La historia de Boota Singh

[En Esta noche, la libertad, los dos maestros del best-seller Dominique Lapierre y Larry Collins cuentan cómo la partición de la India británica en dos estados, India [hindú y sikh] y Pakistán [musulmán], hizo a masas de población desplazarse, dejar sus hogares y padecer todo tipo de desgracias.

Ellos simbolizan este desgarro en la historia real de un campesino sikh enamorado de una musulmana que huía. Una de las historias más conmovedoras que yo haya leído.]

El campesino sikh Boota Singh, antiguo soldado de [el último virrey inglés de la India] Mountbatten durante la campaña de Birmania, trabajaba su campo una tarde de setiembre cuando oyó gritos de terror. Vio a una adolescente correr desesperadamente arrancada a una columna de refugiados en marcha hacia el Pakistán. Agotada, la desventurada se echó a sus pies: «¡Sálveme, sálveme!», imploró.

Esta intrusión en su trozo de tierra ofreció a Boota Singh la providencial ocasión de resolver el problema que más le abrumaba: su soledad. A los sesenta y cinco años, este hombre tímido no se había casado nunca. Se interpuso entre la muchacha y su raptor.

—¿Cuánto quieres? —preguntó a éste.

—Mil quinientas rupias.

Boota Singh no pensó ni por un solo instante en regatear. Entró en su casa de barro y paja y regresó con la cantidad exigida. Hija de un campesino del Rajastán, la j oven musulmana tenía dieciséis años y se llamaba Zenib. Su llegada transformó la solitaria existencia de su bienhechor iluminándola con una presencia maravillosa. Boota Singh trató a su joven compañera como a una princesa, colmándola de todos los regalos que le permitía su modesta condición: un sari, agua de rosas, sandalias incrustadas con lentejuelas.

Para Zenib, que había sido arrancada de su familia, apaleada y violada, su tierna compasión y sus delicadas atenciones fueron tan reconfortantes como inesperadas. No tardó en sentir un vivo afecto hacia el viejo sikh. Éste se convirtió en el polo alrededor del cual gravitó en lo sucesivo su vida. Le acompañaba a los campos, ordeñaba sus dos búfalos a la salida y a la puesta del sol, dormía a su lado. A sólo unos kilómetros de la tormenta del éxodo, Boota Singh le ofrecía un puerto de paz y de amor.

Un día, mucho antes del amanecer, como lo exige la tradición sikh, sonó en el camino un alegre concierto. Escoltado por cantadores, flautistas y vecinos con antorchas, cabalgando una montura empenachada y engualdrapada de terciopelo, Boota Singh acudía para pedir su mano a la pequeña musulmana que había comprado. Un gurú que llevaba un ejemplar del Granth Sahib, el libro santo de los sikhs, le siguió al interior de la casa, donde, temblorosa en su sari de boda entretejido de oro, esperaba Zenib. Resplandeciente de felicidad, tocado con un nuevo turbante de intenso color roj o, Boota Singh se sentó j unto a su futura esposa en el suelo de tierra aplastada. El gurú les recordó las obligaciones de la vida conyugal y leyó los versículos sagrados que ambos repitieron después de él. Luego, Boota Singh se levantó, tomó el extremo de un pañuelo bordado y tendió a Zenib el otro extremo. Unidos así uno a otro, realizaron j untos cuatro lawan, describiendo cuatro círculos místicos en torno al libro santo. El gurú pudo entonces declararlos marido y mujer. Afuera, el sol se levantaba sobre los campos de Boota Singh.

Sinónimos de tantos sufrimientos para millones de penjabíes, los días venideros completarían la felicidad del viejo sikh. Su joven esposa esperaba un hijo. Esta bendición suprema parecía mostrar que la Providencia velaba sobre la tierra maldita del Penjab. Sin embargo, esta pareja feliz no se salvaría. Una cruel prueba habría de afligirles muy pronto. Para sus divididos correligionarios, Boota Singh y Zenib encarnarían la tragedia de la partición.

[…]

Foto: La hija de Boota Singh y Zenib, años después

 

 

Pero la restauración de la paz no podía borrar las dolorosas huellas dejadas por la pesadilla del éxodo. A ambos lados de la frontera trazada por el lápiz de Sir Cyril Radcliffe, subsistían el rencor e, incluso, el odio.

El lastimoso destino de un hombre, Boota Singh, el campesino sikh que había comprado a una joven musulmana que huía de su raptor, simbolizaría para millones de penjabíes las trágicas consecuencias de sus escisiones, pero también la esperanza en que la capacidad del amor del hombre pudiera triunfar sobre los más tenaces odios.

Once meses después de su matrimonio, nació una niña en el hogar del sikh y la musulmana. Conforme a la costumbre, Boota Singh abrió al azar el libro santo de lo sikhs, el Granth Sahib, y eligió para la niña un nombre que empezaba por la primera letra de la primera palabra de la página. Ésta era una «T». Puso a su hija el nombre de «Tanvir», que significa «Milagro del Cielo» o «Fuerza de la Gracia».

Ocho años después de este nacimiento, dos sobrinos de Boota Singh, furiosos por la merma que ello supondría en su herencia, denunciaron a Zenib y su hija a las autoridades que buscaban a las muj eres raptadas durante el éxodo para proceder a su repatriación. Zenib fue arrancada del lado de su marido y depositada en un campo de tránsito en espera de que fuesen hallados sus padres en el Pakistán.

Loco de dolor, Boota Singh corrió a Nueva Delhi a realizar el acto más difícil para un sikh. Se cortó los cabellos y se hizo musulmán en la gran mezquita. Convertido en Jamil Ahmed, se presentó entonces en el despacho del alto comisario del Pakistán para pedir que le fuera devuelta su mujer. En vano. Los dos gobernadores habían acordado aplicar una norma implacable: casadas o no, las mujeres raptadas debían ser devueltas a su comunidad de origen.

Durante seis meses, Boota Singh visitó todos los días a su esposa en el campo en que esperaba su traslado al Pakistán. Permanecía sentado a su lado durante horas, llorando en silencio el sueño perdido de su felicidad. Un día, supo que había sido localizada su familia y que iba a ser enviada con ella. En una conmovedora escena de despedida, Zenib juró no olvidarle jamás y regresar en cuanto pudiera.

Proclamando su calidad de musulmán, Boota Singh cursó una solicitud para emigrar al Pakistán. Fue denegada. Pidió un visado, pero recibió una nueva negativa. Repartió entonces todos sus bienes entre los pobres de su aldea, hizo un hatillo con un poco de ropa y varios utensilios, introdujo dos mil rupias en su cinturón y cruzó clandestinamente la frontera con su hija, rebautizada Sultana.

Dejando a la niña en Lahore, se dirigió al pueblo en que se había establecido la familia de Zenib. Al llegar, descubrió que su mujer se había vuelto a casar con un primo suyo a las pocas horas de bajar del camión que la había traído de la India. El pobre hombre gemía: «¡Devolvedme a Zenib ! ¡Devolvedme a mi mujer !» Fue salvajemente apaleado por los hermanos y los primos de Zenib y, luego, denunciado a la Policía por haber cruzado ilegalmente la frontera.

Ante el tribunal, Boota Singh alegó que era musulmán y suplicó al juez que le devolviera su esposa, por lo menos que la de ara expresar libremente su voluntad. Conmovido por la aflicción del anciano, el juez aceptó. El careo tuvo lugar una semana más tarde en una sala rebosante de una multitud advertida por los periódicos. Todo Lahore estaba ya al corriente y de parte de Boota Singh. Llegó Zenib, rodeada por todos los miembros de su familia. Parecía aterrorizada.

—¿Conoces a este hombre? —le preguntó el juez.

—Sí —respondió ella, temblorosa —, es Boota Singh, mi primer marido.

—¿Conoces a esta niña?

—Sí. Es nuestra hija.

—¿Deseas volver a la India con ellos?

Zenib volvió la cabeza hacia los miembros de su familia, que no apartaban los ojos de ella. Una insoportable tensión reinaba en la sala. Boota Singh contenía el aliento. Por fin, Zenib, bajando los ojos, murmuró solamente:

—No.

Un grito de animal herido brotó de la garganta de Boota Singh. Se tambaleó. Cuando recuperó el dominio de sí mismo, llevó su hija hacia Zenib.

—No puedo privarte de tu hija. Te la dejo.

Mientras hablaba, había sacado del bolsillo un fajo de rupias, que ofreció a su esposa.

El juez preguntó a Zenib si aceptaba la custodia de su hija. De nuevo, un angustiado silencio llenó la sala. Desde sus asientos, los hombres del clan de la joven le hicieron seña de que rehusase. No querían que su familia pudiera quedar contaminada con sangre sikh.

Zenib miró a su hija. Tomarla consigo habría sido condenarla a una vida de desdicha.

—No.

Boota Singh permaneció inmóvil largo rato, mirándola. Luego, cogió de la mano a su hija y salió del tribunal sin volver la vista atrás.

El pobre hombre pasó la noche llorando y rezando en el mausoleo del santo musulmán Data Ganj Bakhsh, mientras su hija dormía al pie de una columna. Al amanecer, llevó a la niña a un bazar próximo. Con las rupias que su esposa no había aceptado, le compró un vestido nuevo y un par de sandalias bordadas con hilo de oro.

Cogidos de la mano, el anciano y su hija caminaron hasta la cercana estación de Shahdarah. En el andén, explicó a la niña que nunca volvería a ver a su mamá.

Cuando la locomotora entró en la estación, Boota Singh levantó dulcemente a su hija en brazos, la estrechó contra sí y avanzó hasta el borde del andén. La niña tuvo la impresión de que se apretaba el abrazo de su padre. De pronto, se sintió caer hacia delante. Oyó un pitido y un grito desgarrador. Luego se encontró al otro lado de la locomotora. Boota Singh había saltado a la vía. Murió instantáneamente, pero, por un milagro, la niña estaba ilesa. Sobre el cuerpo destrozado del viejo sikh, la Policía encontró una carta de despedida manchada de sangre.

«Mi querida Zenib, has escuchado la voz de la multitud, pero esta voz nunca es sincera. No te guardo rencor. Mi último deseo es estar cerca de ti. Quisiera que me enterrases en tu pueblo y que vinieras de vez en cuando a poner flores sobre mi tumba».

El suicidio de Boota Singh conmovió al Pakistán. Sus funerales se convirtieron en una cuestión nacional. Sin embargo, aun en la muerte, continuaría siendo víctima del odio el viejo sikh que había creído escapar a la pesadilla comprando la felicidad por 1.500 rupias. La familia de Zenib y los habitantes de su pueblo le negaron el derecho a reposar en su cementerio. El 22 de febrero de 1957, una barricada defendida por todos los hombres del clan bajo el mando del segundo marido de Zenib se opuso al paso del féretro.

Temiendo que se produjeran disturbios, las autoridades ordenaron al cortejo fúnebre, seguido por millares de paquistaníes, que regresara a Lahore, donde los restos de Boota Singh fueron sepultados bajo una montaña de flores.

Furiosa por el honor que se había rendido al viejo sikh, la familia de Zenib envió un comando para profanar y arrasar su sepultura. Este gesto provocó la indignación de la población. De todas las ciudades y aldeas del Pakistán afluyeron millares de rupias ofrecidas para que se edificara un grandioso mausoleo al mártir del amor. Boota Singh fue de nuevo enterrado bajo una montaña de flores. Esta vez, centenares de musulmanes montaban guardia ante la sepultura del viejo sikh, afirmando con este gesto la esperanza de que, algún día, el tiempo acabaría quizá borrando del Penjab la cruel herencia del año 1947.

Ukraine aid is a great investment. Don’t let MAGA Republicans end it.

Opinion.  This is what the U.S. is getting by aiding Ukraine

Ukrainian soldiers in the 68th Jaeger Brigade prepare an FPV drone at dawn on Sept. 1 in the Luhansk region of Ukraine. The drone was intended to attack a nearby Russian military position. (Heidi Levine for The Washington Post)

The good news is that Congress, at the last minute, averted a government shutdown, at least for now. The bad news is that billions of dollars of funding for Ukraine were stripped from the continuing resolution as a sop to House Republicans who want to cut off the embattled democracy altogether.

Aid to Ukraine still has the support of roughly two-thirds of both houses — something you can’t say about many other issues — but a dangerous milestone was reached last week when more House Republicans voted against Ukraine aid (117) than voted for it (101). That reflects a broader turn in Republican opinion, with only 39 percent of Republicans saying in a recent CBS News-YouGov poll that the United States should send weapons to Ukraine and 61 percent saying it shouldn’t.

To do the right thing for Ukraine, House Speaker Kevin McCarthy (R-Calif.) will now have to go against a growing portion of the Republican base. It is, nevertheless, imperative that he show a modicum of backbone and bring a Ukraine funding bill to the floor immediately. It is not only the right thing to do morally — we have an obligation to support a fellow democracy fending off an unprovoked invasion — but it also is the right thing to do strategically. In fact, it is hard to think of any U.S. foreign policy initiative since the end of the Cold War that has been more successful or more important than U.S. aid to Ukraine.

Yes, in absolute terms, Washington has given a lot of money to Ukraine: $76.8 billion in total assistance, including $46.6 billion in military aid. But that’s a tiny portion — just 0.65 percent — of the total federal spending in the past two years of $11.8 trillion. With U.S. and other Western aid, Ukraine has been able to stop the Russian onslaught and begin to roll it back.

In the process, Russia has lost an estimated 120,000 soldiers and 170,000 to 180,000 have been injured. Russia has also lost an estimated 2,329 tanks, 2,817 infantry fighting vehicles, 2,868 trucks and jeeps, 354 armored personnel carriers, 538 self-propelled artillery vehicles, 310 towed artillery pieces, 92 fixed-wing aircraft and 106 helicopters.

The Russian armed forces have been devastated, thereby reducing the risk to front-line NATO states such as Poland and the Baltic republics that the United States is treaty-bound to protect. And all of that has been accomplished without having to put a single U.S. soldier at risk on the front lines.

That’s an incredible investment, especially compared with U.S. involvement in other recent wars. In Afghanistan and Iraq, both launched under a Republican administration, almost 7,000 U.S. troops were killed and more than 50,000 were wounded while Washington spent more than $8 trillion — only to see Afghanistan fall to the Taliban and Iraq come under Iranian influence.

Republicans who claim to worry so much about corruption in Ukraine, even though there is no evidence that any U.S. aid has been misused, seldom had anything to say about the truly pervasive corruption in Afghanistan and Iraq, which siphoned off billions in U.S. taxpayer dollars. A forensic accountant who audited U.S. spending in Afghanistan from 2010 to 2012 found that about 40 percent of $106 billion in Defense Department contracts “ended up in the pockets of insurgents, criminal syndicates or corrupt Afghan officials.” Yet Republicans never proposed to end funding for that war.

The war in Ukraine also stacks up impressively compared with other proxy wars that Republicans, under the Reagan administration, did so much to support — from Afghanistan to Nicaragua to Mozambique. In Ukraine, we don’t have to worry about our weapons going to anti-American religious fundamentalists such as the Haqqani network. We are funding a free people fighting to preserve a liberal democracy that will be a stalwart member of the Western community for years to come.

Republicans often complain that the United States is doing the heavy lifting and our European allies aren’t doing their fair share. That’s not true in the case of Ukraine. This summer, the Kiel Institute for the World Economy reported that “Europe has clearly overtaken the United States in promised aid to Ukraine, with total European commitments now being twice as large.” Yet, despite the growing European assistance, Ukraine still relies on U.S. support; even combined, Europe and the United States can barely keep up with Ukraine’s need for artillery ammunition and other munitions as it wages an industrialized war of attrition.

By funding Ukraine, we are strengthening transatlantic ties and keeping faith with our closest allies. If we were to cut off Ukraine, that would be an unspeakable betrayal not only of the people of Ukraine but also of all of Europe. Stopping Russian aggression is an existential issue for the entire continent. Cutting off Ukraine would mean that the United States is turning its back on its post-1945 security commitment to Europe — a commitment that has underpinned the longest period without a major-power conflict since the emergence of the modern state system in the 17th century.

Supporting Ukraine is also needed to deter Chinese aggression. Some on the right claim that the war in Ukraine is a distraction from the Pacific, but that’s not how the Taiwanese see it. Taiwan’s representative in Washington noted this year that supporting Ukraine — as Taiwan is doing with humanitarian assistance — “will help to deter any consideration or miscalculation that an invasion can be conducted unpunished.”

Many Republicans understand that. “It’s certainly not the time to go wobbly,” Senate Minority Leader Mitch McConnell (RKy.) said recently. But the MAGA wing of the party, led by former president Donald Trump, has turned against the war because of its isolationism and soft spot for Russian dictator Vladimir Putin, a war criminal whom some on the right ludicrously see as a champion of Christian values.

Ironically, many on the right claim to want a negotiated solution to the conflict while doing everything possible to ensure that Putin has no incentive to negotiate seriously. The more Republicans do to endanger aid to Ukraine, the more likely Putin is to assume he can outlast the West and keep fighting.

Once upon a time, Republicans understood the need to resist the “evil empire.” As a former Republican, it sickens me to see so many Republicans so eager to do Moscow’s bidding. But, mercifully, the vast majority of members of Congress — including many Republicans — still staunchly support Ukraine. McCarthy cannot let the MAGA caucus block the best investment the United States can make in its own security.

Max Boot is a Washington Post columnist, a senior fellow at the Council on Foreign Relations and the author of “The Road Not Taken: Edward Lansdale and the American Tragedy in Vietnam.” Twitter

No te preocupes, esto era inevitable

William Wildblood

(Original en inglés aquí)

Es difícil ver cómo la civilización a la que perteneces se destruye a sí misma. Especialmente cuando esa civilización ha creado muchas cosas grandes y nobles y ha alcanzado alturas que civilizaciones anteriores no habían alcanzado,  tanto a escala humana (en arte y ciencia) como a escala espiritual (en religión). Y es desconcertante que tanta gente no vea esto, aunque sospecho que más personas comienzan a hacerlo a medida que la naturaleza suicida de nuestra civilización se vuelve cada vez más evidente y su comportamiento cada vez más absurdo. 

También es extraño que tantos miembros de esa civilización parezcan empeñados en arrastrarla al fango. Podríamos hablar de envidia y resentimiento. Estos son obviamente los principales impulsores de esta conducta destructiva, pero ¿son realmente suficientes para explicar la completa locura de gran parte del comportamiento actual? No creo que lo sean. Un gran número de personas en la era moderna sufre de un profundo desorden espiritual y sólo se puede especular qué lo ha causado. ¿Es el odio a sí mismo de los decadentes? ¿O es la rebelión contra Dios de los soberbios?

Y, sin embargo, aunque es difícil permanecer impasible viendo cómo las cosas empeoran día a día, disfrazadas de nuestra relativa prosperidad (pues la gente puede soportar muchas cosas si tiene el estómago lleno), es importante que no sucumbamos a la desesperación,. La mejor manera de evitar esto es darse cuenta de dos cosas. Uno, nada dura en este mundo. Todo pasa por un ciclo de primavera, verano, otoño e invierno. Así son las cosas en un mundo en el que la decadencia o la entropía es el telón de fondo de todo, como debe ser en un mundo material (ya que sólo el espíritu perdura).

Ahora estamos en pleno invierno. Entonces debemos darnos cuenta de que Occidente tenía los defectos dentro de sus cualidades. Durante un tiempo estas últimas dominaron, pero ahora han surgido los primeros y están derribando todo el asunto. Nuestra civilización contenía las semillas de su propia destrucción y ahora han brotado y las malas hierbas están ahogando las flores. La principal cualidad de Occidente era el fuerte sentido de un yo individual y la idea relacionada de libertad. En esto se ha basado nuestra civilización. Pero la desventaja de esta cualidad es el egoísmo y, más especialmente, la tendencia del yo a sacar a Dios de su trono e instalarse allí. Esto es lo que hemos hecho tanto colectiva como individualmente. La idea de que podemos rehacer la creación a nuestra propia imagen es una consecuencia de ello.

Occidente también dio origen a «la máquina» gracias a su exploración de las ciencias naturales. Esto tuvo los beneficios que conocemos, pero también fue un monstruo tipo Frankenstein que ciertamente se volvió contra nosotros. Materialmente milagroso pero espiritualmente mortal. ¿Habríamos estado mejor sin ella? Ésa es la forma equivocada de plantearlo. La llegada de la máquina tuvo que ser así, ya que todas las posibilidades deben resolverse por sí solas al final de una era como la que nos encontramos actualmente. Podríamos haber reaccionado mejor ante ello, pero que la conciencia se centrara cada vez más en lo material produjo, de alguna forma, que fuera inevitable.

El segundo baluarte contra cualquier desesperación que pueda surgir a medida que nuestro mundo se desmorona es darnos cuenta de que nuestro verdadero hogar no está aquí sino en el Cielo. Esta vida es una experiencia de aprendizaje. Sólo somos visitantes y el mundo es un puente, no un hogar.

Si estamos vivos ahora es porque estamos destinados a estar vivos ahora. Hay lecciones que podemos aprender y servicios que podemos prestar y quizás la más importante sea la que acabo de mencionar. Deberíamos valorar el pasado pero no podemos preservarlo porque nada en él puede durar para siempre.

Por otra parte, nada bueno, nada verdadero, puede perderse jamás. Todo lo bueno aquí no es más que un vago reflejo de una realidad en otros lugares. La perfección existe pero no está aquí. Este mundo es sólo para hacernos dignos de él. La civilización material de Occidente está pasando, pero todo lo bueno que hay en ella será recogido y absorbido en el Cielo.

Why did the West go to Hell (IIc)? The return of the self (c)

What should be explained

Restlessness

Opposition to natural law

Script

Not talking about spiritual things

Leftism works for the powerful. In other societies, powerful were restricted because of a rigid justification.

It is sold as an expansion of rights. But it is an slavement.

The cause as a moral crusade.

Overton window

Benefits that a cause brings

Why causes go in a unique direction

The new religion is a cemetery of causes

 

 

 

 

 

Summary of previous posts

In previous posts, we have seen that the natural selfishness of humans (this roaring lion that wants to have everything and to the hell with everybody else) is contained by two kind of restrictions: practical restrictions and cultural restrictions. These are the bars of the cage that restrict the movements of the lion (that is the expression of the selfishness of every citizen), which are contained so they don’t harm other people.

In our society, practical restrictions have been drastically relaxed because of the incredible wealth that has produced the Industrial Revolution. Cultural restrictions have been drastically relaxed because of the ideology/religion of liberalism (which is a form of relativism). As we have seen in previous posts, this is the official ideology used as an ultimate justification of behavior and public policy in Western civilization and it is an ideology that can be used to justify anything. So it is as if it did not exist.

Its void is filled by another official ideology: leftism, which is the base of the law and culture in Western civilization. Leftism is an absolutist ideology with absolute goods and absolute evils. In this sense, it is not different from any other official religion. But there are two properties that make leftism an unprecedented phenomenon when it comes to official religion of a society.

1. Its restlessness. Leftism is always evolving and incorporating new absolute goods and evils in a process that has been accelerating. Its latest absolute evil (transphobia) won’t be the last. Some things that were common sense only five or ten years ago, now they are the evilest of evil things and they cannot be disputed.

2. Its opposition to obvious reality and natural law, which is constantly increasing. What is true and good for all societies is false and evil for leftism and vice versa. Leftism is a reality inversion and a moral inversion, which constantly increases. So, for example, protecting your tribe is bad (if you are a white person) while promiscuity is good.  Men and women being different is false while men and women being equal is true. A man being a man is false while a man being a woman is true. And so on and so forth.

The first property can be explained by the fact that leftism uses liberalism (a relativistic ideology) as its ultimate justification so it can justify anything, no matter what outrageous. So there is no mechanism for get leftism to be still. It is free to wander where he wants.

Fair enough. But why does leftism always evolve in the same direction: getting farther and farther away from obvious reality and the natural law? If leftism is free to wander, we should expect that it wanders in random ways. There must be some mechanism for it to always go left. Explaining this mechanism is the objetive of this post.

Spiritual reality. Satan works with secondary causes so it does not reveal its existence.

We are interested in these secondary causes.

Might makes right

Once you have removed the practical and cultural restrictions to the selfishness, it is logical and natural that everybody wants to express his own selfishness to the highest extent. Since the selfishness of one person limits the selfishness of another person, this would lead to a world when everybody is fighting with everybody to express its selfishness as much as he cans. This is the «state of nature» that Enlightenment «philosophers» claimed it was

In fact, the state of nature is not real and has never been because  power is and has always been unequally distributed. Without practical and cultural restrictions, when two selfishness conflict, the selfishness of the most powerful person wins.

So, without an official ideology that restricts the selfishness of the powerful, might makes right. Whatever the powerful want, it gets justified by liberalism and it gets incorporated to leftism. Might makes right.

We see in ancient societies that religion was a real restriction to the power of rulers. So the king had to do penance before the grave of Beckett because he had violated the sacredness of bishops, according to the official religion of Christianity. No amount of power could go against the rule that killing a priest was bad.

Those were the times. Now when the powers that be want something, they  incorporates it into the official religion (leftism), so it is indisputable. To incorporate it, it justifies based on liberalism, which can justify anything, as seen in the previous installment. As a result, might makes right.

The structure of power in our society

So the evolution of leftism is explained based on the structure of power in Western society. This structure of power is currently composed by the following groups:

  • The economic powers. These include the globalist financial powers: the Rotschild, the Rockefellers, the Wallenbergs, etc. The ones in power. They hide behind a myriad of organizations: Blackrock, the Open Society, the WEF, etc. They also include multinational corporations and national and regional banks.
  • The clergy (these are the ones that create and enforce the religion). That is, the managerial class. Including the intellectuals that create the ideas in universities. The journalists and entertainers that transmit these ideas to the people. And the politicians, civil servants and white collars employees that enforce these in ideas in the public space and private companies.
  • The true believers. The ones that belief the religion created and enforced by the clergy.

These groups of power are not exclusive. The vast majority of the clergy are true believers and many of the people belonging to the financial powers are too. However, there are true believers (progressives, LGBTI, feminists, immigrants who believe in uncontrolled immigration, etc.) that are not part of the financial powers or the clergy.

These groups of power can be conceptualized according to their  power so they can also be divided it:

The nobility. (or «the optimates» in the Roman sense) The financial powers and the upper classes of the clergy (international civil servants, well-paid civil servants, university professors, most important journalists and politicians, well-paid corporate managers).

The good serfs (or «the clients» in a Roman sense). The true believers that are not part of the clergy and the lower part of the managerial class (school teachers, your average civil servant, a white collar clerk in a private company, etc.)

The nobility gives money and psychological rewards (status, self-perceived morality and intelligence, meaning, etc.) to the good serfs while the good serfs give power (votes) and enforcement of the ideology to the nobility. This is the

What do I mean by enforcement? The good serfs ensure that the ideology is enforced in real life, even in the smallest spaces, by attacking the ones that don’t comply with a series of tools: defense of the ideology in private and public life, shaming (you’re an homophobe! in private life and social networks), withdrawing of means of life (dismissal of a job, demands of resignations, removal of customers, etc.), reporting violations of the ideology to the administration, etc.

In reality, the good serfs also give money to the nobility but this is done in a not obvious way so the good serfs don’t notice too much (taxes, debt, printing of money, prices of goods and services, etc.) and, when they notice, they blame the enemies of the ideology (foreign actors, bad serfs or some mythological entities: «the rich and capitalists that don’t belong to the nobility»).

The citizens that are not part of the groups of power are called:

The bad serfs. People who create its own wealth and don’t (totally) believe in the leftist religion.

The main characteristic of the groups of power is its parasitism. With the exception of true believers that are not part of the clergy, all other people belonging to the structure of power live out of the money not created by them. The financial powers make their money by using other people’s wealth . The clergy lives «of»** the taxes of other people.

Leftism as a power grab

What does this have to do with leftism as an official religion? Leftism is a rationalization (an ideological justification) of the increasing parasitism of the groups of power.

Power has always had a tendency to concentrate but they faced practical and cultural restrictions. Technology has decreased practical restrictions and liberalism has decreased cultural restrictions. So we are in an era of concentration of power like the world has never seen.

More specifically, the nobility rules how money, power, status and morality are to be created, used and distributed. They are judge and jury.  This is why they have an incentive to expand by taking more and more of these good things from other people.

All innovations in Western civilizations are ways to take more wealth from the serfs to give to the nobility. And Leftism is the ideological justification to do that:

More specifically, all innovations can be categorized in three classes:

  • In favor of the structure of power. Taking material wealth, power and psychological rewards (status, virtue signaling, self-perceived morality and meaning) from the bad serfs and giving them to the nobility and good serfs.
  • In favor fo the nobility. Taking material wealth and power from the serfs (good and bad) and giving them to the nobility.
  • Expanding the number of good serfs and decreasing the number of bad serfs.

(As you see, the second way implies that good serfs work for their own destruction, although they are so ideologically blinded that they don’t notice.)

The end game is the expansion of the number of good serfs until they are no bad serfs. So good serfs are parasitized by the nobility while being satisfied about the order of things. People will have the barest minimum to live but they will be happy because they think they are fighting for the common good or the planet or some other vague concept. You will own nothing and be happy.

Leftism is the rationalization of these actions. Their alibi. It has evolved to justify the transfer of wealth power and psychological rewards that has been explained. So it has a very definite direction: the impoverishment and enslavement of the population by a handful of very wealthy people.

Enslavement and the natural law are in opposite directions

However, why this direction towards impoverishment and enslavement coincides with the known direction of Leftism towards the opposite direction of obvious reality and natural law

The answer is simple: obvious reality and natural law are restrictions that don’t allow powerful people to implement their plans, to do their will. If they are removed, there is no protection for less powerful people. With no restrictions, it is a fight of everybody against everybody, where the powerful always win.

However, we are here interested how this is «sold» to the population so they accept their own impoverishment and enslavement. The short summary is impoverishment and enslavement is sold as an expansion of rights. Since each right is someone else’s obligations, new obligations are introduced into the population while claiming they are rights and concealing the obligations attached.

For example, rights of illegal immigrants to be given healthcare imply the duty of everybody else to pay for this healthcare through taxes. By claiming «rights» are introduced, the impoverishment and enslavement of the population is concealed. Only the bright side is presented in a constant propaganda campaign. It is again a fallacy of omission («stacking the deck» fallacy)

The political cause

This is the **general view but we are interested here in knowing the details.

How this introduction of «new rights» and hence «new obligations»?

How do Leftism justifies this transfer of good things and expansions of the groups of power? This justification is based on the concept of «the political cause».

A «political cause» is an initiative to change society in some aspect. This change is considered to be good and justified based on liberalism (it is said that this change will produce more freedom, more equality and more rights). The «political cause» is perceived by its supporters as a «moral crusade»: a fight of good against evil. That is, a fight of the good people to remove some aspect of society that is considered evil.

The goal is to remove this aspect of society so the society works the same way but without this evil. There is no understanding of Chesterton’s fence. There is no concept that some things perceived as evils can be preventing greater evils. Almost always, if the cause succeeds and that aspect of the society is removed, greater evils are produced, which can be addressed by new political causes in a cycle of destruction of the society.

The most important causes have been: the abolition of slavery, the social gospel, the feminine suffrage, the illegalization of alcohol, the second-wave feminism, civil rights movement, LGBTI causes, the cause for the uncontrolled immigration and its legalization and  the environmental cause. The movement to restrict movement and rights under Covid can be seen as a short-lived cause: it was expressed in moral terms and as a fight of good against evil, altruism against egoism.

Some of these causes are composed of other smallest causes. So feminism has a cause about equality in the workplace, removing of social stigma of female promiscuity, divorce, abortion, etc. And some other movements can be political cause in the future: incest, pedophilia, polyamory or reparations for black people.

How political causes work

 

Leftism evolves to justify this transfer of wealth and psychological rewards listed above.

Yes, but why does this direction coincide to getting farther and farther away from obvious reality?

 

EXPANSION OF THE GOOD SERFS.

 

 

The rest of the population

The high echelons of the managerial classe. The leaders of the international civil servants

The rest of the managerial classe

Why is this against the natural law?