R. L. Dabney. «Women’s Rights Women», 1897
Que el actual movimiento feminista prevalecerá se puede inferir de la historia de su único oponente: el conservadurismo del norte [de Estados Unidos].
Este es un partido que nunca conserva nada. Su historia ha sido que se opone a cada agresión del partido progresista e intenta salvar su imagen con una cantidad respetable de gruñidos, pero, al final, siempre consiente a la innovación. Lo que ayer fue la novedad a la que se oponían es hoy uno de los principios aceptados del conservadurismo. [El partido] es conservador sólo en el intento de resistir la innovación de hoy, la cual se impondrá mañana por la timidez [conservadora] y será sucedida por una tercera revolución; que será denunciada y adoptada a su vez.
El conservadurismo estadounidense es simplemente la sombra que sigue al radicalismo [de izquierdas] mientras éste avanza hacia la perdición. Permanece detrás de él, pero nunca se retrasa, y siempre avanza para mantenerse cerca de su líder.
Este pretendido baño de sal perdió por completo su sabor: ¿con qué se salará? De hecho, su impotencia no es difícil de explicar. Es inútil porque es un conservadurismo de conveniencia solamente, y no de principios firmes. No quiere arriesgar nada serio por la verdad y no quiere enfrentarse a la locura del martirio. Siempre, cuando está a punto de comenzar una protesta, informa muy suavemente a la bestia salvaje cuyo camino intenta detener, que [el conservadurismo] es «perro ladrador, poco mordedor» y que solo intenta salvar su imagen [de conservador] representando su falso rol de resistencia.
El único propósito práctico que ahora [el conservadurismo] sirve en la política estadounidense es el de darle suficiente ejercicio al radicalismo [de izquierdas] para mantenerlo activo y evitar que se vuelva gordo y perezoso por no tener nada que azotar.
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Nota: Leyes que el PP votó que no pero después no cambió, en cartel de la izquierda.