[Original en inglés aquí]
La corrección política (CP) es la ideología dominante del mundo intelectual occidental – La CP es lo que Occidente tiene en vez de una religión.
La corrección política domina obviamente su territorio básico de la política, administración pública (los funcionarios), justicia, educación y (especialmente) los medios de masas. Pero la CP también da forma todo lo demás: la política exterior, el ejército, la policía, la economía, la salud y la vida personal: la formación de parejas, las amistades e incluso la vida familiar.
Por lo tanto, objetivamente la corrección política es totalitaria. Justo como el totalitarismo más descarnado de la mitad del siglo XX [el estalinismo y el nazismo], la CP ha creado una población que vive con miedo: miedo de ser denunciado y perderlo todo – cometer un delito de pensamiento o expresar un «hecho de odio» para el que no hay defensa, y todas las sanciones que van del ostracismo social, pasando por la pérdida de trabajo, multas financieras, empobrecimiento, violencia de las masas y encarcelación (por «crímenes de odio»).
Consecuentemente, la masa de gente, especialmente lo que tienen estatus – es decir, poder e influencia- han aprendido e internalizado las restricciones de la corrección política, así que ahora es algo que está dentro de nosotros, además de presionarnos desde el exterior. Las mentiras, la vileza y la maldad de la CP empapan ahora nuestros procesos mentales.
Así, la corrección política es la ideología de gobierno de Occidente, y está por todas partes así que no puede atacarse o derrocarse sin atacar y derrocar casi todo. La corrección política es, por lo tanto, irrefutable, inamovible, … y, sin embargo, como todos reconocemos, la CP está destruyéndose a sí misma.
¿Digo que la civilización occidental está condenada? Sí, muy probablemente está condenada.
¿Puede hacerse algo para prevenir esto? ¿Quizás algo político? No – No lo pienso.
Entonces, ¿por qué me molesto en escribir un libro sobre ello?
La respuesta es simple pero parecerá a mi audencia objetivo de intelectuales seculares como extravagante (en el mejor de los casos) o tontería (en el peor de los casos). La respuesta es que [escribí este libro] para que algunos de estos intelectuales puedan escapar la corrupción general y salvar sus almas.
Porque la CP es – más que nada – destructiva del alma – procede, de hecho, de negar el alma.