Hoy hubo una fiesta en la que fue nuestra casa,
y vinieron los amigos, y rodaron las copas, y empezaron los bailes,
y alguien puso la música que tanto te gustaba
y yo temí que sonara nuestra canción.
En una casa vacía llena de gente,
donde has dejado una una soledad inmensa,
hubo risas, hubo chistes, hubo alegría,
y yo pensé que iba a a sonar nuestra canción.
Y los amigos no me dejaron solo ni un momento,
y se aseguraron de que mi copa siempre estuviera llena,
y alguien escondió todas tus viejas fotos,
y alguien paró la música cuando iba a sonar nuestra canción.
Y poco a poco se fueron yendo los invitados,
y la casa quedó vacía, fría y oscura.
Había restos de comida por todas partes,
y yo me quedé solo, triste y pensando en ti.
Pero Dios fue bueno, y fue clemente, y fue misericordioso,
porque a pesar del dolor, y de la angustia, y del agobio,
a pesar del vacío inexpresable que dejaste cuando te fuiste,
no llegó a sonar nuestra canción.