El enlace entre la igualdad y la destrucción de la civilización

Si todos los hombres son iguales, nuestra civilización va a ser borrada de la faz de la tierra y nuestros descendientes serán asesinados.

Si todos los hombres son iguales, entonces cada uno de los musulmanes negros de edad militar en el África subsahariana puede argumentar razonablemente que el hecho de que él está peor que yo demuestra que yo le he hecho daño y, por lo tanto, él puede y debe venir y tomar lo que yo tengo, que tiene un derecho de asilo que me obliga y que le da derechos.

«Todos los hombres son creados iguales» es lo que dices cuando estás intentando excitar a una turba para que derribe el árbol, con la esperanza de recoger algunas de las nueces.

Sobre el derecho de autoderminación

El problema que tenemos aquí es que, como de costumbre, los nacionalistas han pervertido el lenguaje. Cuando dicen «derecho a la autodeterminación» quieren decir «derecho a decidir si mi territorio quiere separarse del resto del país o no» o «derecho a la separación».

En realidad, el derecho a la autodeterminación (que es un derecho poco importante, ni siquiera aparece en la Declaración Universal de Derechos Humanos) se define en la ONU para dar soporte jurídico al proceso de descolonización que se acelera en los años 60 (por eso el texto habla de «poner fin rápidamente al colonialismo»). Por ejemplo, el Imperio Británico en África, donde sólo los británicos podían votar y los africanos (y otros territorios coloniales) eran súbditos. La idea es que todos los ciudadanos debían ser iguales. Por eso el texto habla de «PRINCIPIO DE IGUALDAD DE DERECHOS y libre determinación de los pueblos»

Esta igualdad de derechos podía conseguirse de dos maneras (pongo de nuevo el ejemplo del Imperio Británico): 1) Gran Bretaña podía hacer que los africanos estuvieran en igualdad de condiciones que los británicos, por ejemplo, dejándoles votar en igualdad de condiciones que los ingleses 2) Gran Bretaña podía dejar que los africanos se independizaran y formaran unas nuevas naciones donde ellos fueran iguales a los otros ciudadanos.

Fíjate que el problema que se tenía era que los africanos no podían votar las leyes y gobiernos británicos que les afectaban: eran súbditos, no ciudadanos. Ellos no podían autodeterminarse, determinar su propia vida votando las leyes y gobiernos que le afectaban. El derecho a la autodeterminación es el derecho a esto último y se puede conseguir por las dos maneras 1) y 2)

Obviamente, en un país donde todos los habitantes son iguales, la gente ya se autodetermina y no hay que hacer ni 1) y 2). Es el caso de España. Es por eso que dice esa resolución:

«Ninguna de las disposiciones de los párrafos precedentes se entenderá en el sentido de que autoriza o fomenta cualquier acción encaminada a quebrantar o menospreciar, total o parcialmente, la integridad territorial de Estados soberanos e independientes que se conduzcan de conformidad con el principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos antes descritos y estén, por tanto dotados de un gobierno que represente a la totalidad del pueblo perteneciente al territorio, sin distinción por motivo de raza, credo o color.»

Obviamente, si el gobierno representa a la totalidad del pueblo y no hay clases diferentes de individuos, no está autorizado quebrantar la integridad territorial de los Estados, pues estos territorios ya se autodeterminan.

El término pierde sentido si nos alejamos del contexto de la colonización. Si hablamos de los catalanes, el concepto no tiene ningún sentido. No sólo pueden votar las leyes del gobierno de España sino que tienen también un gobierno autonómico que pueden votar. Obviamente, si el derecho a la autodeterminación significara derecho a la separación, España nunca lo hubiera ratificado.

Pero esto no detendrá a los independentistas. ¿No fueron capaces de sacarse un derecho de la manga: el llamado «derecho a decidir»? ¿Por qué no deberían decir que la autodeterminación es lo que ellos quieren que diga? Como Humpty-Dumpty en «Alicia en el país de las maravillas» ellos pueden afirmar: «Cuando yo uso una palabra significa precisamente lo que yo decido que signifique: ni más ni menos.» Como es una ideología basada en la mentira, es necesario distorsionar el lenguaje.

Los independentistas no arriesgan nada.

«Para conseguir algo hace falta pelear y incluso llegar a la desobediencia civil si hace falta.»

Aún estoy esperando esa rebelión. Junqueras y Puigdemont creían que nada les pasaría: por eso violaron la ley. Pero Torra ya sabe de que va la cosa y, aunque pase todo el día con retórica independentista, se guardará mucho de violar la ley.

Sólo queréis hacer cosas que no tengan ningún riesgo y que no cuesten nada. Poner lazos amarillos no os cuesta nada, ir a las manis no cuesta nada, poner una silla vacía en Navidad no cuesta nada, comentar en las redes sociales no os cuesta nada, hacer la línea catalana no cuesta nada. Cada Diada os inventáis una nueva performance que no cuesta nada (acabaréis bailando la conga). Y después os creéis el Che Guevara.

Podríais hacer mil cosas para hacer la revolución de verdad. Renunciar a vuestros trabajos en la administración española (que incluye la Generalitat) o renunciar a vuestra nacionalidad española y convertiros en apátridas (al fin y al cabo, según vosotros, España es una mierda y vosotros odiáis ser españoles). Sólo con cien mil personas que hicieran eso (uno de cada 20 independentistas) pondríais al Estado Español en un grave aprieto, y sin violencia. ¿Qué tal que cuando se hubiera proclamado el 155, una décima parte de los funcionarios de la Generalitat hubieran dimitido en protesta? No dimitió ni uno. Mucho hablar todo el día de la independencia, pero no estáis dispuestos a arriesgar nada. Queréis que la independencia os la regalen a base de protestar y lloriquear, sin vosotros arriesgar y perder nada.

Revolucionarios que si pierden el iPhone se ponen a llorar. Comprendo que la vida cómoda y burguesa que vivís os resulte vacía y busquéis jugar a la revolución porque es divertido, como hay quien se disfraza de Star Trek. Pero no engañáis a nadie. La revolución es otra cosa. Lo que tenéis es mucho cuento y mucho lloriqueo.

Sobre el futuro de las etnias

Rabino Abarron Haviv en el Congreso Judío Mundial, 2011:

«La homogeneidad de las naciones europeas está fundamentalmente en contra los intereses del pueblo judío. Estamos en un punto de inflexión crítico en la historia. Occidente se está haciendo más y más diverso racialmente y pronto se forzará a la raza blanca a someterse.

El futuro de Occidente es el de una fusión («melting pot») étnicamente diversa, donde ya no reinan las malvadas divisiones de raza y supremacismo blanco. Esto es gracias al tremendo poder de nuestros movimientos sociales e instituciones. Este grandioso cambio será catalizado por la colonización musulmana. Desde la tierra de Israel, los judíos serán para siempre una luz en el nuevo mundo monoracial, tal como está garantizado por Dios»

Nota: El estado de Israel es un estado que se define como étnicamente judío. Lo que se propone es que todas las etnias desaparezcan menos la judía, que será la líder de todas.

Sobre como nuestra cultura considera a las mujeres

Nuestra cultura oscila entre dos concepciones contradictorias de la mujer. 1) Por una parte, nos dice que las mujeres son fuertes y tan capaces como los hombres (son adultas). 2) Pero, cuando hacen algo malo, las mujeres son víctimas y no son responsables de sus acciones. El responsable es un hombre cercano, que las ha obligado a actuar mal, porque ellas son ángeles (incapaces de maldad) y débiles como los niños (incapaces de enfrentar a los hombres malvados). Esta es la visión de los romanos, que consideraban a la mujer un menor de edad y el responsable de las acciones de ellas era un hombre cercano: el padre o el marido.

Esto hace que se proponga que las mujeres tengan la misma libertad que los hombres (para eso son adultas, concepción 1) pero no se les puede pedir responsabilidad por sus acciones (porque son menores, concepción 2). Hay que indultarlas o hay que protestar cuando los jueces los condenan, porque las pobrecitas eran víctimas. El objetivo del feminismo es obtener la libertad total de las mujeres sin ninguna responsabilidad. Esto lo vemos en temas como el aborto, donde la mujer debe tener toda la libertad sin ninguna responsabilidad y el hombre debe tener toda la responsabilidad sin ninguna libertad.

Lo mismo pasa entre la izquierda con los pueblos no occidentales, que cuando matan a alguien es porque algún occidental hizo alguna cosa mala. Este es el mecanismo de chivo expiatorio que analizó con tanta maestría el antropólogo René Girard y que no tengo espacio de explicar aquí.

La raíz del nacionalismo catalán

En el fetichismo de los nacionalistas por Francia es donde se puede ver la naturaleza del nacionalismo catalán. Francia es el país más centralista de Europa, donde las identidades regionales han sido laminadas, los idiomas regionales franceses completamente marginados y despreciados, considerados incultos y paletos. La lengua catalana en Francia está en un estado totalmente terminal.
 
¿Entonces, por qué ese amor hacia Francia de parte de gente que dice querer tanto al idioma catalán y la patria catalana? ¿Por qué Artur Mas pidió ingresar a la organización de la francofonía, cuando el idioma catalán se parece al francés como un huevo a una castaña?
 
Es porque el nacionalismo catalán, más que un ensalzamiento de la identidad catalana és un rechazo de la identidad española. Es una de las formas en que los españoles reaccionan a la internalización de la leyenda negra. Sabemos que esta leyenda negra ya estaba internalizada a finales del siglo XIX por los españoles. Como dice un poema del catalán Joaquín Bartrina (Reus, 1850 – Barcelona, 1880)
 
Oyendo hablar un hombre, fácil es
saber dónde vio la luz del sol
Si alaba Inglaterra, será inglés
Si reniega de Prusia, es un francés
y si habla mal de España… es español.
 
Ante el sentimiento de inferioridad que da internalizar la leyenda negra, en que uno se siente de un país inferior y no homologable a otros europeos, una de las soluciones es no sentirse español. Así España sería un país africano y Cataluña sería un país europeo. Esta es la raíz del supremacismo catalán, que es el motor psicológico del nacionalismo catalán.
 
El supremacismo es una droga psicológica con tres efectos agradables. Primero, es agradable sentirse mejor que el vecino, sin hacer nada, sólo por pertenecer a un pueblo que se dice superior. Segundo, el supremacismo permite tirar todas las culpas de tus errores al vecino, que es quien te oprime y no te deja expresar lo superior que eres (ver nuestro amigo cuando dice que una Cataluña independiente sería igual a Francia). Tercero, el supremacismo da un ideal mayor que tu para luchar (la independencia, concebida como paraíso en la tierra), un sucedáneo de la religión. Todos tenemos un agujero en forma de Dios en nuestra alma y si no lo llena Dios, intentamos llenarlo con sustitutos de baja calidad.
 
Dado que Cataluña, para lo bueno y para lo malo, es una región típicamente española (no hay más que ver los continuos esperpentos del proceso, como la República Imaginaria de Cataluña, que bien los pudiera haber firmado Valle Inclán), el nacionalista acaba siendo un «wannabe» (un «quiero y no puedo»).
 
Los «wannabe» son los más cargantes. Todo el día dando la vara. Un rico de verdad (digamos Bill Gates) no está diciendo todo el día que es rico, porque no necesita decirlo. Pero el que es un poco más rico que el vecino, está todo el día dando la vara de qué rico es, qué coche más bueno se ha comprado y cómo sus negocios van viento en popa.
 
Tampoco un habitante de Alemania, no está diciendo todo el día que vive en un país rico. Pero el independentista catalán está todo el día diciendo que ellos son más europeos que los españoles, más tolerantes, más prósperos, mejores. Debe hacerlo para convencerse a los otros y a ellos mismos que son superiores. Un caso muy parecido se da en los «ticos» fanáticos, naturales de Costa Rica, (país que está algo mejor que los otros países centroamericanos) y que son absolutamente insoportables: todo el día diciendo lo maravillosa y superior que es Costa Rica, como los nacionalistas catalanes, como todos los «quiero y no puedo». En cambio un sueco nunca presumirá de país avanzado.
 
Al final, como decía, el nacionalismo catalán no es tanto el ensalzamiento de la identidad catalana sino el rechazo de la española. Si mañana se dijera a los independentistas que podían ser franceses renunciando a su lengua, muchos firmarían. Hace muchos años leí un texto del genial escritor argentino Jorge Luis Borges diciendo algo así:
 
«Yo sería andaluz. Lo que no sería nunca es catalán. Los catalanes quieren ser franceses y no pueden. Los franceses los desprecian».
 
Entonces, pensé que no conocía la realidad de Cataluña, pero ahora pienso que la conocía muy bien. Vemos el «quiero y no puedo». Vemos la francofilia que los independentistas exhibe una y otra vez. Cuando se suspendió la declaración de independencia, un periodista vio a una chica que lloraba diciendo: «No me digáis que tengo que ser española». De eso se trata, de sentirse superior y no sentirse español, no tanto de sentirse catalán, que es sólo un medio y no el fin.

Sobre la lucha final entre el progresismo y el Islam

«En mi opinión, conforme la violencia vaya subiendo, los ciudadanos pedirán más seguridad a cambio de libertad. Esto nos llevará de nuevo a las Dictaduras y al fin de las Democracias.»

Es posible que haya dictaduras orwellianas pero serán transitorias hasta las dictaduras islámicas fundamentalistas. Nuestras élites han subestimado la fuerza de una ideología como el Islam. Se creen que, como han podido acabar con el cristianismo en Europa fácilmente, acabar con el Islam les será igual de fácil (y, mientras tanto, utilizan el Islam como una herramienta para dividir a la población y conseguir más poder para ellos).

Pero no se dan cuenta de que cargarse el cristianismo ha sido posible porque la nueva religión (el progresismo) es, en el fondo, una herejía cristiana, como ya observó Curtis Yarvin . Todos los conceptos que utiliza: libertad, igualdad, justicia social, estatus de la mujer, antiracismo, separación de religión y Estado son conceptos cristianos (aunque distorsionados y vueltos del revés). Por eso, ha sido posible reprogramar las mentes cristianas para que se vuelvan mentes progresistas. De hecho, el progresismo a lo largo de los siglos ha encontrado, a base de prueba y error, los trucos psicológicos perfectos para hacer esta transición.

Pero la mente musulmana trabaja de otra manera y nuestras élites son muy ignorantes de ello (su ideología progresista les hace sentirse superiores a los musulmanes y que su triunfo de la progresía es inevitable). Yo he estudiado por años el Islam y la forma de pensar de los musulmanes (no sólo en libros, sino también con amigos). Es posible que el progresismo seduzca a una minoría (sobre todo, la más acomodada) pero no a la mayoría. Además, las minorías occidentalizadas pronto se integran y disminuyen su natalidad, mientras que la mayoría que sigue fiel al Islam se reproduce mucho más.

Lo que tenemos aquí es un matrimonio de conveniencia entre la élite y el Islam. Los dos creen que se aprovechan del otro. La élite para conseguir más poder. El Islam para penetrar Occidente. La élite busca esa dictadura orwelliana. El Islam la dictadura fundamentalista. Pero cuando el Islam sea más mayoritario se producirá una ruptura. ¿Quién tiene más futuro? ¿Nuestras élites y la izquierda que a penas se reproducen? ¿O el Islam que tiene una tasa de reproducción sólida? El que gana el futuro es quien se presenta a él. El Islam tiene hijos y nuestras élites no. De él es el futuro.

Sobre el Estado fundado en la violencia

El problema  es que hemos dejado de vivir en la realidad. Vivimos en un mundo de fantasía, el de la ideología actual (que funciona como una religión). El de la libertad, igualdad, el multiculturalismo, el victimismo, etc. Una fantasía donde los pedos huelen a rosas y to er mundo e güeno.

Digámoslo claro: cualquier país está basado en la violencia. El Estado tiene el monopolio de la violencia legal, para que se cumpla la ley. ¿Qué pasa si tu te niegas a cumplir la ley? Se te pondrá una multa o una pena. ¿Qué pasa si te niegas a cumplir la multa o una pena? Se te pondrá una más gorda. ¿Qué pasa si te niegas a cumplir todas? Se te condenará a la cárcel. ¿Qué pasa si te niegas a ir a la cárcel? Un policía llegará a tu casa. ¿Qué pasa si te niegas a seguirlo? Te obligará a seguirlo. ¿Cómo? CON VIOLENCIA. Te arrastrará o te pegará.

Es esta violencia de última instancia la que es el fundamento del Estado, pues es la única forma de que la gente que no quiere cumplir la ley se le obligue a cumplirla. Sin la violencia, el Estado desaparece y la sociedad degenera en la anarquía, en la lucha de todos contra todos (lo que produce más violencia). Los occidentales hemos olvidado esto y nos pensamos que el Estado lo crean los derechos humanos, los buenos sentimientos y presumir de tolerante. No, el Estado lo crea el monopolio de la violencia. La única violencia legal es la de Estado y es la única forma de que la gente cumpla la ley.

Como nosotros hemos olvidado esto, nuestra sociedad se está disolviendo. El método siempre es el mismo. Grupos de personas que no quieren cumplir la ley, la incumplen. Si no se les hace nada, ya han conseguido lo que querían. Si la policía se ve obligada a usar la violencia, entonces se hacen las víctimas y la gente critica a la autoridad. Sea como sea, siempre ganan. Son los «crybullies», bravucones de libro, desde los independentistas que llevan niños al butifarréndum hasta los africanos del video. Con el tiempo, la ley se erosiona y la sociedad avanza a la anarquía.

Los que hemos vivido la mayor parte de nuestra vida fuera de la cultura europea tenemos claro esto (incluyendo los africanos del video). Saben que el mundo lo rige la violencia y no las palabras bonitas. Por eso, saben que, si los europeos no estamos dispuestos a usar la violencia, somos débiles y se puede hacer de nosotros lo que quieran. Por eso nos conquistarán y nos someterán. Porque el mundo lo domina el garrote y ellos están dispuestos a usar la violencia y nosotros no. Por eso son tan desafiantes. Saben que somos débiles y decadentes y que es cuestión de tiempo que nos sometan.

Cuatro formas de conseguir la independencia

Históricamente, ha habido tres formas de luchar por separarse de un país y los indepes catalanes han inventado una cuarta;

1) La independencia pactada, como la de Checoslovaquia. Si las dos partes quieren. Ahora los eslovacos se arrepienten y los checos están encantados de la vida.

2) La independencia mediante guerra. Los independentistas rompen la ley, se declaran independientes y esperan una guerra. Si ganan la guerra, son independientes. Este es el método más común. Así fue en Estados Unidos o América Latina. Quien algo quiere, algo le cuesta.

3) La independencia por resistencia pacífica. Inventada por Gandhi para la India. La población desobedece la ley y aguanta las consecuencias. Si los encarcelan, no hay problema. Están dispuestos a sacrificar por su sueño. Al final, esto sirve de excusa a las élites británicas que estaban hasta los huevos de la India para vender a su población que deben irse corriendo. (El mismo método de desobediencia pacífica sirve para dar excusa a las élites que querían acabar con la segregación racial). Quien algo quiere, algo le cuesta.

4) La independencia por lloriqueo y sin ningún coste. Inventada por los indepes para Cataluña. Se trata de quejarse y quejarse para que alguien les de la independencia sin ellos hacer nada. Si lloran suficiente, Europa presionará a España para que les dé la independencia, sin ellos perder ni arriesgar nada. Es como cuando llorabas mucho para que tu papá te diera lo que querías. «Independencia por pataleta», podríamos llamarla. No sólo no están dispuestos a una guerra o a ir a la cárcel: es que no quieren tener el mínimo incoveniente o riesgo. Cuando se aplicó el 155, ningún empleado de la Generalitat dimitió en protesta. Eso sí, hacer cosas que no les cuesten nada, tendrás todas las que quieras, no importa lo ridículas que sean. Manifas, poner una silla vacía en Navidad, poner lazos amarillos, cruces amarillas, bufandas amarillas, condones amarillos, pues el amarillo es un color mágico, que les dará la independencia (y una máxima potencia sexual) sin hacer nada. Después se ponen ciegos de ratafía y se sienten luchadores por la patria. Bueno, cada uno tiene sus aficiones. También hay gente que se disfraza de Star Trek y se cree alienígena. Peor es dedicarse a la heroína.


Su estrategia es siempre la misma: saltarse la ley y provocar y, cuando la ley se aplica, hacerse las víctimas. A Rajoy lo provocaron una y otra vez, con el primer referendum, y les fastidiaba que no reaccionara, porque eso es lo que buscan. Es lo que se llama en inglés un «crybully», un bravucón de la lágrima. Por eso, meten niños y viejos, como los islamistas, que los meten entre los terroristas para que los maten y después sacar rédito político.

Tienen sueños húmedos con «los tanques entrando por la Diagonal», porque es lo que desean, para convertirse en un problema mundial, que salga todos los días en la CNN. Los líderes independentistas están muy disgustados porque no hubo un muerto. Con un muerto hubieran montado una campaña internacional impresionante. Esto es imposible con la señora madura que dicen que le tocaron las tetas y sale con una herida en el brazo contrario al que agarraron. Después se inventan los mil heridos, porque lo de la señora de las tetas queda muy cutre. Qué más hubieran querido ellos que tener mil heridos. De ilusión también se vive.


Los líderes independentistas sin unos cobardes miserables. Están arruinando a su población mientras riban las arcas del Estado , mandándoles a un abismo.

Sí, pero a los indepes, les encanta que les mientan. Cuando Mas y Ponsatí dicen la verdad y reconocen que los han engañado, los indepes se tapan las orejas y piden que los sigan engañando. Han basado toda su personalidad en el sueño de la independencia (un sucedáneo de la religión) y renunciar a él sería replantearse el sentido de la existencia y esto es siempre muy trabajoso y doloroso. Es mejor que les mientan y les roben. Nunca unos políticos corruptos lo tuvieron más fácil.

Nunca sea el primero en dejar de aplaudir

Sacado de “Archipiélago Gulag” de Alexander Solzhenistyn.

En la región de Moscú, se celebraba la Conferencia del Partido Comunista de un distrito. La presidió el nuevo Secretario del Comité del Partido en el distrito, que sustituía a uno que acababan de encarcelar. Durante la clausura de la conferencia, se solicitó un homenaje al camarada Stalin. Naturalmente, todos se pusieron de pie (de la misma manera que, durante la conferencia, todos habían saltado de su asiento cada vez que se mencionaba el nombre de Stalin).

En la pequeña sala estallaron «aplausos torrenciales, que crecían hasta llegar a una ovación». Tres minutos, cuatro minutos, cinco minutos después, “los aplausos torrenciales que crecían hasta llegar a una ovación” continuaban. Pero ya dolían las palmas de las manos y los brazos en alto ya se habían dormido. Y los más viejos ya jadeaban de agotamiento. Aquello se había vuelto una estupidez insoportable, incluso para los que adoraban sinceramente a Stalin. Sin embargo, ¿quién se atrevería a ser el primero en dejar de aplaudir? El Secretario del Comité del Partido podría haberlo hecho. Él estaba en pie sobre la tribuna y era él quien había solicitado la ovación. Pero era nuevo. Había tomado el lugar de aquel que acababan de encarcelar ¡Estaba asustado! Al fin y al cabo, hombres de la KGB estaban de pie aplaudiendo y mirando quien era el primero en abandonar.

Y en aquella sala pequeña e ignorada, sin que el Gran Líder lo supiera, los aplausos continuaron. ¡Seis, siete, ocho minutos! ¡Eran hombres muertos! ¡Estaban perdidos! ¡Ya no podrían parar hasta derrumbarse con un ataque al corazón! En el fondo de la sala, que estaba abarrotado, aún se podía hacer algo de trampa, aplaudir con menos frecuencia, sin tanta fuerza, sin tanta furia – pero, ¿en la tribuna, a la vista de todos? El director de la fábrica local de papel, un hombre independiente y decidido, estaba de pie en la tribuna. Era consciente de toda la falsedad y la imposibilidad de la situación, pero seguía aplaudiendo. ¡Nueve minutos! ¡Diez! Angustiado, lanzó una mirada al Secretario del Comité del Partido, pero éste no se atrevía a parar. ¡Era la locura! ¡Hasta la muerte!

Con cara de entusiasmo fingido, mirándose de reojo, con una remota esperanza, los dirigentes del distrito aplaudirían más y más hasta que cayeran al suelo, ¡hasta que los sacaran de la sala en camilla! E incluso los que quedaran no flaquearían…Entonces, después de once minutos, el director de la fábrica de papel, puso cara formal y se sentó en su silla. ¡Y se produjo el milagro! ¿Qué se hizo de aquel entusiasmo general, incontenible, inenarrable? Todos a una dejaron de aplaudir y se sentaron. ¡Estaban salvados! La ardilla se las había ingeniado para salir de la rueda que giraba …

Sin embargo, así fue como descubrieron quienes eran los hombres independientes. Y así fue como consiguieron eliminarlos. Aquella misma noche, el director de la fábrica de papel fue arrestado. Con una facilidad extraordinaria le echaron diez años, alegando un motivo totalmente distinto. Pero, nada más acabó de firmar el formulario 206, el documento final del interrogatorio, el interrogador le recordó:

“Nunca sea el primero en dejar de aplaudir”.