Categoría: Sin categoría
Sobre la decadència de salaris en USA, la concentració de l’ingrés i un munt de gràfics útils
Evolució de la felicitat en els Estats Units, dividit entre els que tenen un títol universitari (més amunt) i els que no en tenen (més avall)
(Fixeu-se que l’escala no comença en 0, així que la tendència es veu més gran que el que és, encara que és significativa)
Felicitat segons si l’ingrés (el que guanyen) està per damunt de la mediana o per baix de la mediana (Dic mediana, no mitjana. En castellà: mediana, no media. En anglés: median, not average)
Xiquets vivint amb pares biològics quan la mare té 40 anys. Diferència entre classe alta i classe popular.
Hi ha vàries causes al meu parer:
1) Els salaris de classe treballadora han anat decaient per una sèrie de factors: incorporació de la dona i els immigrants al treball, polítiques neoliberals que concentren els diners, etc.
2) Hi ha menys treballs per a la classe treballadora: les empreses es van a paisos de mà d’obra barata, s’importen productes i persones d’uns altres paisos amb les fronteres obertes.
3) Decadència de la religió, que és especialment important per a la classe treballadora perquè 1) és la que pitjor ho passa i la religió li permet sobreviure els problemes 2) és la que té menys control sobre els impulsos, així que la religió li prohibeix comportaments auto-destructius, com divorci, drogues, promiscuitat.
Un munt de gràfics en https://wtfhappenedin1971.com/
The cost of Black America
Taken from here
If you are a white American, over the course of your lifetime the federal government will, on average and on your behalf, transfer $384,109 of your wealth and income to a single black individual.
According to the data derived from the 2014 federal budget, the average annual net tax/benefit broke down as follows:
- White: -$2,795
- Black: +$10,016
Over the course of an average 79-year lifespan, a white individual contributes a net $220,805 to the system, whereas over the course of an average 75-year lifespan, a black individual receives a net $751,200. However, since there are 4.6 times more whites than blacks in the USA, the black share has to be divided among the various contributors to sort out a one-to-one comparison.
So, the net cost to the average White American of the average Black American is $384,109. Married? That’s $768,218. Got 2 kids? That’s $1,536,436. 4 kids? Now we’re talking $2,304,654 lifetime.
Diversity is expensive. Now you understand why you won’t have much of an inheritance to leave to your children. Do you really think it’s worth it? And then, those natural conservatives to the south, the Hispanics, will surely improve the situation, right? After all, immigration helps the economy! Well, not so much.
- Hispanic: +7,298
In fact, because there are more Hispanics in the USA than Blacks, Hispanics are already a bigger cumulative net drain on the economy, $411,950,000,000 to $389,710,000,000. Needless to say, the ongoing demographic change from a predominantly white society to a less productive, less white one can be expected to have even more serious negative effects on the long-term economic prospects of the United States that it already has.
To quote the original author: «The negative fiscal impact of blacks and hispanics is significant. All of this discussion of a “national debt” and “deficit” is primarily of function of blacks and hispanics. Without them, we would be running budget surpluses today, even when keeping the military the same size.»
Descripción del sistema democrático americano
Vicente Miró. Tomado de aquí
Explicar el funcionamiento del sistema de elección presidencial americano es complicado, no porque sea una materia especialmente difícil en sí misma (sé positivamente que una parte de la audiencia de este blog –catedráticos, ingenieros, científicos, etc.– han manejado y manejan ideas muchísimo más complejas a diario). No es esa la cuestión.
El problema es que los esquemas cognitivos que se activan en la mente de un europeo no sirven para comprender el sistema americano porque el europeo está inconscientemente buscando la legitimidad del sistema a través del voto popular en primer lugar y, en segundo lugar, cuando hay conflicto, en los tribunales de justicia. Sin embargo, en las presidenciales americanas ni el voto popular ni el Tribunal Supremo tienen la última palabra en la designación del Presidente de los EEUU.
Esto es así porque lo que se toma por un mismo sistema político unificado (al que convencionalmente se le denomina “democracia occidental”) en realidad no lo es. En Europa continental todos los sistemas políticos son del siglo XX con raíces en la última parte del XIX y están enfocados a la sociedad de masas y el sufragio universal.
En EEUU, por el contrario, el sistema es del XVIII y está pensado por y para caballeros –gentlemen farmers– o sea, hacendados con ínfulas de grandeza cuya fantasía era verse a sí mismos como romanos de la antigüedad. Esto no es una metáfora; es rigurosamente así; es una fantasía heredada de los ingleses2 que les dio por jugar a hacerse pasar por romanos ante sí mismos y ante los franceses (que son su audiencia favorita) a partir de 1720 más o menos cuando sacan la cabeza del hoyo y salen a lucir palmito después de casi doscientos años de estar en el pozo de desolación y miseria en que quedaron sumidos tras el golpe cismático de Enrique VIII.
Pues bien, ese es el verdadero contexto de la fundación de EEUU. Un contexto que nada tiene que ver con la democracia, sensu stricto, sino con la emulación de la república aristocrática que fue la antigua Roma. Por lo tanto no había previsión de elecciones ni campañas ni partidos ni nada de lo que habitualmente identificamos como sistema democrático. La elección del presidente era por aclamación de un candidato que no se dignaba ni a presentarse (eso habría sido demasiado “vulgar”, es como andar buscando notoriedad y halago). Al verdadero caballero le escogen sus iguales espontáneamente por las cualidades que meramente exuda el primus ínter pares. Ese era el concepto de democracia de los founding fathers3.
La deriva hacia la democracia como un desbordamiento de compuertas
Esta Arcadia de caballeros de alto plumero y primus inter pares duró muy poco y enseguida vinieron las zancadillas, los empellones y los pucherazos hasta el día de hoy. El que sufrió Andrew Jackson es especialmente interesante porque es el primero que abre las puertas a una sociología más popular que es con la que Tocqueville se encuentra cuando llega a América en las primeras décadas del XIX y escribe su famoso “Democracia en America”.
El exordio anterior puede parecer tal vez demasiado largo pero es ciertamente necesario para comprender que
la democracia americana se ha construido por el desbordamiento popular de una forma republicana original de orientación aristocrática
Con cada desbordamiento de las estructuras republicanas originales se han ido construyendo en paralelo dos tipos de estructuras diferenciadas aunque ambas coincidentes en ser estructuras de protección: unas contra el pueblo y otras contra las élites4.
Ahora, repárese en que estas dos estructuras protectivas han corrido suertes contrapuestas: unas se han venido celebrando a bombo y platillo (las que protegen al pueblo de las élites, contenidas en las enmiendas o ammendments) y otras se han escondido vergonzantemente hasta no querer saber ni que existen (que son las que las élites han construido contra el pueblo y que están desarrolladas sobre todo en forma de leyes electorales).
Todo lo anterior nos permite llegar a un resultado ciertamente valioso para el propósito de esta entrada y es que
aunque EEUU ha construido y proyectado una mitología nacional de populismo, democracia y desenfadada apertura, en paralelo no ha dejado de cultivar, aunque en secreto, un corazón de bestia rabiosamente elitista y aristocratizante
Quién tiene la última palabra a la hora de elegir al Presidente
Ahora, por fin, (después de 1.300 palabras) creo que están ustedes de disposición de entenderme cuando les diga:
ni el recuento de los votos de la gente, ni la justicia, ni el Tribunal Supremo tienen la última palabra en la elección del Presidente; la tienen determinadas pequeñas camarillas de selectos grupos escogidos (llamados “legislature representatives” y “electoral college members”)
Mecánica electoral de las Presidenciales
Para esta explicación tengan ustedes muy presente la entrada que he escrito como Guía de Pucherazos Made in USA Parte 1. Allí se explican las circunstancias de arranque de lo que ha terminado siendo una extraña forma de gobierno, a mitad de camino entre la confederación y la federación.
La elección del presidente de EEUU no es una elección directa del pueblo al candidato. Lo que realmente hace el votante popular no es elegir sino sugerir; esto es “dar una indicación con su papeleta” a su legislature (a la cámara de su estado) para que este cuerpo movilice los auténticos votos electorales que le corresponden a ese estado según una asignación poblacional (que opera como un corrector de compensación territorial parecido a la ley D’Hondt que se aplica en España) y los destine a la designación de tantos electores como votos de elección presidencial disponga ese estado.
Una vez esos electores son designados por las cámaras de cada estado se constituyen en colegio electoral (Electoral College) de 538 personas y emiten su voto, en principio comprometido a favor del candidato favorecido por el voto popular. Lo más chocante es que esto no siempre sucede y el hecho es que en cada elección hay siempre algún voto desviado a otro candidato distinto del que se les había confiado el voto. En algunos estados hay restricciones y penalizaciones a estos faithless electors, que así se llaman, pero desde luego su compromiso para con los votantes populares no responde a la forma de “mandato imperativo”.
Si un candidato recibe la mitad más uno de los 538 votos del Colegio Electoral, es decir si llega a 270, entonces es proclamado presidente.
- La ruta 66 es suficientemente conocida (es la carretera que va de Chicago a Los Angeles) pero “la senda de los Apalaches” o Appalachian Trail (cuyo nombre oficial es “The Appalachian National Scenic Trail”) es una senda de montaña que va desde Springer Mountain en Georgia a Mount Katahdin en Maine, en total 3.200 km de caminata de punta a punta de la costa este norteamericana. ↵
- Pero, claro, con la ingenuidad propia del provinciano lo cual es evidente, por ejemplo, en Monticello que es la casa que Thomas Jefferson se construyó siguiendo ese modelo paladiano imitación de la antigüedad que tanto les fascinaba. Digo que es evidente porque esa casa está llena de cachivaches y tonterías como pipas de indio colgadas por las paredes y piezas de arte de segunda, por supuesto, bustos de romanos. Es decir, una casa llena con los objetos favoritos de una mentalidad culturalmente inmadura, como un adolescente que cuelga en su cuarto el póster de un Ferrari porque cree que eso es el zenith del mundo. Deben saber ustedes que me llevé la gran sorpresa al comprobar que de todos aquellos objetos, el mejor, el más bonito, el más finamente trabado y el que además poseía un mayor valor científico era… jamás lo adivinarían; un mapa coloreado de unos tres metros de largo de toda America realizado y formado por la Real Sociedad Matritense de Amigos del País. Si no me creen vayan y vean. ↵
- Se podría argumentar que esa descripción responde más al sur que al norte; argumentar debidamente que el norte, aunque no era latifundista, participaba de un filo-aristocratismo equivalente me llevaría mucho. Pero baste recordar lo que Benjamin Franklin le dijo a una señora que, curiosa de que en la primera convención estuvieran en pleno verano con las ventanas tapiadas (véase la entrada en la que hago un repaso de los golpes y pucherazos aquí) y entonces le preguntó que qué hacían ahí metidos a lo que Franklin respondió: “Una república, señora, eso es lo que hacemos, una república, si es que ustedes no la echan a perder” (A Republic, madam, if you can keep it) lo cual tiene el sentido de que se eche a perder porque accedan a ella los que no la merecen ni la entienden, o sea, el pueblo el populacho, el hoi polloi (expresión que viene del griego y se usa en inglés en el sentido de “chusma”; es justamente el tipo de palabra que sí habría usado un founding father tan obsesionados como estaban de emular la antigüedad grecolatina.) ↵
- Así EEUU se ha ido desarrollando como una sociedad profundamente dicotómica, unida en la desunión y de sistemas enfrentados (adversarial) que no tiene nada que ver con la nuestra –verdadera sociedad mediterránea hija de griegos y romanos– y cuya tradición política no es la del enfrentamiento sino la tradición política aristotélica donde la primera virtud cívica no es sino la amistad civil, la concordia entre gobernados, gobernantes y entre conciudadanos entre sí. Una tradición que, posteriormente se verá reforzada por el cristianismo. ↵
Islam in Europe: Lessons from Medieval Spanish
Why all of Macron’s measures against “extremism” are doomed to failure.
. Raymond Ibrahim
[Taken from here]
Raymond Ibrahim is a Shillman Fellow at the David Horowitz Freedom Center.
A critical question arises in light of the recent spate of fatal terror attacks in France and other European nations: How do you once and for all eradicate “extremism” from Muslim communities living in the West?
Western leaders usually respond by citing anything and everything from new “initiatives” meant to foster closer relations between Muslim communities and their host nations, to surveillance measures of hot spots and mosques.
Lamentably, history has already proven that even much more draconian measures against Islam—of the sort that modern Western man cannot even conceive let along implement—are doomed to failure.
Consider the historical experiences of France’s neighbor, Spain. In the eighth century, Muslims from Africa invaded and brutally conquered the Iberian Peninsula. Christians were massacred and subjugated; churches were destroyed and/or converted to mosques. By the late fifteenth century, however—after centuries of wars to liberate Spain from Islam (AKA, the Reconquista)—Christian rule finally extended to every corner of the peninsula.
Muslims, however, remained, mostly centered in Granada. Originally, they were given lenient terms: Muslims could continue practicing their religion, enforce sharia in their own communities, and even travel freely.
Even so, whenever the opportunity arose, Muslims rebelled and launched many hard-to-quell uprisings, some “involving the stoning, dismembering, beheading, impaling, and burning alive of Christians.” Muslims also regularly colluded with foreign Muslim powers (e.g., North Africans, Ottoman Turks) in an effort to subvert Spain back to Islam.
Fed up with this “enemy within,” the Spanish crown finally decreed in 1501 that all Muslims had two choices: convert to Christianity or leave Spain. The motivation was less religious and more political; it was less about making Muslims “good Christians” and more about making them “good citizens.” So long as they remained Muslim—thereby operating under the highly divisive doctrine of “loyalty and enmity”—they would remain hostile and disloyal to Christian Spain; and because secularism, atheism, multiculturalism, or just general “wokeness,” were not options then, the only practical way Muslims could slough off their tribalism and be loyal to a Christian kingdom was by embracing its faith.
Spain’s entire Muslim population—hundreds of thousands of Muslims—responded by openly embracing Christianity while remaining crypto-Muslims, in keeping with the Muslim doctrine of taqiyya. It teaches that, whenever Muslims find themselves under infidel authority, they may say and do almost anything—denounce Muhammad, receive baptism and communion, venerate the cross—as long as their hearts remain true to Islam. So, in public, these newly converted “Christians” went to church and baptized their children; at home, they recited the Koran, preached undying hate for the infidel, and plotted how to destroy Christian Spain.
That these “Moriscos”—that is, self-professed Muslim converts to Christianity who were still “Moorish,” or Islamic, as they came to be known—went to great lengths to foist their deception cannot be doubted, as explained by one historian:
For a Morisco to pass as a good Christian took more than a simple statement to that effect. It required a sustained performance involving hundreds of individual statements and actions of different types, many of which might have little to do with expressions of belief or ritual per se. Dissimulation [taqiyya] was an institutionalized practice in Morisco communities that involved regular patterns of behaviour passed on from one generation to the next.
Despite this elaborate masquerade, Christians increasingly caught on: “With the permission and license that their accursed sect accorded them,” a frustrated Spaniard remarked, “they could feign any religion outwardly and without sinning, as long as they kept their hearts nevertheless devoted to their false impostor of a prophet. We saw so many of them who died while worshipping the Cross and speaking well of our Catholic Religion yet who were inwardly excellent Muslims.”
Christians initially tried to reason with the Moriscos; they reminded them how they became Muslim in the first place: “Your ancestor was a Christian, although he made himself a Muslim” to avoid persecution or elevate his social status; so now “you also must become a Christian.” When that failed, Korans were confiscated and burned; then Arabic, the language of Islam, was banned. When that too failed, more extreme measures were taken; it reached the point that a Morisco could “not even possess a pocketknife for eating with that did not have a rounded point, lest he savage a Christian with it.”
A Muslim chronicler summarizes these times: “Such of the Muslims as still remained in Andalus, although Christians in appearance, were not so in their hearts; for they worshipped Allah in secret. . . . The Christians watched over them with the greatest vigilance, and many were discovered and burnt.”
Such are the origins of the Spanish Inquisition (which, contrary to popular belief, targeted more Muslims than Jews). For no matter how much the Moriscos “might present the appearance of a most peaceful submission,” a nineteenth century historian wrote, “they remained nevertheless fundamental Musulmans, watching for a favourable opportunity and patiently awaiting the hour of revenge, promised by their prophecies.”
Thus, when a rumor arose in 1568 that the Ottoman Turks had finally arrived, Spain’s crypto-Muslim fifth column, “believing that the days under Christian rule were over, went berserk. Priests all over the countryside were attacked, mutilated, or murdered; some were burned alive; one was sewed inside a pig and barbequed; the pretty Christian girls were assiduously raped, some sent off to join the harems of Moroccan and Algerian potentates.”
In the end, if Muslims could never be loyal to infidel authority—constantly colluding and subverting, including with foreign Muslims—and if conversion to Christianity was no solution, then only one solution remained: between 1609 and 1614, all Moriscos were expelled from the Peninsula to Africa, whence Islam had first invaded Spain nearly a millennium earlier.
This decision was not taken lightly. Many Christians in Spain—and the pope in Rome—deemed it too harsh; some suggested the castration of all Morisco males as an alternative. Yet, in the end, the monarchy concluded that there was no other guarantee against the constant subversions and sporadic bouts of terrorism than the complete elimination of Islam from Spain.
The point here is that Spain did everything humanly possible to get its Muslim population to assimilate and forsake their hate for Christian “infidels”—including by forcing them to convert to, and their children to be born in, Christianity, and monitoring their commitment—and even that was not enough, thanks to the dispensation of taqiyya, which still informs much of Europe’s Muslim population.
As such, surely any and all “anti-extremist” measures France and other Western nations take—none of which will ever be anywhere near as extreme as premodern Spain’s, and most of which currently revolve around silly platitudes such as “They will not divide us,” to quote Macron after a beheading—are doomed to failure.
Note: Quotes in the above narrative were excerpted from and documented in the author’s Sword and Scimitar: Fourteen Centuries of War between Islam and the West. Raymond Ibrahim is a Shillman Fellow at the David Horowitz Freedom Center, a Judith Rosen Friedman Fellow at the Middle East Forum, and a Distinguished Senior Fellow at the Gatestone Institute.
[Note about the Inquisition:
In its 353-year history, the Spanish Inquisition was responsible for a grand total of 3,230 deaths, which on an annual basis is less than the number of French citizens who have been murdered by Muslims in 2020 alone. Source: The actual historical records. Look up the 783-page report published in 2004 by Agostino Borromeo of Sapienza University.
Another source is historian Henry Kamen.
We can in all probability accept the estimate, made on the basis of available documentation, that a maximum of three thousand persons may have suffered death during the entire history of the tribunal.
Por qué Sánchez puede durar muchos años: sus apoyos y la visión del Ibex
La aprobación de los Presupuestos parece haber abierto un escenario diferente, con el paso de la mayoría de la investidura a la mayoría de gobierno. La presencia de Bildu parece romper algunas líneas rojas, hay tensión respecto de la deriva en las posiciones de Sánchez, preocupación por el peso de Podemos en el Gobierno y demás aspectos convenientemente resaltados estos días en los análisis. Pero quizá tengamos que intentar comprender el momento desde una perspectiva diferente y más amplia.
Mucha gente que se identifica con posiciones de derechas celebró la derrota de Trump como un paso adelante en el deterioro de los populismos, pero quizá no hayan valorado lo que supone la llegada de Biden al poder, el programa que pretende desarrollar y el modo en que esa visión encaja con la que Sánchez difunde en nuestro país. Y en España, donde las influencias exteriores tienen un gran peso, ese factor es muy relevante.
Next Generation Spain
La primera de esas influencias, obviamente, es la de la Unión Europea, que determina muchas de nuestras políticas, en especial las económicas. Si no ocurre nada extraño y Biden gobierna y desarrolla su plan, los vínculos con la Unión serán mayores, alejándose de la tensión continua a que Trump sometió su relación con Alemania y con la UE, y eso supondrá la implementación de los planes que el demócrata defiende, ligados a la digitalización, las infraestructuras ecológicas y el peso de las finanzas. La UE está en completa sintonía con esa perspectiva, y lo hemos visto de manera explícita con el Next Generation EU y su idea de la recuperación. En este escenario, una Casa Blanca demócrata supone un espaldarazo a las políticas que ya está intentando desarrollar Bruselas, lo que empujará España hacia ese camino de una manera más intensa.
El discurso que Sánchez pronunció este año en el Foro de Davos fue explícito respecto de los propósitos que tiene para España
Pero ese es también el plan de Sánchez. El discurso que el presidente español pronunció en la última edición del Foro de Davos fue explícito en ese sentido: transformación digital, transición ecológica, igualdad real entre hombres y mujeres y justicia social son los objetivos marcados, enumerados en orden de importancia. Su discurso fue relevante no porque nos descubriera algo nuevo, sino porque exponía ante un foro totalmente alineado con esas ideas (y en el que participan muchas de las empresas y de los fondos más importantes del mundo, no lo olvidemos) lo que ya había venido contando en casa: que tenía una idea para España, que estaba ligada al ‘great reset’ que el foro promueve y que él es el único capaz de realizarla en estos momentos.
El Ibex
De modo que se juntan varias grandes líneas que apuntan en la misma dirección: las intenciones de Biden, los planes de la UE, la orientación de las grandes firmas y los grandes fondos y el futuro de España que Sánchez tiene en mente.
No podemos desdeñar esta confluencia, porque supone un respaldo importante a las políticas de Sánchez, en muchos sentidos, también de cara a las empresas españolas. Hace pocos días, BlackRock, el principal accionista del Ibex 35, convocó a una reunión a los principales gestores de las firmas cotizadas, en la que Larry Fink, el CEO de la empresa de gestión de activos más grande del mundo, dibujó las líneas de acción que esperaba para el futuro. En el evento, estuvieron presentes directivos como José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica; Pablo Isla, presidente de Inditex; Ignacio Sánchez Galán, primer ejecutivo de Iberdrola; Francisco Reynés, presidente de Naturgy; José Bogas, consejero delegado de Endesa; José Antonio Álvarez, consejero delegado de Banco Santander; Onur Genç, con el mismo cargo en BBVA; Gonzalo Gortázar, primer directivo de CaixaBank; Ismael Clemente, máximo responsable de Merlin Properties; Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol; José Manuel Entrecanales, primer accionista de Acciona; Rafael del Pino, presidente de Ferrovial, y Fernando Abril-Martorell, ejecutivo principal de Indra.
No sé qué piensan los directivos del Ibex sobre Sánchez, ni si son favorables a su gestión, pero sí lo que piensa su accionista más importante
Es una muestra del poder que los accionistas atesoran respecto de las grandes firmas españolas. Y el deseo de BlackRock, como quedó patente en una conversación de Larry Fink con Ana Botín celebrada pocos días después, consiste en realizar la transición verde e impulsar la digitalización, así como en generar un tipo distinto de gestión de las compañías, más favorable a la diversidad, todo ello plasmado en los criterios ASG. No sé qué piensan los principales directivos del Ibex sobre el presidente del Gobierno, ni si son favorables a su gestión o no, pero lo que piensa su principal accionista, y por tanto quien ostenta mucho poder sobre ellos, sí está alineado con el plan de Sánchez para España. Y ya se sabe la gran influencia que tienen los grandes accionistas sobre las empresas; incluso si muchos CEO pensaran que Sánchez no es el hombre, se encontrarían con un límite que les resultaría muy difícil sobrepasar.
El nuevo sentido común de la época
En realidad, está conformándose un nuevo dibujo internacional y un nuevo sentido común en el que los principales actores, el Gobierno de EEUU, la UE y los accionistas más importantes, están alineados. Ese nuevo contexto empuja España en la dirección de su readaptación, de lo que podríamos llamar reorganización productiva, y Sánchez es quien más ha abogado por tomar esa dirección (junto con el ala menos derechista de Ciudadanos) y quien está en mejor disposición para llevarla a cabo.
El obstáculo que este plan de reorganización general de Occidente ha encontrado es interno. La visión de Biden tiene a Trump y a su gran cantidad de votantes como freno, la UE al populismo de derechas, Macron a Le Pen, y así sucesivamente. En España, esa tensión interna está viviéndose de manera muy evidente, con las disputas políticas elevando enormemente un tono que ya era demasiado crispado. Pero la aprobación de los Presupuestos con una mayoría más amplia que el estado de alarma indica también que Sánchez está ganando en esa pelea, y que quizás esté reconfigurando las alianzas, aunque sea de un modo táctico, de forma que sea complicado discutirle el poder durante mucho tiempo.
Veremos si Sánchez se convierte en el artífice de la reconfiguración de España y si impulsa nuevas élites, pero la intención está ahí
El otro obstáculo, también interno, tiene que ver con cómo se desarrolle la pandemia, el tiempo de duración, los efectos que cause y la situación económica a que nos aboque, que puede generar el descontento suficiente como para que el balance de fuerzas oscile. No olvidemos que, a pesar de todo, sigue siendo un Gobierno obligado a hacer equilibrios, ya que su poder parlamentario no es suficiente, y su apoyo social tampoco está suficientemente asentado, lo que le puede restar también apoyos internacionales. Los anuncios de vacunas efectivas podrían venir también a respaldar las intenciones del Gobierno español.
En este instante, y sumando todos estos factores, queda preguntarse si Sánchez va a ser un presidente más o se va a convertir en un Felipe González, esto es, en el artífice de la reconfiguración de España a las exigencias de los tiempos, el que reestructuró el país, impulsó nuevas élites (esas que le faltan ahora a Sánchez, porque las internacionales le apoyan, pero las nacionales mucho menos) y llevó España hacia otro lugar. Veremos qué ocurre, pero la intención está ahí, y los vientos internacionales soplan a su favor.
Why conservatism always loses
Conservatism never conserves anything because it is an incoherent position. If you accept insane dogmas as freedom, equality, democracy and the ideology of the Founding Fathers, you cannot argue against the last innovation of the Left, because these innovations are the logical consequence of these insane dogmas.
Cthulthu swims left because the Left finds an unprincipled exception to these foundational dogmas (let’s say «gays cannot get married»). (See about unprincipled exceptions here: http://www.amnation.com/vfr/archives/005864.html)
Then the Left justifies the abolishment of this exception in a logical way starting from these foundational dogmas. «Why can’t gays get married? Isn’t this against freedom? Isn’t this against equality?».
The logical answer of the Right should be: «Yes, it is against freedom and equality, because freedom and equality are completely imaginary and perverse fantasies.»
The answer of the conservatism is «No, the fact that gays cannot be married is not against freedom and equality because <insert convoluted explanation that uses some hidden fallacies and that 80% of people cannot even understand>». The reply of the Left is «of course, it is against freedom and equality». And the Left is right and everybody can see it.
So you have lost the debate before even engaging in it, because you have accepted the leftist dogmas so you cannot stop accepting the conclusions that derive from leftist dogmas.
Conservatives are only leftists with problems of anxiety. They want the revolution not to be that fast. They want to keep the revolution just at the point the revolution was when they were young.
About the «voice of reason» type of guy. Cuckservatives.
Come on! Spare us the BS, please!. I know your type. Yesterday I was talking with my family about people like you.
Every time we have tried to speak truth and awaken our acquaintances about the left-wing totalitarianism to come, we have found people like you.
You have stayed silent while we tried to speak the truth in the middle of a hostile environment. You were worse than useless because, with your silence, you were agreeing with the majority view, which called us Nazis, radicals, paranoiac or whatever.
When you have spoken, you have rushed to say that you weren’t like us. You were reasonable and moderate. A reasonable conservative. You have found reasons to agree with our enemies, only to show how reasonable you are. You have stabbed us in the back every time you have wanted to score a cheap point.
You have stayed silent or played «the reasonable guy» because your appearance of being reasonable and neutral was worth more than the truth. You wanted to be well-considered. You were not like those pesky right-wing radicals and tried to distinguish from them. You were «the voice of reason» while everybody pointed a finger to us.
Now that the demons are coming at you, following the Niemoller poem (https://infogalactic.com/info/First_they_came_…), now you are lecturing about the dangers of being neutral. As if we didn’t know… We told you guys about this one thousand times, but you didn’t want to listen. You were «the voice of reason».
Now enjoy the world your cowardice, your pride and your love of being well considered has produced. But spare us the BS, please. We are fed up with people like you.
Su nombre era el de todas las mujeres
El imbécil
Era una criatura detestable
en el plano moral, un ser abyecto,
una abominación lovecraftiana.
No era tampoco guapa, ni atractiva,
ni graciosa, ni joven, ni simpática.
Era un montón perverso de basura.
Pues fuiste tan imbécil que por ella
dejaste a la que amabas y vendiste
tu alma en los bazares de la noche.
Tiempos difíciles
Era todo tan triste y tan absurdo.
No vivías apenas. Te colgabas
de la pared de la melancolía
y veías pasar las lentas horas
que hacia nada conducen y hacia nunca.
Las mujeres te habían retirado
su protección, los dioses su asistencia
y la literatura su cobijo.
Fueron tiempos difíciles aquellos.
El olvido
La olvidé. Por completo. Para siempre
(o eso creía entonces). Me cruzaba
con ella por la calle y no era ella
quien se paraba ante un escaparate
de ropa deportiva, no era ella
quien compraba el periódico en un quiosco
y se perdía entre la muchedumbre.
Como si hubiera muerto. No era ella.
Su nombre era el de todas las mujeres.
Luis Alberto de Cuenca
Falsa compasión
29 de octubre de 2020
La noche anterior al último atentado islamista en Francia, en el que un terrorista mató a tres personas en la Basílica de Notre-Dame de Nice, estaba leyendo un breve libro sobre el terrorismo islamista en Europa, preparándome para escribir un artículo sobre la decapitación por parte de un refugiado checheno de Samuel Paty, el maestro que, hace dos semanas, había usado las caricaturas de Mahoma con el fin de explicar la libertad de expresión en su clase de educación cívica.
El libro era de Hamid Zanaz. El autor, de origen argelino, es un filósofo que no solo ha abandonado la religión de sus antepasados, sino que ahora se opone a ella en todas sus formas. Su libro relata una historia que explica cómo el islamismo ha podido penetrar, casi sin oposición, en el tejido de Europa. La historia es relativa a Noruega, pero se podría contar algo similar de muchos, si no todos, los países de Europa Occidental. Citaré extensamente :
Karsten Nordal Hauken, un político violado por un somalí [refugiado en Noruega], se opuso a la deportación de su agresor: “Perdí años por la depresión y el cannabis. . . . He aprendido que la cultura de origen del violador es completamente diferente a la nuestra. En su cultura, el abuso sexual es sobre todo una cuestión de toma de poder y no el resultado del deseo sexual: no se considera un acto homosexual. Para comprender cómo pudo ocurrir, hay que superar los prejuicios. . . . «
El político continua:
“No siento ninguna ira hacia mi agresor, porque lo veo sobre todo como producto de un mundo injusto. Como producto de una educación marcada por la guerra y las privaciones. . . . Quiero que sigamos ayudando a los refugiados a pesar de todo ello. . . . Antes que todo, soy un ser humano y no un noruego. No, soy parte del mundo y, lamentablemente, el mundo es injusto «.
En otras palabras, fue realmente su culpa, como habitante de un país injustamente privilegiado, por lo que el somalí lo violó. Tuvo lo que se merecía: al igual que la mujer de la Basílica de Notre-Dame de Niza merecía su decapitación, según la misma lógica.
Versiones de este extraña mentalidad están muy extendidas en Europa (y probablemente también en América), especialmente entre la intelectualidad. Huelga decir que no es una mentalidad propicia para contrarrestar una ideología cruel y peligrosa. Para entenderla, me vienen a la mente dos textos: uno de GK Chesterton y otro de Max Frisch.
En Ortodoxia , Chesterton escribió que el mundo moderno «está lleno de virtudes salvajes y desperdiciadas». Continuó:
Cuando un esquema religioso se hace añicos… no sólo son los vicios los que se desatan. Los vicios, ciertamente, se desatan y vagabundean y hacen daño. Pero las virtudes se desatan también: y las virtudes vagabundean de forma aún más salvaje y las virtudes hacen un daño más terrible…a algunos humanitarios sólo les importa la compasión; y su compasión (lamento decirlo) es, a menudo, falsa.
¿Qué forma más concisa de caracterizar la mentalidad egoísta de Hauken que la de «falsa compasión»? Y qué daño terrible ha hecho su falsa compasión (o algo parecido).
El segundo texto, el de la gran obra de Max Frisch The Fire Raisers, captura la pura cobardía de la mentalidad de Nordal Hauken y la de muchos como él. En la obra, un hombre de negocios llamado Biedermann admite a un pirómano ambulante pobre en su casa, en parte por caridad y en parte por una incapacidad pusilánime para decir que no (es difícil desenredar las dos causas).
El pirómano da indicaciones cada vez más claras de que tiene la intención de incendiar la casa, pero Biedermann (nuevamente en parte por ceguera y vergüenza social, pero principalmente por cobardía), se niega a reconocerlo y a expulsar al pirómano. Este último incendia la casa, matando a Biedermann y su esposa, quienes luego se van al infierno.
La obra de Frisch, publicada en 1953, es una alegoría de la toma de poder de las sociedades por parte del totalitarismo nazi y comunista, pero tiene una aplicación mucho más amplia a la de cualquier sociedad u organización que enfrente la destrucción por parte de quienes se insinúan en ella con la intención o el deseo. para destruirlo.
Por supuesto, ninguno de los textos ofrece una orientación precisa sobre qué medidas prácticas deberían tomar Francia y otros países en una situación similar.