En este texto, Joseph Roth, judío católico perseguido por los nazis, habla del Anticristo, el cual identifica con la ideología moderna surgida de la Ilustración, esa ideología moderna que en sus diferentes formas (liberalismo, fascismo, nazismo, capitalismo, socialismo, neoliberalismo, comunismo, corrección política) nos promete el paraíso en la tierra.
“Y mientras se dedica a aniquilar, creemos que construye. Cuando nos da piedras, pensamos que nos da pan. El veneno de su copa tiene para nosotros el sabor de una fuente de vida.
Y a él, el príncipe de los infiernos, lo contemplamos como a un hijo del cielo y de la tierra al mismo tiempo; lo cual, mientras vivimos, nos parece ser más que si fuera tan sólo hijo del cielo.
Así es como se nos presenta y nos habla:
«Querían prometeros el cielo. Pero yo os doy la tierra. Teníais que creer en un dios incomprensible; yo, sin embargo, os hago dioses a vosotros mismos. Creéis que el cielo es más que la tierra, ¡pero la tierra es sin duda un cielo!”.
Y como es propio de nuestra naturaleza anhelar continuamente convertirnos en dioses -pues nunca olvidamos nuestro origen y somos reflejos que buscan a lo largo de la vida su imagen original-, el Anticristo consigue seducirnos.
De este modo tan fácil logra convertir nuestra añoranza más noble en vulgar envidia [nota: en tiempos modernos, se llama «igualdad»]. Pues la añoranza y la envidia son hermanas gemelas, una bella y otra fea, que, sin embargo, pueden confundirse.
Es propio de nuestra naturaleza que queramos ser dioses. Pero el Anticristo nos dice que ya lo somos.
Y como también es propio de nuestra naturaleza imperfecta cansarnos y que nuestros sentidos se cieguen, aprovecha nuestras faltas y convierte en metas los hitos que se alzan en nuestro largo camino.
Y nosotros le creemos, pues mientras vivimos, estamos buscando nuestra patria eterna. Sin embargo, gracias a la astucia del Anticristo, creemos haberla ya alcanzado, aunque nos falte mucho para llegar.
Y como nuestros pies están cansados, no nos cuesta creerle. Seguimos en un país estéril y nos imaginamos que aquí es donde se hallan las campiñas de nuestra patria”.
(Joseph Roth, El Anticristo)