Jesús un hombre divino, y los socialistas hacen más, se llaman sus continuadores. ¡Sus continuadores, Santo Dios! ¿Ellos, los hombres de sangre y de venganzas, continuadores del que no vivió sino para hacer bien; del que no abrió la boca sino para bendecir; del que no hizo prodigios sino para librar a los pecadores del pecado, a los muertos de la muerte; el que en el espacio de tres años hizo la revolución más grande que han presenciado los siglos, y la llevó a cabo sin haber derramado más sangre que la suya?

Señores, os ruego me prestéis atención; voy a poneros en presencia del paralelismo más maravilloso que ofrece la historia. Vosotros habéis visto que en el mundo antiguo, cuando la represión religiosa no podía bajar más porque no existía ninguna, la represión política subió hasta no poder más, porque subió hasta la tiranía. Pues bien, con Jesucristo, donde nace la represión religiosa, desaparece completamente la represión política. Es esto tan cierto, que habiendo fundado Jesucristo una sociedad con sus discípulos, fue aquella la única sociedad que ha existido sin gobierno. Entre Jesús y sus discípulos no había más gobierno que el amor del Maestro a los discípulos y el amor de los discípulos al Maestro. Es decir, que cuando la represión [religiosa interior] era completa, la libertad [política] era absoluta.

Sigamos el paralelismo. Llegan los tiempos apostólicos, que los estenderé, porque así conviene ahora a mi propósito, desde los tiempos apostólicos propiamente dichos, hasta la subida del cristianismo al Capitolio en tiempo de Constantino el Grande.

En este tiempo, señores, la religión cristiana, es decir la represión religiosa interior, estaba en todo su apogeo; pero aunque estaba en todo su apogeo, sucedió lo que sucede en todas las sociedades compuestas de hombres, que comenzó a desarrollarse un germen, nada más que un germen de licencia y de libertad religiosa. Pues bien, señores, observad el paralelismo: a este principio de descenso en el termómetro religioso corresponde un principio de subida en el termómetro político. No hay todavía gobierno, no es necesario el gobierno, pero es necesario ya un germen de gobierno. Así en la sociedad cristiana entonces no había de hecho verdaderos magistrados, sino jueces árbitros y amigables componedores, que son el embrión del gobierno. Realmente no había más que eso; los cristianos de los tiempos apostólicos no tuvieron pleitos, no iban a los tribunales, decidían sus contiendas por medio de árbitros. Obsérvese, señores, cómo con la corrupción va creciendo el gobierno.

Llegan los tiempos feudales, y en estos la religión se encuentra todavía en su apogeo, pero hasta cierto punto viciada por las pasiones humanas. ¿Qué es lo que sucede, señores, en este tiempo en el mundo político? Que ya es necesario un gobierno real y efectivo, pero que basta el más débil de todos, y así se establece la monarquía feudal, la más débil de las monarquías.

Seguid observando el paralelismo. Llega, señores, el siglo XVI. En este siglo, con la gran reforma luterana, con ese grande escándalo político y social, tanto como religioso, con ese acto de emancipación intelectual y moral de los pueblos, coinciden las siguientes instituciones. En primer lugar, en el instante, las monarquías, de feudales, se hacen absolutas. Vosotros creeréis, señores, que más que absoluta no puede ser una monarquía: un gobierno, ¿qué puede ser más que absoluto? Pero era necesario, señores, que el termómetro de la represión política subiera más, porque el termómetro religioso seguía bajando; y con efecto subió más. ¿Y qué nueva institución se creó? La de los ejércitos permanentes. ¿Y sabéis, señores, lo que son ejércitos permanentes? Para saberlo, basta saber lo que es un soldado: un soldado es un esclavo con uniforme. Así, pues, veis que en el momento en que la represión religiosa baja, la represión política sube al absolutismo, y pasa más allá. No bastaba a los gobiernos ser absolutos; pidieron y obtuvieron el privilegio de ser absolutos y tener un millón de brazos.

A pesar de esto, señores, era necesario que el termómetro político subiera más, porque el termómetro religioso seguía bajando; y subió más. ¿Qué nueva institución, señores, se creó entonces? Los gobiernos dijeron: tenemos un millón de brazos y no nos bastan; necesitamos más, necesitamos un millón de ojos; y tuvieron la policía, y con la policía un millón de ojos. A pesar de esto, señores, todavía el termómetro político y la represión política debían subir, porque a pesar de todo, el termómetro religioso seguía bajando; y subieron.

A los gobiernos, señores, no les bastó tener un millón de brazos; no les bastó tener un millón de ojos; quisieron tener un millón de oídos, y los tuvieron con la centralización administrativa, por la cual vienen a parar al gobierno todas las reclamaciones y todas las quejas.

Y bien, señores; no bastaba esto, porque el termómetro religioso siguió bajando, y era necesario que el termómetro político subiera más. ¡Señores, hasta dónde! Pues subió más.

Los gobiernos dijeron: no me bastan para reprimir, un millón de brazos; no me bastan para reprimir, un millón de ojos; no me bastan para reprimir, un millón de oídos; necesitamos más: necesitamos tener el privilegio de hallarnos a un mismo tiempo en todas partes. Y lo tuvieron; y se inventó el telégrafo [Nota: en nuestra época, se inventó Internet y el smartphone, que nos vigilan a todos].

Señores, tal era el estado de la Europa y del mundo cuando el primer estallido de la última revolución vino a anunciarnos, a anunciarnos a todos, que no había bastante despotismo en el mundo; porque el termómetro religioso estaba por bajo de cero. Ahora bien, señores, una de dos…

Yo he prometido, y cumpliré mi palabra, hablar hoy con toda franqueza.

Pues bien, una de dos : o la reacción religiosa viene o no : si hay reacción religiosa, ya veréis, señores, como subiendo el termómetro religioso comienza a bajar natural, espontáneamente, sin esfuerzo ninguno de los pueblos, ni de los gobiernos, ni de los hombres, el termómetro político, hasta señalar el día templado de la libertad de los pueblos : pero si por el contrario, señores, y esto es grave [..]; pues bien, señores, yo digo que si el termómetro religioso continúa bajando, no sé adónde hemos de parar. Yo, señores, no lo sé, y tiemblo cuando lo pienso. Contemplad las analogías que he puesto a vuestros ojos; y si cuando la represión religiosa estaba en su apogeo no era necesario ni gobierno ninguno siquiera, cuando la represión religiosa no exista, no habrá bastante con ningún género de gobierno, todos los despotismos serán pocos.

Señores, esto es poner el dedo en la llaga, esta es la cuestión de España, la cuestión de Europa, la cuestión de la humanidad, la cuestión del mundo.

Considerad una cosa, señores. En el mundo antiguo la tiranía fue feroz y asoladora, y sin embargo esa tiranía estaba limitada físicamente, porque todos los Estados eran pequeños, y porque las relaciones internacionales eran imposibles de todo punto; por consiguiente en la antigüedad no pudo haber tiranías en grande escala, sino una sola, la de Roma. Pero ahora, señores, ¡cuán mudadas están las cosas!

Señores, las vías están preparadas para un tirano gigantesco, colosal, universal, inmenso; todo está preparado para ello: señores, miradlo bien; ya no hay resistencias ni físicas ni morales: no hay resistencias físicas, porque con los barcos de vapor y los caminos de hierro no hay fronteras; no hay resistencias físicas, porque con el telégrafo eléctrico no hay distancias; y no hay resistencias morales, porque todos los ánimos están divididos y todos los patriotismos están muertos. Decidme, pues, si tengo o no razón cuando me preocupo por el porvenir próximo del mundo: decidme si al tratar de esta cuestión no trato de la cuestión verdadera.

Una sola cosa puede evitar la catástrofe, una y nada más: eso no se evita con dar más libertad, más garantías, nuevas constituciones; eso se evita procurando todos, hasta donde nuestras fuerzas alcancen, provocar una reacción saludable, religiosa. Ahora bien, señores: ¿es posible esta reacción? Posible lo es: pero ¿es probable? Señores, aquí hablo con la más profunda tristeza: no la creo probable. Yo he visto, señores, y conocido a muchos individuos que salieron de la fe y han vuelto a ella: por desgracia, señores, no he visto jamás a ningún pueblo que haya vuelto a la fe después de haberla perdido.

El objetivo de la religión progre es consolidar el dominio de la clase alta

[Traducido de aquí pero modificado y reordenado para mayor claridad y para adaptarlo a la cultura española.]

He leído el último post de Scott Alexander, llamado «Los rituales gay son rituales civiles» en el que afirma que la Marcha por el Orgullo Gay es comparable a las procesiones católicas de Pascua: el Orgullo es un ritual de la nueva religión civil de Occidente.

Esta lectura ha consolidado mis ideas sueltas en un todo coherente:

  • 1. La ideología oficial de una sociedad es una religión (aunque no tenga el concepto de Dios, pues muchas religiones no lo tienen).
  • 2. Nuestra religión oficial en Occidente es la religión progre.
  • 3. Esta religión oficial existe para justificar el dominio de la clase alta.
  • 4. Lo justifica afirmando que se preocupa por los pobres, los oprimidos, los que no tienen poder, etc.
  • 5. Pero, por supuesto, en una forma que no ponga en peligro el dominio de la clase alta.

Esto explica algunas cosas:

  1. Porque las jaurías progres en las redes sociales y su enfoque de las relaciones sociales parecen la conducta de una secta (porque literalmente es la conducta de una secta).
  2. Porque toda la sociedad (incluyendo la derecha) quiere participar en la Marcha del Orgullo Gay (porque es uno de los rituales principales de la nueva religión oficial).
  3. Porque empresas y multinacionales se esfuerzan en ser asociadas con la Marcha del Orgullo Gay (para usar la religión progre para justificar moralmente los enormes montones de dinero que ganan).
  4. Porque tantas jaurías progres atacan a gente pobre y sin poder, desde dueños de tiendas a porteros (porque no sirvieron a la élite progre con suficiente deferencia).
  5. Y porque tan poco de esa religión progre trata de cosas que mejoran de verdad la vida de los pobres (porque ese no es el objetivo).

De hecho, la religión progre está formada por dos tipos de personas. Aquellos que son de la élite y, por lo tanto, les favorece, pues consolida su poder. Y aquellos que intentan aumentar su estatus social demostrando que tienen las ideas correctas (los que presumen de ser tolerantes y progresistas para aumentar su estatus, es decir, los que se dedican al postureo moral).

La religión progre se trata del poder y del estatus y no de tratar con los pobres, lo que es sólo una justificación. Incluso en esas justificación, los progres no tienen idea de lo que es ser un pobre, así que sus ideas suelen dañar a los progres.

Como ejemplo, tenemos la oposición de los progres a dividir los grupos de clase de la educación pública entre los alumnos más dotados y los menos dotados, en nombre de la igualdad. Esta división es la única manera de identificar a los alumnos pobres inteligentes y darles una educación pública de calidad, para que puedan superarse saliendo de la pobreza por medio del estudio. Sólo así la educación funciona como el «ascensor social» de los pobres.

Por el contrario, los progres prefieren que los que pueden y quieren estudiar  se mezclen con los que ni pueden ni quieren estudiar ni dejan estudiar a los otros. De forma que el profesor baje el nivel y haya una mala educación para todos. Esto perjudica a los pobres (que no pueden superarse y dejar de ser pobres) mientras que favorece a los ricos, que pueden enviar a sus hijos a una escuela privada.

En resumen, la actitud progre respecto a la educación perjudica a los pobres y beneficia a las clases altas, que es de lo que va toda la religión progre. Además, aumenta el estatus de los progres (que pueden presentarse como «los que no quieren que ningún alumno quede rezagado») y su poder (pues los padres de los alumnos no brillantes siempre son más numerosos que los padres de los alumnos brillantes).

En general, las ideas pueden dividirse en dos clases: las que se transmiten verticalmente (de padres a hijos, como las mitocondrias) y las que se transmiten horizontalmente (a lo largo de la sociedad, como los virus). Las ideas verticales tienden a promover tu salud y bienestar, porque si no lo hicieran, los hijos de tus antepasados hubieran muerto y tú no hubieras nacido. Lavarte los dientes es una idea vertical que mejora tus probabilidades de no morir de problemas dentales.

Las ideas horizontales no necesitan mejorar tu salud para expandirse. Al menos en el corto plazo, sólo necesitan expandirse más rápido que el ritmo en que la gente muere por ellas. Así, por ejemplo, la idea de drogarse es una idea que se expande por la sociedad más rápidamente que mata gente o reduce el número de hijos que tiene la gente.

La religión progre es una idea horizontal, que se expande de forma viral. En las mentes de todo aquel que no pertenezca a la élite, es funcionalmente un parásito mental, que les convence de aceptar el dominio de la élite basándose en que «es bueno para los oprimidos».

Si de verdad quieres hacer el bien:

  1. Sé sincero.
  2. Sé realista.

About the hiddenness of God

Nobody can change your mind. You have made your mind. You are positive that God does not exist. Then, why do you keep on watching videos about the Kalam argument? And when you watch them, you say that philosophy is not enough to you. So why do you watch philosophical videos about the existence of God? And then you say, this is pissing you off. So why do you watch videos that are pissing you off? Are you not aware that this is not a rational attitude nor a healthy attitude on your behalf, that you are harming yourself?

If God does not exist, you only have this life. And life is short. Time flies (I remember when I was young, ten seconds ago). There is no need to waste time in these videos. Enjoy life. There is no need to get angry. I don’t believe in UFOs. This is why I don’t watch UFOs videos at all, let alone comment in them. No UFO video can make me angry and I don’t complain to people that believe in UFOs. The opposite of love is not hate but indifference.

Why are you angry that you are going to end up in Hell if you don’t believe in Hell? Why are you angry that God does not manifest Himself to you (you say: «SHOW YOURSELF TO ME YOU COWARD»). But, if God does not exist, He cannot show Himself to you. So why are you disappointed? Because your parents told you God exists? My parents told me many things and some of them were not true. No need to be angry. Your parents did the best they could: with love, they taught you what they thought it is true, from common life to politics to theology. Some of this is true, some of this is not true. You will do the same with your kids.

It seems to me that you have some work to do inside yourself. If you want to be a complete atheist, stop watching theist videos, being angry at God and enjoy your life. The opposite of love is indifference. If you want to find out why God is hidden, you can research it (for example, https://www.youtube.com/watch?v=3YvXeLtdVBE) but I doubt the arguments will convince you if you think you are entitled to a personal appearance of the Creator of the Universe to you. Whatever you do, you cannot be in the middle place you are (disbelieving in God while being obsessed and angry with God). This is harming you. Life is too short. You should define yourself if you want to have some peace. Peace.

Sobre la crisis de la replicabilitat

Percentatge de resultats científics que s’han pogut repetir dels que s’han publicat en revistes prestigioses de Biologia.

Les ciències socials son les pitjors pero es comú en tota la ciència
https://www.reuters.com/article/us-science-cancer/in-cancer-science-many-discoveries-dont-hold-up-idUSBRE82R12P20120328

Es van seleccionar 53 publicacions especialment significatives sobre el càncer. 47 no van poder ser replicades.

Es una epidèmia general. Es diu «la crisi de la replicabilitat».

El sistema d’acceptar publicacions, l’anomenat «peer review» es basa en la confiança perquè replicar cada experiment és costós i no hi ha la voluntat.

Es podria fer, però el nombre de publicacions hauria de disminuir dràsticament en el món. Això no seria un problema per a la ciència perquè la majoria de publicacions no es lligen mai ni serveixen per a res mai.

Però seria un problema per a tota la gent que viu i és avaluada per les seues publicacions: doctorands, professors, investigadors, etc. La ciència és un gran negoci i hi menja molta gent.

En comptes d’això, s’usa el peer review, que té més forats que un formatge
1) Per a començar, moltes vegades estàs treballant en un camp tan específic que el que t’està revisant no té ni idea. A més és anònim i pot fer el que vol. Es com si els meus alumnes estudiaren programació i jo només sapiera bases de dades. A més ningú sap el nom del professor així que jo puc posar les notes que em dona la gana (Jo he sigut objecte d’això. Llegint la revisió pensava: «Este tio no ha entés el meu paper»)

2) Per seguir, els revisors tenen biaixos. Un investigador va enviar dos papers a un munt de revistes: eren iguals excepte que el primer deia que els progressistes eren tolerants i el segon deia que els conservadors eren més tolerants. El primer es va acceptar i el segon no, perquè la gent que treballa a les Universitats és progre total.

3) A més de vegades hi ha errors en l’experiment inicial: la mostra és xicoteta, l’experiment està mal dissenyat o simplement el criteri estadístic que s’usa normalment és inadequat per a la ciència. (Este llibre estadístic parla d’això https://www.amazon.com/Uncertainty-Soul-Modeling-Probability-Statistics-ebook/dp/B01JEJNUJK/)

4) I finalment hi ha el tema del frau. Hi ha molts diners en joc. Hi ha gent que no té escrúpols a l’hora de falsejar els resultats per aconseguir subvencions

Si el revisor no detecta 3) i 4) doncs això passa

El que tenim ací és la conseqüència pràctica de la religió de l’egoisme. Els efectes d’una religió s’estenen a totes les parts de la societat

Els científics fins al principi del segle XX s’havien criat en una cultura cristiana (o jueva) i pensaven que la veritat és absoluta i buscaven la veritat amb una dedicació religiosa. Einstein pensava que l’objectiu de la ciència és descobrir el disseny de Déu. Amb eixos científics si que funcionava el peer review, perquè d’ells es podia un confiar. Eren rigorosos i no fraudulents.

Hui la veritat és relativa i l’únic que interessa és l’egoisme (diners, fama, poder, etc). Així que això també es reflecteix en la ciència

Teoría de los ciclos (I). La trayectoria de la historia humana y su explicación.

Esta es la primera parte del escrito «Teoría de ciclos».

En esta primera parte, explicaremos porqué la historia humana se da con una combinación de progreso y ciclos.

En esta segunda parte, explicaremos un modelo de la conducta humana que explica los ciclos a pequeña escala (unas pocas generaciones).

En la tercera parte, extenderemos este modelo para explicar los ciclos a gran escala de las civilizaciones.

1. ¿Cuál es la trayectoria de la historia humana?

Las culturas más antiguas (las culturas grecorromana, india, china, inca, azteca y maya) creían que el tiempo era cíclico. Según ellas, la historia avanza en ciclos, de forma que los tiempos mejoran un tiempo, después empeoran un tiempo y el ciclo vuelve a comenzar. Es decir, la trayectoria de la historia sería así:

(En este tipo de gráficos, el pasado se representa a la izquierda y el futuro a la derecha. Si el gráfico va hacia arriba, representa que se mejora y si va hacia abajo que se empeora).

El Antiguo Testamento introduce la idea del tiempo lineal, que adoptará nuestra civilización occidental a través del cristianismo. A partir del siglo XVII, este tiempo lineal se considera que avanza con el progreso. Es decir, las cosas siempre mejoran. La historia progresaría así, siempre hacia arriba, siempre mejorando:

Esta claro que algunas cosas (como la tecnología) mejoran continuamente, mientras que otras (como la economía o el clima) van en ciclos. Entonces, ¿cuál es la dirección que lleva la historia humana?

Si estudiamos los aspectos materiales de la historia de la humanidad (al menos, desde la invención de la civilización), vemos que la trayectoria es ascendente, de progreso, pero que este progreso no se da de forma continua, sino en forma de ciclos. Los últimos 5000 años de civilizaciones en el Mediterráneo se resumen en el siguiente gráfico.

(El gráfico no es totalmente exacto porque cada civilización mejora y empeora y aquí aparecen representadas con una línea plana. Además cada civilización está considerablemente por encima del anterior).

Este gráfico representa los últimos 5000 años de historia civilizada en el área mediterránea, que se desarrolla así:

  1. Primero, hay culturas de la Edad de Bronce que acaban cayendo sobre 1200 a.C.
  2. Sigue una Edad Oscura (de gran pobreza y guerra).
  3. De esta Edad Oscura se recupera la civilizacion: son las culturas de la antigüedad clásica, que son mucho mejores que la anteriores de la Edad de Bronce.
  4. La antigüedad clásica cae en 476 d.C, con la caída del Imperio Romano.
  5. Sigue una Edad Oscura y las culturas que aparecen (Occidente e Islam) superarán a la antigüedad clásica por mucho.

Así la trayectoria histórica se podría representar gráficamente de la siguiente forma:

Es decir, a muy largo plazo, la trayectoria es ascendente (progreso). Sin embargo, en una escala de miles de años, vemos como las civilizaciones surgen, crecen, llegan a su apogeo, decaen y mueren (ciclos). Siguen la misma trayectoria que una persona, pero cada vuelta del ciclo dura entre 1500 y 2500 años (en vez de los 80 años de una vida humana). Sin embargo, la siguiente civilización empieza a un nivel más alto que la anterior, por lo que a largo plazo se puede hablar de progreso.

(En nuestros días, vemos que la cultura de Occidente está en decadencia desde 1918 -ya lleva un siglo de decadencia- y la decadencia es cada vez más evidente. Estamos, pues, en la parte descendente del ciclo, al menos, en lo que se refiere a Occidente y, muy probablemente, a toda la civilización, pues Occidente es la locomotora de las otras culturas).

El motivo de este escrito es explicar el POR QUÉ de esta trayectoria de ciclos que progresan. Veremos que la trayectoria está codificada en la misma naturaleza humana, es decir, en la misma biología del ser humano y, por lo tanto, es inevitable. Los esfuerzos humanos más intensos pueden desviar un poquito esta trayectoria a corto plazo pero no pueden hacer nada con las tendencias a largo plazo.

Esto son malas noticias en la parte descendente de cada ciclo, es decir, en la decadencia de una civilización, como es la que se vive en nuestro tiempo. Pero hay que decir que vivimos en el corto plazo y cualquier pequeña mejora de la trayectoria a corto plazo puede producir mejoras sustanciales para nosotros y nuestros hijos. Y para las cosas que no se pueden cambiar, es una buena estrategia dejar de preocuparse y dejar de dedicar esfuerzos inútiles.

2. Cómo se explica la trayectoria de la historia humana

Hemos visto que la trayectoria de la historia humana es la siguiente:

Esta trayectoria se explica porque el ser humano puede adquirir dos tipos de aprendizaje:

  • El aprendizaje intelectual son los conocimientos que se adquieren de forma intelectual: leyendo libros, asistiendo a la escuela, haciendo experiementos científicos o simplemente porque alguien nos los explica (por ejemplo, cuando los padres enseñan a un niño como usar un ascensor).
  • El aprendizaje vivencial son las actitudes que se adquieren de forma vivencial (en la escuela de la vida, por así decirlo). No las puedes aprender bien si no las vives, pues se aprenden de forma emocional y no intelectual. Un ejemplo sería la actitud de ser ahorrador.  El hijo de un rico no puede aprender esa actitud porque nunca ha experimentado la necesidad de ahorrar. Por el contrario, el hijo de un pobre ha visto cómo a veces no llegaba el dinero para algo necesario y ha aprendido a ahorrar al máximo. Hay cosas que para aprenderlas, hay que vivirlas.

Como veremos más abajo, el aprendizaje intelectual siempre se acumula así que su trayectoria es de progreso. Los conocimientos intelectuales evolucionarían así:

Como veremos más abajo, el aprendizaje vivencial va en ciclos: aumenta para después disminuir. Así su trayectoria es así:

Entonces, como el ser humano y las culturas necesitan estos dos tipos de aprendizaje, la trayectoria de la historia es la combinación de estas dos trayectorias. Es decir, se representa con el siguiente gráfico, que es la combinación (o la resultante) de los dos anteriores:

Esto explica la dirección de la historia, siempre que podamos explicar la trayectoria de cada uno de estos componentes (aprendizaje intelectual y aprendizaje vivencial).

3. Como se explica la trayectoria del aprendizaje intelectual

El aprendizaje intelectual puede pasarse de generación a generación a través de los libros o la enseñanza del viejo al joven. Es por eso que el aprendizaje intelectual va acumulándose a través de las generaciones, de forma continua (con algunas excepciones menores y parciales como la caída del Imperio Romano).

Como el aprendizaje intelectual sólo puede que acumularse , la trayectoria que sigue es totalmente ascendente. Siempre mejora, de esta manera.

Lo vemos en el progreso de la técnica, de la ciencia, de la tecnología, del saber en general que ha seguido una trayectoria de progreso en los últimos 5000 años.

4. Cómo se explica la trayectoria del aprendizaje vivencial.

Lo contrario pasa con el aprendizaje vivencial. El gran drama de la especie humana es que no hay forma eficaz de transmitir el aprendizaje vivencial entre personas y, más concretamente, entre generaciones.

El aprendizaje vivencial lo debe adquirir cada persona por separado. Es por eso que la mayoría de consejos vivenciales caen en saco roto. Cada persona debe aprender las lecciones vivenciales dándose golpes con la vida: «learning the hard way» (como dicen los americanos) o «aprendiendo a las bravas» (como dicen los latinoamericanos).

Así, el abuelo que vivió la posguerra española aprendió muy bien la necesidad de ahorrar y no despilfarrar el dinero. Sin embargo, su nieto, que ha vivido siempre en la abundancia, no ahorra nada y despilfarra como si no hubiera mañana.

El abuelo le puede decir al nieto que es importante ahorrar y el nieto puede comprenderle intelectualmente, pero no puede comprenderle vivencialmente. La necesidad emocional que siente el abuelo de ahorrar (la angustia por un futuro incierto en el que no haya suficiente dinero) no la puede transmitir a un nieto que nunca ha sabido que es un futuro incierto o que no haya suficiente dinero. El nieto puede comprender «un futuro incierto» o «falta de dinero» desde el punto intelectual, pero no puede sentir esa angustia emocional que el abuelo siente. El abuelo no puede transmitírsela, por mucho que la explique, porque esa angustia sólo se adquiere viviendo en tiempos de escasez.

Así, el filósofo existencialista Camus vio a la humanidad como Sísifo, un mito griego. Sísifo había sido condenado por los dioses a subir una piedra pesada a una montaña durante toda la eternidad. Cuando la piedra llegaba a la cima de la montaña, caía y Sísifo tenía que volver a empezar. Y así durante toda la eternidad.

De la misma manera, el hombre tiene que aprender vivencialmente con gran esfuerzo. Después la muerte se lleva todo este aprendizaje vivencial y otro hombre deberá comenzar de nuevo a aprender lo mismo.

Camus era un filósofo ateo y, por ello, el mito de Sísifo era, para él, una ilustración del destino trágico del hombre.

Sin embargo, desde el punto de la fe, el hombre adquiere el conocimiento vivencial para prepararse para la vida después de la muerte. Esta vida terrenal es una experiencia de aprendizaje vivencial y, al final de ella, vienen los exámenes, que no son intelectuales, sino vivenciales. “Al atardecer de la vida nos examinarán del amor” (San Juan de la Cruz).

Pero me estoy desviando. Lo que nos interesa aquí del aprendizaje vivencial es que no se puede transmitir eficazmente entre personas. Es por eso que, con el tiempo, conforme pasan las generaciones, ese conocimiento se va olvidando y se debe volver a aprender, como en el mito de Sísifo (esto lo veremos con más detalle en la siguiente parte de este escrito).

Dicho con otras palabras, el aprendizaje vivencial se adquiere, se olvida, se adquiere y se olvida y así hasta el infinito. Hay un eterno olvido y reaprendizaje. (Para un ejemplo de esto, se puede leer este artículo). Por ello, la trayectoria del aprendizaje vivencial es la siguiente.

Esto se aplica a todo grupo humano que dure unas cuantas generaciones. Por ejemplo, es bien sabido que, en media, una empresa familiar en España dura tres generaciones: la primera generación crea la empresa con gran esfuerzo, la segunda la mantiene y la tercera la despilfarra.

Se ve el ciclo de forma muy evidente en este caso. La tercera generación no puede aprender las lecciones vivenciales de trabajo duro y esfuerzo que tenía la primera generación, porque el aprendizaje vivencial sólo se adquiere viviéndolo.

De la misma manera, pasa con las culturas.

  1. Durante los primeros siglos de una cultura, la cultura es pobre y, por tanto, la gente es austera, trabajadora y tiene buenas costumbres (sólo los que son así no mueren de hambre).
  2. Estas actitudes mantenidas por generaciones crean una gran riqueza que se acumula y la cultura se hace rica.
  3. Los que nacen en esta cultura rica despilfarran esta riqueza, pues no entienden la necesidad de ser austeros, trabajadores y tener buenas costumbres.
  4. Así, la civilización se vuelve pobre y el ciclo vuelve a comenzar.

Como dice G. Michael Hopf,

Los tiempos difíciles crean hombres fuertes.

Los hombres fuertes crean buenos tiempos.

Los buenos tiempos crean hombres débiles.

Los hombres débiles crean tiempos difíciles.

Como he dicho, el drama es que el aprendizaje vivencial no se puede transmitir entre generaciones. Los antepasados no pudieron transmitir a sus descendientes la importancia del trabajo duro, de la austeridad  y de las buenas costumbres, porque este es un aprendizaje vivencial, que no se puede transmitir a largo plazo como hemos visto, sino que uno debe vivirlo por uno mismo. Puedes leer mil veces en un libro de historia como tus antepasados pasaban hambrunas, pero eso no se compara a pasar una hambruna tú mismo. En el primer caso, aprendes de forma intelectual (racional) y en el segundo caso aprendes de forma vivencial (emocional).

Es por eso que el aprendizaje vivencial va en ciclos y combinado con el progreso del aprendizaje intelectual, produce la trayectoria de la historia humana, que es la siguiente:

Por lo tanto, la evolución de la historia es de un progreso a largo plazo pero ciclos a corto plazo. Los ciclos más grandes tienen una duración entre mil y tres mil años y corresponden al ascenso y caída de las civilizaciones. Pero dentro de cada civilización y dentro de cada cultura, existen ciclos más pequeños y, dentro de estos ciclos más pequeños, ciclos aún más pequeños. El ciclo más pequeño a nivel social es el ciclo económico, en el que una expansión va seguida por una recesión. Este ciclo ya está registrado en la Biblia para el antiguo Egipto de los faraones. La Biblia lo llama «siete años de vacas gordas y siete años de vacas flacas» (Genesis 41, 1-36).

Esto se cumple también a nivel personal. Una familia puede tener ciclos que duran generaciones. Por ejemplo, como hemos dicho, es bien sabido que, en media, una empresa familiar en España dura tres generaciones: la primera generación crea la empresa con gran esfuerzo, la segunda la mantiene y la tercera la despilfarra. De forma más limitada, una persona también suele pasar por ciclos más pequeños de aprendizaje vivencial: es típico el ciclo del joven que comienza la vida de forma favorable, no hace caso a sus mayores cuando le dicen que deje la mala vida, entra en una situación desesperada (pobreza, adicción a drogas), se recupera y aprende lo que sus mayores le habían dicho desde un principio (pero de forma vivencial, ya que fue imposible que lo aprendiera de forma intelectual, cuando sus mayores se lo explicaban).

Sin embargo, queda por explicar por qué algunos conocimientos se pueden aprender intelectualmente y otros conocimientos deben aprenderse vivencialmente. Esto tiene sus raíces en la naturaleza humana y debe explicarse de manera más detallada, sobre todo, cuando se aplica a las civilizaciones, lo que haremos en la segunda parte de este escrito.

Psychoanalyzing the sexual revolutionary by Ed Feser

Psychoanalyzing the sexual revolutionary

Original in https://edwardfeser.blogspot.com/2019/07/psychoanalyzing-sexual-revolutionary.html

When someone makes a claim or presents an argument and you pretend to refute it by calling attention to some purported personal shortcoming of his (such as a bad character or a suspect motive), then you’ve committed an ad hominem fallacy.  The reason this is a fallacy is that what is at issue in such a case is the truth of the claimor the cogency of the argument, and you’ve changed the subject by talking about something else, namely the person making the claim or argument.  But as I explained in a post from a few years ago, not every criticism of a person making a claim or argument is an ad hominem fallacy, because sometimes the topic just is the person himself.  For instance, when a person is prone to committing ad hominem fallacies and persists in them despite gentle correction, it is perfectly legitimate to note that he is irrational and maybe even morally defective in certain ways – for example, that he is in thrall to the vice of wrath, or has a willful personality, or is guilty of a lack of charity toward his opponents.

Or that he is in thrall to sins of lust.  I noted in a recent post the tendency of critics of traditional sexual morality to demonize its defenders and attack their motives rather than address their arguments.  The tendency has become more widespread and relentless as the sexual revolution has gone to ever greater extremes.  (Read Rod Dreher’s blog to keep up to date on the latest permutations.)  When I was a teenager, people with looser morals in the area of sex tended to characterize those with more conservative attitudes as prudes or killjoys.  The attitude was that of the frat boy who pities the nerd or bookworm who doesn’t know how to have a good time.  Nowadays the mentality is instead like that of a Bizarro-world Cotton Mather, or perhaps a mashup of Hugh Hefner and Mao Zedong.  Critics of the sexual revolution are treated as agents of the devil or enemies of the people – bigots, haters, oppressors who must be hounded and silenced.

What accounts for this weird transformation?  Of course, the sexual revolutionaries in question would claim that it reflects deepening moral understanding on their part.  But that presupposes that traditional sexual morality is mistaken, which it is not.  But this post is not about defending traditional sexual morality, because I have done that in many other places.  What I am asking is: What accounts for this weird transformation, given the truth of traditional sexual morality?

There is a kind of Stockholm Syndrome among conservative religious believers of a certain mindset, which treats these developments as the regrettable but understandable excesses of well-meaning wounded souls who’ve been done wrong by overzealous and insensitive defenders of traditional morality.  In my opinion, this is delusional.  If it were true, you’d expect that the shrillness of the revolutionaries would decrease as the rhetoric of tolerance, compassion, and respectful coexistence with those who reject traditional sexual morality has become more prevalent among conservatives and religious believers.  Instead, the shrillness has also increased, and dramatically.  The more ass-kissing that religious conservatives do, the more what they get in return is ass-kicking.

An analysis of the situation informed by the traditions of natural law ethics and Christian theology – by Plato and Aristotle, St. Paul and St. Augustine, St. Peter Damian and St. Thomas Aquinas, et al. – will reveal that there is something much more sinister going on.  I would argue that there are at least three psychological factors underlying the increasing extremism and nastiness of those with “progressive” views on matters of sex:

  1. The daughters of lust: InSumma TheologiaeII-II.153.5, Aquinas identifies eight “daughters of lust” or malign effects on the intellect and will that tend to follow upon sexual vice.  For our purposes, the most important are what he calls blindness of mind and hatred of God. As Aquinas notes in another context, “lust…is about the greatest of pleasures; and these absorb the mind more than any others.”  Sexual pleasure is like the pleasure of alcohol use in being perfectly innocent in itself, but also very easy to abuse.  Hence, even in someone with otherwise normal sexual desires, a preoccupation with matters of sex has a tendency to cause him to act foolishly in various ways – to exaggerate the importance of sex, to pursue it in ways that are detrimental to his own well-being and that of people who depend on him, to construct rationalizations for such foolish pursuit, and so forth.

In someone with abnormal sexual desires, the effect is even worse.  For what determines the good use of a human faculty is the end or purpose toward which it is directed by nature.  Hence a healthy moral psychology requires a firm intuitive grasp of what is natural and what is contrary to nature’s purposes.  Repeatedly taking sexual pleasure in activity that is directly contrary to nature’s ends dulls the intellect’s perception of nature, to the point that the very idea that some things are contrary to the natural order loses its hold upon the mind.  The intellect thereby loses its grip on moral reality.

Suppose that some people had a strange psychological deformation that led them to take intense pleasure in entertaining the thought that 2 + 2 = 5.  Repeated indulgence of the desire to contemplate this proposition would make such contemplation addictive, and the very idea that there is such a thing as an objective arithmetical truth to the effect that 2 + 2 = 4 would lose its hold on such a person.  He might judge that it is objectively true instead that 2 + 2 = 5, or he might reject altogether the idea that there is such a thing as objective truth where arithmetic is concerned.  Either way, his intellect will have been blinded.  That is analogous to the blindness of mind that can follow upon ingrained sexual vice.

Such a person is also likely to become hostile to those who try to convince him that 2 + 2 = 4 and that he is simply in the grip of a delusion to think otherwise.  He might take this as a personal attack onhim, on what he is.  “I can’t help but believe that 2 + 2 = 5!  That’s just the way nature made me!  Why are you so hateful?”  Other people might pity him and start to think it cruel to teach arithmetic as it has always been understood, since it will seem to be an implicit marginalization of those who have the odd predilection in question.  They might go along with schemes to alter the mathematics curriculum so that it affirms the legitimacy of such alternative arithmetical beliefs, encourage people to affirm and even celebrate the predilection, and so forth.

The conception of God as having created the natural order according to eternal and immutable mathematical truths would also come to seem odious, as would any religion that incorporated this conception. Indeed, the entire cultural tradition that had incorporated traditional mathematics would appear oppressive and something to be torn down. All of this is analogous to the hatred of God, as author of the moral order, that Aquinas says follows upon ingrained sexual vice.  Religion comes to be either rejected altogether, or replaced by an idolatrous ersatz more hospitable to the vice.

It gets worse.  In Summa Theologiae II-II.53.6, Aquinas teaches that disordered sexual desire is the chief source of sins against the cardinal virtue of prudence, which governs practical reason in general.  Similarly, in Summa Theologiae II-II.46.3 he says that foolishness as a general moral vice arises chiefly from sexual sin.  He isn’t saying that sexual sins are of themselves the worst sins – obviously there are worse sins, such as murder – but rather that they have a special tendency to dull general moral understanding, like the first domino that knocks down the others.  A person or society which has become highly corrupted in matters of sex is especially likely to become morally corrupt full stop.

Hence, return once again to my arithmetic analogy.  In a person or society which started to think in terms of a revisionist arithmetic that made space for the legitimacy of holding that 2 + 2 = 5, the corruption of the intellect would not be confined to arithmetic alone.  Generalcapacity for sound reasoning could not survive such a deformation of the intellect, because it would implicitly undermine the most basic logical principles (such as the law of non-contradiction).

Similarly, in a person or society dominated by sexual vice, it isn’t just moral understanding in matters of sex that would be undermined, butmoral understanding in general.  For the general idea of human faculties having natural purposes is unlikely to survive when the natural purposes of our sexual faculties, specifically (which are about as obvious as natural purposes can be), are obscured.  And the capacity for a coolly dispassionate critical evaluation of our contingent desires in light of nature’s purposes cannot survive in minds that are in thrall to sexual passions, which are the most intense of passions.  But an awareness of natural purposes, and the capacity for dispassionate and critical evaluation of desire, are prerequisites to morality in general.

The infection is bound to leap from the individual, to the culture at large, to the political sphere.  In the Republic, Plato suggests that egalitarian societies tend to become dominated by lust, and have a tendency to degenerate into tyrannies.  For souls dominated by lust are least able to restrain their appetites or to tolerate disapproval of them, which leads to general moral breakdown and an increase in the number of individuals with especially disordered and ruthless temperaments. Tyranny results when such individuals take advantage of the social chaos and impose their wills on the rest.  In Plato’s view, nothing locks you into the allegorical Cave and its world of illusions, fanatically held on to, like sexual immorality.

I have discussed the daughters of lust at greater length in several earlier posts (herehere, and here), and have discussed the way that sexual sins can destroy prudence at greater length in a lecture on cooperation with sins against prudence.  The point to emphasize for present purposes is that the analysis of the effects of disordered sexual desire offered by thinkers like Plato and Aquinas suggests that we should expect such desire to become ever more extreme in its manifestations, and that those in thrall to it will become ever more shrill and hateful toward those who resist them.  And that is exactly what we are seeing today.

  1. It takes a morality to beat a morality: People are naturally reluctant to talk about even the most normal and healthy of their sexual desires and activities, given the deeply personal nature of sex.The subject is simply embarrassing, even for the average person with liberal attitudes about it.  He wouldn’t dream of casually discussing his predilections with a stranger, or with his mother, or at a dinner party.  This goes double for sexual desires and activities that one takes in some way to be aberrant.  A special sense of shame attaches to them, both because of their perverse nature and because of the way the pull of sexual desire can subvert what is most distinctively human, namely our reason and will.  Sexual vice is experienced as dragging one down to the animal level, and when it involves what is contra naturam it is experienced as something even worse.

Or at any rate, it is experienced that way to the extent that at least a general and inchoate sense of the natural order of things endures in one’s consciousness.  Even a person who comes to embrace sexual desires traditionally regarded as disordered, and publicly to define his identity in terms of them, will often feel a residual sense of shame and guilt – and this despite the fact that attitudes about sex have liberalized, and the fact that many sympathize with him and are keen to reassure him of his virtue and status as a victim of prejudice.  An Augustine or Aquinas would attribute this to the voice of conscience. Knowledge of the natural law, they would say, is never entirely destroyed even in the person most in thrall to vice.  It is only ever papered over with layer upon layer of rationalizations.  And sometimes the truth still shines through, albeit dimly.

The sexually “liberated” person refuses to accept that, and not only because he is in love with his vices.  He has dug himself into a hole.  If he initially felt shame about those vices, the shame will only be worse if he decides to embrace them, openly proclaims his attachment to them and even defines himself in terms of them – and then, after all that, later has a re-think and comes to acknowledge that they really were vicious and shameful after all.  The prospect is utterly humiliating, so that it is psychologically that much more difficult to turn back from the path of embracing sexual vice once one has taken it.

Now, nothing counteracts lingering feelings of shame and moral failure the way that feelings of pride and self-righteousness can.  The former can be masked if one can work oneself into the latter.  One can tell oneself: “It is those who call what I do shameful who should be ashamed.  They are the bad people – they are bigots, haters, oppressors.  And I am doing something noble in rejecting their opinions and fighting against them!  Yes, that’s it!”  By a kind of psychological alchemy, vice is transformed into virtue and virtue into vice, and one’s self-esteem is thereby salvaged and even enhanced.

It may seem odd for the natural law theorist to recruit Nietzsche to this analysis, but he is, of course, the great diagnostician of egalitarian transvaluations of values.  Moralistic egalitarian rhetoric is, on Nietzsche’s analysis, a mask for resentment and envy – a way that those with a deep sense of failure and weakness can secure revenge against those who uphold the virtues they can’t measure up to.  Of course, the way Nietzsche develops this sort of analysis is problematic.  For example, he applies it to a critique of Christian morality, but his target is really a caricature of Christian morality.  But the basic idea that transvaluations of values can reflect envy, resentment, and the desire for revenge is plausible, and it is as plausibly applied to liberationist views in the sexual context as it is to the kinds of egalitarianism Nietzsche himself had in mind.

It is also worth noting that as the sexual revolution has progressed, it has led to claims ever more bizarre and manifestly preposterous – such as the claim that the biological distinction between male and female is bogus and an expression of mere bigotry.  How could anyone seriously believe such nonsense?  The motive for wanting to believe it is not mysterious, since one might have gotten oneself locked into sexual vices so extreme that their rationalization requires such an absurd thesis.  But how could one fool oneself into actually believing it?  Here too a kind of Bizarro-world moralism rides to the rescue.  If one can whip oneself up into a self-righteous frenzy that directs attention away from the absurdity of one’s belief and onto the purported bigotry of those who deny it, then the belief can (perhaps just barely) be sustained.  And the more manifestly absurd the belief, the more moralistically shrill will be the rhetorical defense of it, because rhetorical force has to make up for the lack of any rational basis.

We might call this the law of compensatory moralism: The more manifestly shameful or absurd one’s sexual vices, the more shrilly moralistic one will tend to be in attacking those who object to them, so as to compensate psychologically for one’s own deep-down awareness of this shamefulness and absurdity.

  1. Counter-Pharisaism: But why do so many people who do not share such vices go along with this compensatory moralism?Why do even many people whose personal sexual behavior is relatively conservative nevertheless strongly object to any insistence that such conservatism ought to be normative?

In part this is simply a consequence of the lazy relativism and sentimentalism that tend to prevail in egalitarian societies.  The very idea that any one way of life is better than another, and the prospect of someone’s feelings being hurt if one were to suggest otherwise, become intolerable.  (Again, see Plato’s analysis of democracy in the Republic.) Hence even those who prefer to live more conservative lives often won’t let themselves commit the thought-crime of believing that it ismorally better to do so.

But I would suggest that there is more to it than that.  Consider the following analogy.  The Pharisees are often described as having built a “fence” around the Mosaic Law, so as to make it as unlikely as possible that anyone will violate it.  The fence consisted of a set of secondary prohibitions, respect for which was meant to ensure that one wouldn’t even get close to offending against the primary ones.  For example, if you do not allow yourself even to pick grain on the Sabbath, then you will be sure to avoid anything that might more clearly constituteworking on the Sabbath.

Now, what I am suggesting is that tolerance of more recherché sexual vices allows those whose vices are more humdrum to build a “fence” ofpermissibility around them.  It’s a kind of Bizarro-world parody of Pharisaism.  If even really extreme things are not prohibited, then it is less likely that more mundane things will be prohibited.  For example, traditional sexual morality condemns fornication as well as transsexualism, but it regards the latter as more directly contrary to nature than the former.  Hence if even the latter comes to be seen as permissible, it will be that much easier to justify the former.

So, Pharisaism expands the boundaries of what is impermissible so as to safeguard the prohibitions that the devout person really cares most about.  And the counter-Pharisaism of the “bourgeois bohemian” progressive expands the boundaries of what is permissible to safeguard the milder sexual vices that are what he really cares about.

* * *

I am not saying that the three psychological tendencies I’ve identified – the daughters of lust, the law of compensatory moralism, and Bizarro-world Pharisaism – are at work in absolutely everyone with more liberal views about sexual morality, or that they are equally strong in everyone in whom they are at work.  But they are a big part of the story, and an increasingly big part as the sexual revolution metastasizes.

Nor, of course, am I saying for a moment that identifying these psychological factors suffices to refute the claims or arguments of those with liberal views about sexual morality.  That would be an ad hominemfallacy.  Those claims and arguments need to be (and can be) answered on their own terms, entirely independently of the motivations of or psychological influences on those who make them.

Still, it is important to consider these psychological influences.  For one thing, bad ideas and arguments often have a hold over people even when the logical problems with them are laid bare.  It can be useful for someone in thrall to such errors to consider the non-rational influences that might be leading him to give them more credence or consideration than they deserve.

For another thing, those who would defend traditional sexual morality need to have a realistic understanding of the cultural situation.  As I have said, some conservative religious believers lack this.  For example, even contemporary Catholic churchmen, on the rare occasions when they talk about sexual morality at all, often do so only in the vaguest and most inoffensive way.  They will bend over backwards to attribute good motives to their opponents and to concede the alleged injustice and insensitivity of past upholders of Christian morality, even though such courtesies are never reciprocated by the liberal side.  And they will deemphasize the importance of sexual morality relative to, say, questions of social justice.

The great churchmen and saints of the past would regard all of this as breathtakingly delusional.  In reality, there cannot possibly be true social justice without sound sexual morals, because the family is the foundation of social order and the family cannot be healthy without sound sexual morals.  The sexual revolution is the cause of millions of children being left fatherless, with the intergenerational poverty and social disorder that that entails.  Nor is there any greater manifestation of the deep selfishness that makes social justice impossible than the callous willingness of millions to murder their own children in the womb.  Talk about social injustice that ignores the fundamental role of the sexual revolution in fostering such injustice is mere chatter – unserious, sentimental, and prone to make modern people comfortable in their sins rather than telling them what they really need to hear.  The warrior for true social justice must be an uncompromising reactionary in matters of sex.

And not the least of the reasons for this is the role that sexual immorality plays in undermining moral understanding in general, as Aquinas teaches us.  We are not dealing with a mere intellectual mistake made by well-meaning people but nothing less than a culture-wide psychosis.  As the twelve-steppers say, the first step is to admit the problem.

About Sweden being a best country because it is more progressive

1) Correlation does not imply causation. Sweden (and similar countries) is not healthier because it has more immorality. Saudi Arabia is not more unhealthy because it has less immorality. You haven’t established the causation. You could say that White countries are more healthy or Germanic languages cause the lack of diseases.

2) Frequency of diseases is not the only way to measure the good of a society. Let alone «religious freedom» or «equality of women».

3)Besides this, Saudi Arabia would claim that these are not goods but evils. Of course, Sweden is better according to the Western criteria than Saudi Arabia. Saudi Arabia is better according to the Muslim criteria than Sweden. You need to argue what set of values is better. But you didn’t argue. You just ASSUMED that your values are better. You are a fundamentalist that you can’t conceive that people have different ways of seeing life than yours.

About the Rawlsian curtain experiment

The argument for egalitarianism based on a pre-existing soul choosing the laws of society is one of the most inept philosophical arguments I have ever seen. It is an example of the bankruptcy of modern philosophy, that decides beforehand the conclusions and, then, it looks for arguments to support these conclusions, no matter how insane those arguments are. I am feeling sick and English is not my mother tongue. My powers of communication are greatly reduced, but I couldn’t resist saying that.

1) Basing a society in the self-interest of people is completely debatable. Utilitarianism is assumed in this argument as a fact without arguing for it. In fact, it is false (but this is a different debate).

2) In addition, self-interest is used in a contrived situation like not knowing your station in life but being able to decide the laws of society. The fact that such an unrealistic situation has to be made up to find an argument for egalitarianism is only an example of the difficulty of finding good arguments for egalitarianism and the gullibility of people when they find an excuse that support their pre-existing views.

3) In addition, the argument assumes that most people in this contrived situation would choose egalitarian laws. This is claimed but not proved or argued for. It is «because I say so!»

4) Even if you accept 1), 2) and 3), this mental experiment would only prove that most people are selfish and, in this contrived situation, they THINK that they will get the better deal with egalitarian laws. This does not mean that they would get a better deal (in fact, they would get a worse deal but I digress).

5) Even if you accept 1), 2), 3) and 4), this does not mean that having people individually making the best gamble of laws for their life would result in the best society, because society is not a sum of atomized individuals. You can’t ignore effects like the Tragedy of the Commons or similar.

The argument is fallacy over fallacy over fallacy. But, hey, it is in favor of egalitarianism. So let’s disconnect the brain!
And now for the personal part.

«If you were a pre-existing soul who couldn’t choose which station in society»

When you say «you», please don’t include me or most people here. Maybe replace «you» by «people that think like me». You can’t decide the opinions of other people.

Since pre-existing souls are not equal and they don’t have the same properties, I, as a pre-existing soul, would choose a society where each person has different station in life. Even if there are better people than me that have better station in life, I will get benefits because the society will be better. Even if I don’t get benefits about the society being better, I am not that self-centered that I think that the society has to adapt to my selfishness and self-interest.

I am not an envious person (envy being the thing that is beneath egalitarianism). When I see people having better station in life than me, I am happy for them. I don’t call to a complete redesign of society so there are no people above me.

And now back to bed.

About desire and Christian life

Saint Thomas Aquinas said: «Man cannot live without joy; therefore when he is deprived of true spiritual joys it is necessary that he become addicted to carnal pleasures». Of course, taking up one’s cross is part of the deal, but this has to be complemented by spiritual joys that make life bearable. And spiritual joys are gifts from God and are not equally distributed. There are people like me that only get tiny spiritual joys, no matter how much you try.

As a Roman Catholic (your church’s mileage may vary), you have two options: you follow the Gospel of Platitudes: you go to Mass, listen to a bland sermon telling you that you must be good or you must fight for peace and the poor (while boring to death) and then forget about God the rest of the week and live like a non-Christian, freely sinning without guilt. This is the Church of Vatican II.

But if this does not seem real Christianity to you, you can go with people that are more serious. Then, you start a path of self-renunciation and sheer masochism. Your faith becomes a duty. You have to give up any world pleasure but you don’t get anything from it (at least in this life). You have a God-to-do list and you follow all the rules. It’s hard work (besides your job). When you sin, you feel awful and go to confession. But when you do things right, you don’t feel specially well: it’s only your duty. You spend a big part of your mental energy to keep yourself away from sin and then you don’t get anything that is perceivable.

But, when you read the New Testament, you find out that first Christians lived a live of joy. For example, «always be happy» (1 Thessalonians 5:16).Where is the abundant life that we were promised? (John 10:10). Is it only after death?

I am afraid most people don’t have enough faith to live a life devoid of any happiness while waiting for the death to come and this is one of the causes of people leaving the Church or following the Gospel of Platitudes. Some of our ancestors lived a Christian life of self-renunciation and wrote wonderful books about that («The Imitation of Christ» by Kempis) but they had more faith than us (not having had contact with worldviews different from Christianity). And they lived very hard lives. It is easy to renounce the world when you don’t renounce anything because the world does not give you anything.

I stumbled upon a Christian book that deals with these issues. It is called «Journey of Desire» by John Eldredge. The author says that desire has been suppressed in our Christian life because it is deemed evil. But this is not a Christian message but a Buddhist message. The goal of Christianity is the satisfaction of desire and God uses desire in us to sanctify us. I cannot recommend this book yet, because I have not finished it so I don’t know what its final message is. But their first chapters have moved me to tears and resonated very deeply in me.