Está centrada en el neolítico y la conducta humana.
conocimientos *intelectuales y conocimientos vivenciales. Los conocimientos intelectuales no hacen más acumularse, por lo que la humanidad vive un progreso respecto a ellos.
Sin embargo, este análisis se queda muy en lo superficial. ¿Por qué hay conocimientos que hay que vivirlos para aprenderlos? Imaginemos el ejemplo que . Seguramente el joven ha aprendido otras cosas sin necesidad de vivirlas. Por ejemplo, cuando su padre le dijo que
El problema es que estos conocimientos van contra una parte de la naturaleza una humana, contra los instintos. Cuando el joven oye del viejo que no debe malgastar los recursos, no le hace caso pues malgastar los recursos va a favor de instintos muy fuertes:
1. El componente biológico de la conducta humana.
La mente humana es diferente al cerebro pero es influida por el cerebro y la estructura del cerebro influye sobre la misma.
El cerebro humano está formado en varias capas: unas son muy primitivas y las compartimos con los reptiles (sería el llamado «cerebro reptil»), otras son menos primitivas y las compartimos con los mamíferos (sería el llamado «sistema límbico). Finalmente, otras son humanas, el neocórtex (del que hay que destacar el módulo frontal).
- 2. El hombre tiene rasgos innatos y aprendidosTodos los rasgos de la personalidad humana se pueden clasificar en dos clases:
- Rasgos innatos. Son los que tenemos al nacer. Por ejemplo, alguien es agresivo porque su padre lo era. Están programados en los genes de forma cultural. Al conjunto de ellos lo llamaremos «biología» o «instintos».
- Rasgos aprendidos. Son los que aprendemos en nuestra vida. Por ejemplo, hablamos en un idioma porque es el idioma que hemos aprendido de nuestros padres. Estos rasgos se guardan en la mente. Al conjunto de ello lo llamaremos «cultura» o «aspectos culturales».
(En español, se dice: «¿se nace o se hace?»)
- La revolución neolítica es el acontecimiento más importante de la historia humana
Durante más del 90% de la historia humana, las personas vivían como cazadores-recolectores. Eran clanes (grupos familiares de entre 50 a 100 individuos) que no cultivaban la tierra ni criaban animales. Su alimentación venía de cazar animales y recoger frutos silvestres. Cuando la caza y la recolección se acababan en una zona, se desplazaban a otra zona. Por eso eran nómadas. No tenían casi posesiones y eran relativamente igualitarios (el jefe sólo estaba un escalón por encima de la persona con menos posición social). A este periodo se le llama «el paleolítico».
Todo ello acabó con la invención de la agricultura y la ganadería. Las personas acabaron consiguiendo su comida de los campos que cultivaban y los animales que criaban. Para ello, tuvieron que establecerse en pueblos cerca de los campos, así que se hicieron sedentarios. La riqueza aumentó espectacularmente (y podía ser conservada, porque la gente no debía moverse de un lado a otro). Como consecuencia, la desigualdad social aumentó. Además con más riqueza, se podía alimentar más población, así que la población aumentó espectacularmente. Los pueblos fueron haciéndose ciudades. A este estilo de vida se le llamó «neolítico».
El cambio del paleolítico al neolítico se llama la «revolución neolítica» y es el hecho más importante de toda la historia humana. Este cambio pasó sólo hace unos miles de años: en el Oriente Medio hace 10 mil años, en ciertas partes de América hace 500 años y en el desierto de Kalahari (en Africa) está sucediendo en estos momentos.
3. El hombre no está adaptado biológicamente a su entorno
En el paleolítico, el hombre estaba adaptado a su entorno, como cualquier otro animal. Durante cientos de miles de años, la selección natural había programado los instintos biológicos para el estilo de vida paleolítico. De forma que las personas, si seguían sus instintos naturales, producían una sociedad paleolítica que funcionaba de forma armónica (no de forma perfecta, porque nada humano lo es, pero sí de forma razonable desde el punto de vista paleolítico).
Desde el punto de vista biológico, la revolución neolítica fue el día de ayer. Unos pocos miles de años no bastan para que la selección natural reprograme los instintos del hombre para adaptarlo al estilo de vida neolítico (más aún cuando este estilo varía constantemente: no vivimos como nuestros tatarabuelos). Como consecuencia, los instintos del hombre siguen siendo los que tenían los cazadores-recolectores paleolíticos mientras que vive en un mundo neolítico.
El hombre es el único animal obsoleto: está adaptado a un entorno que ya no existe. Esto crea conflictos entre los deseos internos del hombre y la sociedad que ha construido. La gestión de estos conflictos es el motor que impulsa la historia humana. El hombre es el único animal contradictorio y la historia es la narración de cómo intenta gestionar sus contradicciones.
Este es el precio que tenemos que pagar por las maravillas que nos ha dado la revolución neolítica, por la que vivimos en algo que parecería un paraíso a nuestros antepasados paleolíticos. Vivimos en un mundo de largas vidas, pocas enfermedades, mucha población, mucha comodidad y comida abundante. El precio del paraíso es que algunos de nuestros deseos más íntimos (nuestros instintos) están en contradicción con nuestro entorno.
4. La moral es lo que permite vivir a pesar de esta inadaptación
Si todo hubiera quedado así, el hombre se hubiera destruido a sí mismo o, más probablemente, habría destruido la sociedad neolítica, volviendo al paleolítico inmediatamente. Es como si a un oso hormiguero le dieras el poder y el conocimiento para tener una bomba nuclear. Seguramente seguiría sus instintos para detonarla y crear agujeros inmensos para conseguir hormigas. De esta forma se destruiría a si mismo.
En el hombre, se hubiera producido lo que se llama «la ley de la selva» o «la ley del más fuerte». Los más poderosos hubieran acabado con los menos poderosos hasta que la sociedad neolítica no fuera sostenible.
Si la descripción del hombre es la que se acaba de hacer, el hombre se hubiera destruido a sí mismo o hubiera destruido la sociedad neolítica siguiendo sus instintos biológicos. Si esto no es así, es porque hay una serie de elementos que impiden esta destrucción y no se han descrito aún.
El más importante de estos rasgos es la llamada «moral». Es el conocimiento de lo que está bien y que está mal.
*** Explicar porque la moral permite la sociedad.
5. La moral es universal y biológica.
Hoy en día está en boga el relativismo moral, que afirma que cada cultura y cada persona tiene una moral diferente y por ello, no hay una moral objetiva (independiente del hombre). Esto es un absurdo. Todas las sociedades humanas discrepan en un 1% en la moral (por ejemplo, hay sociedades donde un hombre puede tener varias esposas) pero están de acuerdo en el 99% (en ninguna cultura está bien ser adúltero o torturar a los niños).
¿Esta moral es un rasgo innato o es un rasgo aprendido? ¿Se nace con la ley moral o se aprende de los mayores? Como casi todos los rasgos humanos, es una combinación de las dos.
Los padres enseñan la moral a sus hijos, también los maestros y los sacerdotes. Entonces la moral parecería un rasgo solamente cultural (aprendido, no innato). Pero, si es así, ¿por qué la moral no varía entre sociedades? Se podría decir que es porque la moral es lo que funciona y, dado que la naturaleza humana es igual en todas las sociedades, lo que funciona es siempre lo mismo, de forma que las diferentes sociedades han descubierto la moral que funciona por prueba y error.
Esto es cierto pero no es toda la historia. Un caso lo podemos ver en los terroristas de ISIS, que sienten remordimientos cuando matan a sus víctimas y deben buscar excusas para justificárselo a ellos mismos. Según su religión (el Islam), está bien matar a los infieles en una guerra santa (esta es la cultura que han aprendido de sus padres y de sus líderes religiosos). Sin embargo, sienten remordimientos, que sólo pueden ser de origen biológico, ya que la cultura aprueba sus acciones.
En conclusión, parte de la moral está programada biológicamente en el ser humano y es igual a todos los hombres. las diferentes sociedades añaden aspectos culturales, expandiendo la moral. Así, por ejemplo, «No asesinarás» está programado en la biología mientras «Irás a misa» está aprendido en la cultura.
A la parte de la moral que está programada de forma biológica, que es común a todas las personas y a todas las sociedades humanas, la llamaremos «moral universal» o «ley moral». Dos citas sobre la ley moral que aluden a su carácter innato son:
«Dos cosas me llenan de asombro, el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí». Inmanuel Kant.
Romanos 2
When outsiders who have never heard of God’s law follow it more or less by instinct, they confirm its truth by their obedience. They show that God’s law is not something alien, imposed on us from without, but woven into the very fabric of our creation. There is something deep within them that echoes God’s yes and no, right and wrong.
La ley moral es lo que permite al hombre vivir en una sociedad neolítica, a pesar de que sus instintos están programados para una sociedad paleolítica.