La aprobación de los Presupuestos parece haber abierto un escenario diferente, con el paso de la mayoría de la investidura a la mayoría de gobierno. La presencia de Bildu parece romper algunas líneas rojas, hay tensión respecto de la deriva en las posiciones de Sánchez, preocupación por el peso de Podemos en el Gobierno y demás aspectos convenientemente resaltados estos días en los análisis. Pero quizá tengamos que intentar comprender el momento desde una perspectiva diferente y más amplia.
Mucha gente que se identifica con posiciones de derechas celebró la derrota de Trump como un paso adelante en el deterioro de los populismos, pero quizá no hayan valorado lo que supone la llegada de Biden al poder, el programa que pretende desarrollar y el modo en que esa visión encaja con la que Sánchez difunde en nuestro país. Y en España, donde las influencias exteriores tienen un gran peso, ese factor es muy relevante.
Next Generation Spain
La primera de esas influencias, obviamente, es la de la Unión Europea, que determina muchas de nuestras políticas, en especial las económicas. Si no ocurre nada extraño y Biden gobierna y desarrolla su plan, los vínculos con la Unión serán mayores, alejándose de la tensión continua a que Trump sometió su relación con Alemania y con la UE, y eso supondrá la implementación de los planes que el demócrata defiende, ligados a la digitalización, las infraestructuras ecológicas y el peso de las finanzas. La UE está en completa sintonía con esa perspectiva, y lo hemos visto de manera explícita con el Next Generation EU y su idea de la recuperación. En este escenario, una Casa Blanca demócrata supone un espaldarazo a las políticas que ya está intentando desarrollar Bruselas, lo que empujará España hacia ese camino de una manera más intensa.
El discurso que Sánchez pronunció este año en el Foro de Davos fue explícito respecto de los propósitos que tiene para España
Pero ese es también el plan de Sánchez. El discurso que el presidente español pronunció en la última edición del Foro de Davos fue explícito en ese sentido: transformación digital, transición ecológica, igualdad real entre hombres y mujeres y justicia social son los objetivos marcados, enumerados en orden de importancia. Su discurso fue relevante no porque nos descubriera algo nuevo, sino porque exponía ante un foro totalmente alineado con esas ideas (y en el que participan muchas de las empresas y de los fondos más importantes del mundo, no lo olvidemos) lo que ya había venido contando en casa: que tenía una idea para España, que estaba ligada al ‘great reset’ que el foro promueve y que él es el único capaz de realizarla en estos momentos.
El Ibex
De modo que se juntan varias grandes líneas que apuntan en la misma dirección: las intenciones de Biden, los planes de la UE, la orientación de las grandes firmas y los grandes fondos y el futuro de España que Sánchez tiene en mente.
No podemos desdeñar esta confluencia, porque supone un respaldo importante a las políticas de Sánchez, en muchos sentidos, también de cara a las empresas españolas. Hace pocos días, BlackRock, el principal accionista del Ibex 35, convocó a una reunión a los principales gestores de las firmas cotizadas, en la que Larry Fink, el CEO de la empresa de gestión de activos más grande del mundo, dibujó las líneas de acción que esperaba para el futuro. En el evento, estuvieron presentes directivos como José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica; Pablo Isla, presidente de Inditex; Ignacio Sánchez Galán, primer ejecutivo de Iberdrola; Francisco Reynés, presidente de Naturgy; José Bogas, consejero delegado de Endesa; José Antonio Álvarez, consejero delegado de Banco Santander; Onur Genç, con el mismo cargo en BBVA; Gonzalo Gortázar, primer directivo de CaixaBank; Ismael Clemente, máximo responsable de Merlin Properties; Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol; José Manuel Entrecanales, primer accionista de Acciona; Rafael del Pino, presidente de Ferrovial, y Fernando Abril-Martorell, ejecutivo principal de Indra.
No sé qué piensan los directivos del Ibex sobre Sánchez, ni si son favorables a su gestión, pero sí lo que piensa su accionista más importante
Es una muestra del poder que los accionistas atesoran respecto de las grandes firmas españolas. Y el deseo de BlackRock, como quedó patente en una conversación de Larry Fink con Ana Botín celebrada pocos días después, consiste en realizar la transición verde e impulsar la digitalización, así como en generar un tipo distinto de gestión de las compañías, más favorable a la diversidad, todo ello plasmado en los criterios ASG. No sé qué piensan los principales directivos del Ibex sobre el presidente del Gobierno, ni si son favorables a su gestión o no, pero lo que piensa su principal accionista, y por tanto quien ostenta mucho poder sobre ellos, sí está alineado con el plan de Sánchez para España. Y ya se sabe la gran influencia que tienen los grandes accionistas sobre las empresas; incluso si muchos CEO pensaran que Sánchez no es el hombre, se encontrarían con un límite que les resultaría muy difícil sobrepasar.
El nuevo sentido común de la época
En realidad, está conformándose un nuevo dibujo internacional y un nuevo sentido común en el que los principales actores, el Gobierno de EEUU, la UE y los accionistas más importantes, están alineados. Ese nuevo contexto empuja España en la dirección de su readaptación, de lo que podríamos llamar reorganización productiva, y Sánchez es quien más ha abogado por tomar esa dirección (junto con el ala menos derechista de Ciudadanos) y quien está en mejor disposición para llevarla a cabo.
El obstáculo que este plan de reorganización general de Occidente ha encontrado es interno. La visión de Biden tiene a Trump y a su gran cantidad de votantes como freno, la UE al populismo de derechas, Macron a Le Pen, y así sucesivamente. En España, esa tensión interna está viviéndose de manera muy evidente, con las disputas políticas elevando enormemente un tono que ya era demasiado crispado. Pero la aprobación de los Presupuestos con una mayoría más amplia que el estado de alarma indica también que Sánchez está ganando en esa pelea, y que quizás esté reconfigurando las alianzas, aunque sea de un modo táctico, de forma que sea complicado discutirle el poder durante mucho tiempo.
Veremos si Sánchez se convierte en el artífice de la reconfiguración de España y si impulsa nuevas élites, pero la intención está ahí
El otro obstáculo, también interno, tiene que ver con cómo se desarrolle la pandemia, el tiempo de duración, los efectos que cause y la situación económica a que nos aboque, que puede generar el descontento suficiente como para que el balance de fuerzas oscile. No olvidemos que, a pesar de todo, sigue siendo un Gobierno obligado a hacer equilibrios, ya que su poder parlamentario no es suficiente, y su apoyo social tampoco está suficientemente asentado, lo que le puede restar también apoyos internacionales. Los anuncios de vacunas efectivas podrían venir también a respaldar las intenciones del Gobierno español.
En este instante, y sumando todos estos factores, queda preguntarse si Sánchez va a ser un presidente más o se va a convertir en un Felipe González, esto es, en el artífice de la reconfiguración de España a las exigencias de los tiempos, el que reestructuró el país, impulsó nuevas élites (esas que le faltan ahora a Sánchez, porque las internacionales le apoyan, pero las nacionales mucho menos) y llevó España hacia otro lugar. Veremos qué ocurre, pero la intención está ahí, y los vientos internacionales soplan a su favor.