[Traducido de aquí. En inglés hay palabras diferentes para arrepentirse de los pecados por el mal que han hecho a Dios y al prójimo («repent», que aquí se traducirá como «arrepentirse») y para arrepentirse de lo que uno ha hecho de forma egoísta porque uno no ha conseguido lo que quería («regret», que aquí se traducirá como «lamentarse»)]
El hijo [de la parábola del Hijo Pródigo] nunca se arrepiente. No me di cuenta de esto hasta que escuché por la radio un sermón sobre esta parábola que hizo un obispo nicaragüense, durante el cual trató este tema (entre otros).
El hijo nunca dice: «He sido desagradecido e injusto con mi padre. Mi padre ha sufrido mucho por mi culpa. Lo he insultado (en las costumbres de esa época, pedir tu parte de la herencia era equivalente a decir que preferías que tu padre estuviera muerto). Lo he deshonrado y avergonzado. Lo he hecho sufrir inmensamente ». Esto es arrepentimiento
El hijo nunca dice: «He hecho mal. He sido malvado. Me he dedicado al placer y no al deber. He violado la ley de Dios al cometer pecados, tanto con mi padre como durante la vida pecaminosa que he vivido después de dejar a mi padre ». Esto es arrepentimiento.
El hijo dice: «“¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, mientras yo estoy aquí muriéndome de hambre!». En otras palabras: «No tengo comida. ¿Dónde puedo conseguir comida? Mi padre tiene comida incluso para sus jornaleros. Si puedo manipular al viejo, obtendré un suministro constante de alimentos ». Esto no es arrepentimiento, sino egoísmo. El hijo solo piensa en sí mismo, no en el padre, en Dios, en no ser malo. Sólo piensa en su egoísmo.
El hijo puede haberse LAMENTADO de haber tomado una decisión que tuvo malas consecuencias (aunque la parábola nunca lo dice) pero nunca se ARREPIENTE. El motivo de sus acciones es completamente materialista: la búsqueda de comida. Las motivaciones para volver con su padre son exactamente las mismas que para dejar a su padre: buscar el placer y evitar el dolor. Son completamente utilitarias. El hijo no ha cambiado. No ha nacido de nuevo. No tiene un corazón nuevo. El es el mismo de siempre.
Después de esto, el hijo no va al padre y le habla con sinceridad y honestidad. Por el contrario, ensaya un discurso para manipular al anciano para conseguir que le dé comida: «Volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra Dios y contra ti, y ya no merezco que me llames hijo; trátame como a uno de tus jornaleros”.»
Es importante tener en cuenta que esta nunca ha sido la verdadera motivación del hijo. El hijo solo quiere comida. Nunca ha pensado en el dolor del padre o la violación de la Ley de Dios. Solo sabe que puede obtener comida al decir estas palabras. Como no es sincero, tiene que ensayar las palabras que ha elegido cuidadosamente para manipular al anciano, como un vendedor barato que ensaya su discurso de ventas.
Luego llega a la casa de su padre. En lugar de hablar desde el corazón, repite su discurso ensayado palabra por palabra, como un vendedor barato: “Padre, he pecado contra Dios y contra ti, y ya no merezco que me llames hijo”.
A pesar de eso, el padre se apresura a perdonarlo. Esto me parece inmensamente conmovedor. Es como si el padre estuviera tan ansioso por perdonarlo que acepta cualquier cosa, incluso este patético discurso no sincero. Siendo el padre Dios mismo, sabe que el hijo nunca se arrepiente. El padre no deja que el hijo termine su discurso (no le importa este montón de trolas). Lo que le importa es: « Porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y lo hemos encontrado».
El obispo concluyó: «El hijo no se ha arrepentido y dejará la casa de su padre una y otra vez en el futuro, no solo una vez, sino muchas veces. Pero el padre siempre estará ansioso por perdonarlo cuando el hijo tome la iniciativa de volver con su padre, incluso si los motivos del hijo no son puros. Y, después de muchos de estos ciclos de dejar a su padre y volver a su padre, el hijo terminará viviendo en la casa de su padre para siempre y nunca se irá» (por supuesto, esto se refiere al cielo) · Conmovedor
(Alguien piensa que la crisis actual es para hacer que las personas se arrepientan y se vuelvan a Dios. Pero no creo que las personas modernas se ARREPIENTAN, al ver las malas consecuencias de sus malos caminos. Pueden LAMENTARSE de las malas consecuencias y volver temporalmente al buen comportamiento. Pero, una vez que se vuelvan a sentir seguros, volverán a sus malos caminos con energía renovada. Como el hijo pródigo)