El Papa, según nuestra doctrina católica verdadera, es el sucesor de Pedro y el jefe de la Iglesia. No es perfecto (perfecto sólo es Dios), no es infalible excepto cuando habla ex catedra. La última vez que el Papa habló ex cátedra fue en 1950, proclamando el dogma de la Asunción de Nuestra Señora La Virgen María. La mayoría de Papas han sido buenos, algunos han sido santos, algunos han sido nefastos (los Papa Borgia de mi tierra tuvieron hijos, por ejemplo, y fueron un nido de corrupción)
Sin embargo, entre los católicos, hay una papolatría. Gente que adora el Papa aunque fuera Satanás. Santa Catalina de Siena es una santa porque fue una persona ejemplar, no porque todas sus opiniones sean verdaderas. No hay una doctrina de «infalibilidad de los santos».
Esta adoración excesiva al Papa (que no es católica ni está fundamentada en la Biblia, el Catecismo o ningún documento papal o de la historia de la Iglesia) abre una oportunidad para que la gente perversa y satánica pueda atacar a la Iglesia desde dentro. Sólo hace falta que puedan dominar la oficina papal. Esto es lo que pasa en nuestros tiempos, con ese lobo vestido de oveja, que responde al nombre de Francisco.
Alguien que públicamente hace afirmaciones que van contra la doctrina de la iglesia, que en Amoris Laetitia sienta doctrina contra las palabras de Nuestro Señor y contra toda la moral católica (y después ha reafirmado esta interpretación).
Espérense al sínodo amazónico o, mejor dicho, a las conclusiones que Francisco sacará de él. Veremos las herejías más espectaculares y a todos los católicos que son papólatras intentando justificar las aberraciones torciendo las palabras de Francisco para que parezcan ortodoxas, mientras los obispos las aplican con su verdadero significado (anticristiano). Así se destruye nuestra Iglesia. Es el tiempo que vaticinó Nuestra Señora en sus apariciones en que los clérigos iban a corromperse y llevar a mucha gente al infierno. Pero al final, la sana doctrina triunfará, como también vaticinó la Virgen en varias apariciones.