En cierta manera, es inevitable. Antes de los años 60, la agricultura era la principal ocupación de los españoles. La agricultura promueve una distribución dispersa de la población, pues debes estar cerca del campo y, cuanto más dispersa está la población, más campos puede haber. Cuando se desarrolló España en los años 60, la industria y los servicios promovieron una concentración de la población, por las economías de escala.
Esto ha tenido ventajas e inconvenientes. La ventaja es que se acabó con la inmensa pobreza española, que tanto problema había sido en la Restauración y la República. Los inconvenientes es que se perdió mucha riqueza cultural. La obra de Miguel Delibes es una elegía a esa pérdida y los nacionalismos están motivados parcialmente por ese sentimiento.
No hay vuelta atrás. Hay que apoyar a la gente que se quedó con servicios y hay que habilitar pueblos como lugares de vacaciones, pero regar el campo de subvenciones para que la gente vuelva no va a funcionar y va a ser tirar el dinero. Y lo dice alguien que también tiene nostalgia de esa vida y adora a esos pueblos tan llenos de encanto.