Después del Imperio

Theodore Dalrymple
Sacado del libro “Our culture, what’s left of it”.
Primavera 2003

Tan pronto como terminé la carrera de médico, me trasladé a Rhodesia, que iba a transformarse en Zimbabue unos cinco años después. En la década siguiente, trabajé y viajé mucho por África y no puede evitar reflexionar sobre asuntos como el choque de culturas, el legado del colonialismo y las consecuencias prácticas de las buenas intenciones que se formulan sin comprender la realidad. Poco a poco llegué a la conclusión de que los ricos y poderosos sí que pueden tener un efecto sobre los pobres e indefensos – quizás pueden incluso transformarlos – pero no siempre (de hecho, nunca) de la manera que ellos querían o anticipaban. La ley de las consecuencias inesperadas es más fuerte que el poder más absoluto.

Fui a Rhodesia porque quería ver el último reducto de colonialismo en África, las últimas boqueadas del imperio británico, que tanto había hecho para dar forma al mundo moderno. Es cierto que Rhodesia se había rebelado contra la madre patria y era un estado paria, pero todavía era claramente británica en todo menos el nombre. […]

[…] A mi llegada esperé encontrar una nación en crisis y decadencia. Por el contrario, encontré un país que aparentemente estaba prosperando: sus carreteras gozaban de un buen mantenimiento, su sistema de transporte funcionaba, sus pueblos y ciudades estaban limpios y manifestaban un orgullo municipal que había desaparecido en Inglaterra hacía mucho tiempo. No había cortes de electricidad o escasez de alimentos básicos. El gran hospital en el que iba a trabajar, aunque austero y algo falto de comodidades, estaba extremadamente limpio y era operado con una eficiencia ejemplar. El personal, mayoritariamente negro excepto por sus profesionales más veteranos, presentaba una vibrante camaradería y el hospital, como descubrí, tenía una reputación de ser el mejor en atención médica en muchos kilómetros a la redonda […]

Yo, que tenía un salario bajo […], gozaba de un nivel de vida que, desde entonces, sólo he vuelto a alcanzar  en raras ocasiones. […] Los verdaderos lujos eran el espacio y la belleza – y el tiempo para disfrutarlos. Con otros tres médicos jóvenes, alquilaba una casa colonial grande y elegante […], cuidada por un jardinero llamado Moses […]. Rodeando la casa había una terraza de baldosa roja, en la que se servía el desayuno sobre mantelería blanca, mientras la luz suave del amanecer se difundía a través del follaje de las jacarandas y árboles de fuego; incluso el grito chillón del pájaro turaco se oía agradable. Fue la única época de mi vida en la que me levantaba de la cama sin lamentarlo en lo más mínimo.

Trabajábamos duro: nunca he trabajado más duro que entonces […] El lujo de nuestra vida era que, una vez acabábamos nuestro trabajo, nunca teníamos que ocuparnos de ninguna otra tarea. El resto de nuestro tiempo se dedicaba a la amistad, al deporte, al estudio, a la caza – a lo que quisiéramos-, todo ello en un entorno bellísimo […]

Por el contrario, nuestras relaciones con nuestros colegas médicos africanos eran más tajantes […] Al contrario que en Sudáfrica, en la cual los salarios se pagaban siguiendo una jerarquía racial (primero los blancos, después los indios y gente de color y, por último, los africanos), los salarios en Rhodesia eran iguales para los blancos y los negros que hacían el mismo trabajo, así que un médico negro joven recibía el mismo salario que yo. Pero había una gran diferencia en nuestros niveles de vida […]

Los médicos negros jóvenes, que ganaban el mismo salario que los blancos, no podían alcanzar el mismo nivel de vida que nosotros por una razón muy simple: debían cumplir un número enorme  de obligaciones sociales. Se esperaba que aportaran económicamente a un círculo de familiares cada vez más grande (algunos de los cuales habían invertido en su educación) así como a la gente de su aldea, su tribu y su provincia. Un salario que permitía a un blanco vivir como un señor porque no tenía estas obligaciones, a un negro sólo le servía para elevarse ligeramente sobre el nivel de vida de su familia. Por lo tanto, el mismo salario que ganaban los blancos era claramente insuficiente para proveerles el nivel de vida que veían en éstos y que la naturaleza humana les hacía desear […] De hecho, un salario mil veces mayor apenas hubiera sido suficiente para proveer este nivel de vida, ya que sus obligaciones aumentaban proporcionalmente a sus ingresos

Estas obligaciones explican también el hecho (a menudo mencionado con desdén por los antiguos colonizadores) de que, cuando los africanos se mudaban a las casas de campo hermosas y buen amuebladas de los que habían sido sus amos coloniales, estas casas degeneraban rápidamente en una especie de chabola mejor y más espaciosa. Como, técnicamente hablando, los médicos africanos eran completamente iguales en sus capacidades médicas a los blancos, la degeneración de las casas de campo coloniales no tenía nada que ver con que los africanos no tuvieran la habilidad intelectual para darles mantenimiento. Por el contrario, el afortunado heredero de una de esas casas pronto se veía abrumado por familiares y otros que tenían demandas sociales sobre él. Éstos incluso llevaban sus cabras con ellos y una cabra puede deshacer en una tarde lo que se ha tardado décadas en crear.

Es  fácil ver por qué una administración pública pudo mantenerse con eficiencia y sin corrupción mientras fue controlada y manejada por blancos en sus niveles más altos, pero no pudo hacerlo por mucho tiempo cuando fue manejada por africanos que se suponía que debían seguir las mismas reglas y procedimientos. Lo mismo se cumple, por supuesto, para cualquier otra actividad administrativa, pública o privada. La tupida red de obligaciones sociales explica por qué, mientras hubiera sido impensable sobornar a los funcionarios de Rhodesia, sin embargo, unos pocos años más tarde, hubiera sido impensable no sobornar a los funcionarios de Zimbabue, que hubieran sido criticados si no hubieran obtenido para sus familiares todas las ventajas que les pudieran proporcionar sus puestos de funcionario. De este modo, las mismas tareas en las mismas oficinas, cuando son llevadas a cabo por gente de diferentes entornos culturales y sociales, producen resultados muy distintos. […]

Por supuesto, la solidaridad y las obligaciones sociales inescapables que corrompían la administración pública y privada en África también daban un encanto y humanidad únicos a la vida africana y servían para proteger a la gente de las peores consecuencias de las desgracias que les golpeaban. Las personas siempre tenían familiares cuyo deber incuestionable era ayudarlos y protegerlos si podían, de forma que nadie tenía que enfrentar el mundo completamente solo. Los africanos consideran desconcertante e insensible el hecho de que nosotros no tenemos dichas obligaciones – y no se equivocan completamente.

Estas consideraciones ayudan a explicar la paradoja que se presenta a tantas personas que visitan África: la decencia, amabilidad y dignidad evidentes de la gente corriente y la iniquidad, deshonestidad y crueldad incomprensibles de los políticos y administradores. […]

De hecho, lo que causó tantos desastres fue la imposición del modelo europeo de estado-nación, que era especialmente inadecuado para África. Sin lealtad a la nación, sólo a la tribu y a la familia, los que controlan el estado sólo pueden verlo como un objeto e instrumento de explotación. Para las personas ambiciosas, ganar poder político es la única forma para alcanzar el nivel de vida mucho más alto con el que los colonizadores les tentaron durante tanto tiempo. Dada la maldad natural de los seres humanos, es ilimitado lo que están dispuestos a hacer para alcanzar el poder – junto con sus seguidores, que esperan compartir el botín. El hecho de que, en la vida política africana, quien gana obtiene todos los recursos es lo que hace este proceso especialmente despiadado.

Pero es importante entender por qué está equivocada otra explicación ofrecida para el desorden poscolonial en África  – la opinión de que la culpa la tiene la falta de gente africana educada en el momento de la independencia […] Y, por lo tanto, la solución es obvia: educar a más personas. La educación en África se convirtió en un dogma laico que era impío cuestionar.

La expansión de la educación en Tanzania, donde viví por tres años, fue realmente dramática. […] Desafortunadamente, este esfuerzo tenía un aspecto menos loable y, con toda seguridad, dañino. El objetivo de la educación era, en casi todos los casos, que un miembro de la familia como mínimo escapara a […] la vida rural y entrara en la administración pública, en la que estaría en posición de extorsionar la única gente productiva del país – es decir, los campesinos de los que procedía. El hijo que trabajaba en el gobierno era seguridad social, pensión de jubilación e ingreso seguro, todo en uno. Se veía a la agricultura, que era la base económica imprescindible del país, como la ocupación de zoquetes y fracasados y, por lo tanto, no era sorprendente que la educación de un número cada vez más grande de funcionarios públicos fuera de mano en mano con una economía que se reducía cada vez más. También explica porque no hay correlación entre el número de graduados universitarios en el momento de la independencia y el posterior éxito económico.

La  premisa ingenua sobre la que se basa el argumento a favor de la educación es que ésta contrarresta y vence a una cosmovisión cultural. Según esta teoría, un hombre educado es un clon de su educador y comparte su cosmovisión y todas sus actitudes. Pero, de hecho, lo que resulta es un híbrido curioso cuyas creencias fundamentales pueden ser impermeables a la educación que recibió. […]

Después de varios años en África, concluí que el periodo colonial había sido incorrecto y equivocado, incluso cuando, como en sus etapas finales, sus intenciones habían sido benévolas. El bien que hizo fue efímero, el daño que hizo fue duradero. Los poderosos pueden cambiar a los indefensos, es cierto, pero no en la forma que desean hacerlo. La imprevisibilidad de los humanos es la venganza de los indefensos. A menudo, lo que resulta de la intervención colonial es algo peor, o al menos más despiadado, que lo que había antes, porque está mejor equipado. Ciertamente, las buenas intenciones no son garantía de buenos resultados.

 

Para Eliza (1): Qué es el cristianismo

Ya que muchos han intentado poner en orden la narración de las cosas que se han cumplido entre nosotros, conforme nos las transmitieron quienes, desde el principio, fueron testigos oculares y ministros de la palabra, me pareció también a mí, después de haberme informado con exactitud de todo desde los comienzos, escribírtelo de forma ordenada, querida Eliza, para que conozcas la indudable certeza de las enseñanzas que has recibido.

(Con permiso del evangelista Lucas, que ya no puede cobrar derechos de autor, en Lucas 1:1, https://www.bibliatodo.com/la-biblia/La-sagrada-biblia-edicion-eunsa/lucas-1)

Querida Eliza, desde que decidiste convertirte al catolicismo, me preguntas cómo defender las verdades de la fe católica ante tu familia evangélica, que te educó muy bien en el amor a Dios y en la fe en Jesús.

Como los textos que tengo están en inglés, intentaré explicarte aquí, siempre que el tiempo y Dios lo permitan, por qué el catolicismo está en lo cierto y por qué la Iglesia católica es la que fundó Jesús.

De la misma manera que San Lucas narró el principio de la Iglesia (la vida de Jesús y los hechos de los apóstoles), intento hacerlo de forma ordenada, después de haberme informado de todo desde los comienzos, para que conozcas la indudable certeza de las enseñanzas que has recibido.

En esta primera entrega, para ubicarnos, hablaré de lo común que tienen las diferentes iglesias cristianas, antes de hablar de lo que, desgraciadamente, nos separa. Sabes que, como casi todos los cristianos, considero la división entre nosotros una obra del mal y sueño con el día en que haya un solo rebaño y un solo pastor, como Jesús deseaba (Juan 10:16).

En esta primera entrega, me dedicaré a explicar qué es el cristianismo. ¿Qué es lo que nos caracteriza a los cristianos (como tu mamá y tu) y nos distingue de los no cristianos (como ateos, musulmanes o budistas)?  ¿Cómo podemos definir el cristianismo?

¿Es posible definir una fe que profesan más de dos mil cien millones de personas en el mundo y que está dividida en más de 30 mil iglesias con doctrinas diferentes? Casi parecería que es una empresa imposible. Parece que, tomemos el criterio que tomemos, siempre encontraremos iglesias cristianas que quedan fuera de ese criterio.

Demografía de religiones en el mundo. El gráfico tiene un error. La parte en morado son «no religiosos», la mitad de los cuales cree en Dios. Los ateos y agnósticos puros son entre 3 y 4 % de la población mundial, concentrados en los países comunistas y ex-comunistas.
Distribución geográfica de religiones en el mundo. Aunque una zona geográfica puede tener varias religiones, aquí se indica sólo la religión mayoritaria de cada zona. Azul significa cristianismo, verde es el Islam, el amarillo es el budismo, el naranja el hinduismo, en rayas verticales la religión popular china y en rosa las religiones tribales . En gris, las zonas deshabitadas o sin religión.

 


¿Cómo podemos caracterizar la fe de estos miles de millones de personas que se definen como «cristianos»? Podríamos intentar esta caracterización basándonos en el hecho de que los cristianos reciben su nombre de un personaje histórico que vivió en Palestina durante la época del Imperio Romano: Jesús de Nazaret, llamado el Mesías o el Cristo. Así, como una primera aproximación, podríamos afirmar: «Es cristiano todo aquel que dice que sigue a Jesús de Nazaret».

Sin embargo, si lo piensas bien, este es un criterio demasiado amplio. Por ejemplo, los musulmanes creen que Jesús es un profeta, el Mesías, hijo de María virgen y segundo en importancia después de Mahoma. ¿Son los musulmanes cristianos?

A este respecto, el apologista cristiano Sean McDowell dijo una vez que mucha gente con creencias muy diferentes se considera seguidora de Jesús. Esto lo distingue de otros fundadores de religiones (como Mahoma o Buda) que sólo tienen seguidores dentro de su religión. Cito muy libremente:

¿Quién es ese Jesús que todos quieren que esté en su equipo? ¿Quién es ese tipo que todos quieren que sea «uno de los suyos»? Los judíos rabínicos dicen que es un judío rabínico, los musulmanes que es un profeta de Alá, los budistas afirman que es un Bodhisatva o una encarnación de Buda. Los socialistas dicen que era un revolucionario, que luchó por la justicia social. Los filósofos han dicho que era un filósofo, que dio lecciones de vida. Incluso ha habido un Jesús feminista o ecologista. ¿Quién es ese tipo que todos quieren un pedazo de él?

En efecto, ¿quién es ese Jesús de Nazaret que todos quieren dentro de su equipo? Un autor anónimo explica algunos hechos de su vida.

Este es un hombre que nació en una aldea casi desconocida, el hijo de una mujer campesina. Creció en otra aldea. Trabajó en una carpintería hasta tener treinta años de edad y, después, fue un predicador itinerante durante tres años. Nunca tuvo una casa. Nunca escribió un libro. Nunca ocupó un puesto de trabajo. Nunca tuvo una familia. No fue nunca a la Universidad. Nunca pisó una gran ciudad. Nunca viajó más de doscientas millas del lugar donde nació. No tuvo más credenciales que él mismo.

Sin embargo, es el personaje más influyente de la historia. Miles de millones de personas en el pasado y el presente han seguido sus enseñanzas y lo han considerado Dios. ¿Qué les dio?

No se puede decir que les dio ventajas materiales. Así, mientras los primeros seguidores de Mahoma (el fundador de la religión islámica) obtuvieron botín y mujeres, los primeros seguidores de Jesús acabaron todos torturados y asesinados de formas dolorosas, sólo por defender lo que creían. Hoy, en 2017, muere un cristiano cada seis minutos por defender su fe, pues la Era de los Mártires nunca ha acabado. ¿Quién es ese Jesús para que tanta gente dé la vida por él?

Parece que esa cuestión ya existía en vida de Jesús, tal como nos cuentan las biografías de Jesús (llamadas «evangelios»), al quien le gustaba llamarse «el Hijo del Hombre», siguiendo una profecía del profeta israelita Daniel. Así, en un pasaje de la biografía llamada «evangelio según San Mateo», se plantea la cuestión de forma directa.

Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos:

—¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?

Ellos contestaron:

—Algunos dicen que Juan el Bautista; otros dicen que Elías, y otros dicen que Jeremías o algún otro profeta.

—Y ustedes, ¿quién dicen que soy? —les preguntó.

Simón Pedro le respondió:

—Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente

(Mateo 16:13-16).

Este pasaje permite definir a los cristianos. Los que responden como (Simón) Pedro son cristianos. Todos los que no responden como Pedro no son cristianos.

Así, por ejemplo, los musulmanes creen que Jesús es el Mesías, pero no el Hijo de Dios. El Corán condena especialmente esta práctica.

¡Oh, Gente del Libro! No os extralimitéis en vuestra religión. No digáis acerca de Alá sino la verdad: Ciertamente el Mesías Jesús hijo de María, es el Mensajero de Alá y Su palabra [¡Sé!] que depositó en María, y un espíritu que proviene de Él. Creed pues, en Alá y en Sus Mensajeros. No digáis que es una trinidad, desistid, pues es lo mejor para vosotros. Por cierto que Alá es la única divinidad. ¡Glorificado sea! Es inadmisible que tenga un hijo. A Él pertenece cuanto hay en los cielos y la Tierra. Es suficiente Alá como protector. (Corán 4:171)

Es decir, ellos consideran a Jesús un profeta (llamado «mensajero de Alá» en el Islam) y nada más. No estarían de acuerdo con Pedro y, por lo tanto, no son cristianos.


Bueno, pues parece muy sencillo: «cristianos son los que creen que Jesús es Hijo de Dios, como decía el apóstol Pedro». Pero nada es tan sencillo. Las cosas que parecen sencillas acaban siendo complicadas si uno las mira con el detalle suficiente.

En concreto, detente en la frase «Jesús es Hijo de Dios», que hemos tomado como piedra de toque para distinguir los cristianos de los no cristianos. De tanto oírla en la iglesia, nos olvidamos qué extraña y escandalosa es. ¿Qué es eso de que Dios tiene un Hijo? ¿Cómo se puede entender esto? ¿Acaso Dios se reproduce como un humano y tiene familia, como tu papá o el mío? Los primeros cristianos encontraron que sus doctrinas provocaban rechazo y aversión general. Así, San Pablo dijo: «pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos, y locura para los gentiles» (1 Corintios 1:23)

El filósofo católico, Santo Tomás de Aquino (1224 – 1274) analizó el tema con detenimiento, siguiendo la opinión de la mayoría de filósofos cristianos, judíos y musulmanes antes y después de él.  Como esos otros filósofos, Santo Tomás afirmaba que el lenguaje humano está diseñado para hablar de la vida cotidiana y no es adecuado para hablar de Dios, un ser tan superior a nosotros. De la misma manera que el lenguaje no es adecuado para hablar de temas como la física cuántica o los primeros momentos del Big Bang, Dios es tan superior a nosotros que nuestro pequeño lenguaje se nos queda corto.

Santo Tomás afirmó que lo único que podemos hacer cuando hablamos de Dios es hablar «analógicamente». Es decir, las palabras que decimos no deben tomarse en sentido literal sino como analogías (o, podíamos decir, «metáforas» o «comparaciones»). Así, cuando la Biblia dice que Dios «nos ama», obviamente Dios no nos ama de forma humana, como tu mamá te ama. Dios tiene una propiedad de buscar nuestro bien, que es parecida («análoga») a lo que llamamos «amor» en los humanos. De la misma manera, hablar de «Hijo de Dios», es usar una metáfora, para referirnos a realidades que nos superan completamente. No es que Dios tenga un hijo de la misma manera que tu papá tiene a tu hermano Hugo.

Entonces, ¿qué quiere decir concretamente la expresión «Hijo de Dios», si no quiere decir «hijo» en el sentido habitual y tenemos que tomarla de forma «analógica»? Bueno, el significado de «Hijo de Dios» se explica en el Nuevo Testamento (colección de escritos cristianos que contiene los evangelios y las cartas de los primeros seguidores de Jesús). Podría poner aquí una lista de pasajes del Nuevo Testamento que explican el significado de «Hijo de Dios», pero veo que son más de cien y me tiraría varias páginas explicándolos. (Una buena introducción se encuentra en el libro «When Skeptics Ask» de Norman L. Geisler, páginas 109-116).

Como todo en las Escrituras cristianas (llamadas «la Biblia»), la explicación de este concepto está dispersa, repetida y desordenada. Ya el científico y filósofo católico Pascal (1623- 1662) , en uno de sus Pensamientos,  había notado que el orden de la Escritura no es el orden lógico:

Contra la objeción de que la Escritura no tiene orden. El corazón tiene su orden, la inteligencia tiene el suyo, que es por principio y demostración. El corazón tiene otro. No se prueba que se deba ser amado exponiendo ordenadamente las causas del amor. Ello sería ridículo

Jesucristo, San Pablo, tienen el orden del amor, no de la inteligencia; porque querían encender, no enseñar. Lo mismo San Agustín. El orden consiste en disgresiones de cada punto para indicar el fin y en tener ese fin siempre presente.

Ese orden del amor que Pascal explica es la razón de que leer la Biblia no es como leer una enciclopedia (lo que sería terriblemente aburrido y árido), sino es algo que instruye, edifica y nutre, que llega al corazón y al alma. Es por eso que, durante la historia, miles de millones de cristianos se han nutrido espiritualmente con la Biblia (que sigue el orden del amor) y muy pocos han leído enciclopedias cristianas (entre ellas, el Catecismo de la Iglesia Católica) que explican los conceptos siguiendo el orden lógico de la inteligencia.

Sin embargo, una persona con una atención obsesiva al detalle, como yo, hubiera preferido que Pedro dijera: «Tú eres el Hijo de Dios y esto significa…», seguido de una explicación completa del concepto que aburriera hasta a las ovejas.

Aunque esto no se encuentra en la Biblia, era inevitable que una explicación así acabara realizándose con el tiempo. El primer paso para ello se llevó a cabo en Nicea (325) y en Constantinopla (381), donde se reunieron los obispos de la época con el fin de escribir una definición de qué es ser cristiano, con el orden lógico de la inteligencia.

Los obispos dijeron que era cristiano el que creyera en estas palabras.

Creemos en un solo Dios,
Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible;
y en un solo Señor, Jesucristo, el unigénito de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos,
luz de luz,
Dios verdadero de Dios verdadero;
engendrado, no creado, consustancial con el Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros los hombres y por nuestra salvación
bajó del cielo
y se encarnó por obra del Espíritu Santo
y de María la Virgen
y se hizo hombre;
por nuestra causa fue crucificado
en tiempo de Poncio Pilato
y padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día
según las Escrituras
y subió al cielo;
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria, para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre;
que con el Padre y el Hijo recibe una misma
adoración y gloria,
que habló por los profetas.
En una Iglesia santa, católica y apostólica.
Confesamos un solo bautismo para el remisión de los pecados.
Esperamos la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.

A este enunciado de doctrinas (árido y poco poético, como todo lo que lleva el orden lógico de la inteligencia), se le denomina con el complicado nombre de Credo niceno constantinopolitano o simplemente el Credo (de una palabra latina que significa «creo»).

El Credo define quién es cristiano y quién no lo es. Se recita en todas las misas de la Iglesia Católica y todas las otras iglesias aceptan lo que dice. Así, aunque las iglesias evangélicas no aceptan los concilios de Nicea y Constantinopla, si aceptan las doctrinas que allí se promulgaron y que se resumen en el Credo.

Después de 2000 años y de treinta mil iglesias que no se ponen de acuerdo, es increíble que haya algo que pueda definir qué es cristiano y qué no lo es. Todo aquel que está de acuerdo totalmente con el Credo es cristiano. El que no está de acuerdo con una parte del Credo, ya no es cristiano.

Todas las iglesias (católica, ortodoxa, evangélicas y otras) están de acuerdo totalmente en el Credo y, por eso, son las doctrinas del Credo las que definen el cristianismo.


En el centro del Credo está el concepto de la Santísima Trinidad, esta doctrina difícil para comprender a los humanos, de un Dios con tres «personas». Quizás sea este concepto el resumen de todo el Credo.

Por ello, quién no cree en la Trinidad no es cristiano. Así, no son cristianos los siguientes grupos:

  1. los unitarios, que creen que no hay varias «personas» dentro de Dios (judíos, musulmanes, algunos hinduistas, algunos filósofos antiguos, testigos de Jehová y varias sectas unitarias modernas).
  2. los politeístas, que creen que hay varios dioses (algunos hinduistas, sintoístas, animistas, religión popular china, mormones, la Nueva Era y los pueblos de la Edad Antigua), aunque muchos tienen un concepto de Dios supremo cualitativamente diferente de los dioses, por lo que podrían calificarse como unitarios.
  3. los que no creen en Dios (ateos, algunos hinduistas), no están seguros de que exista Dios (agnósticos) o no se preocupan si existe Dios (apateístas).
  4. las religiones que no tratan el tema de Dios dentro de la religión (budistas, confucianos, taoístas), aunque la mayoría de devotos de estas religiones creen en Dios o los dioses, además de su religión. Según su opinión sobre los dioses, estos podrían clasificarse en los grupos anteriores.

La mayoría de estos grupos poseen parte de la verdad. Ya hemos visto que el Islam cree en Jesús (y de hecho también en la mayoría del Antiguo Testamento y gran parte del Credo). No son cristianos porque no creen en todo el Credo, pero tienen mucho en común.

Pero este es un ejemplo fácil. Veamos algo más complicado. Estudiemos una religión más diferente al cristianismo, como la de los politeístas del Antiguo Egipto. Vemos que estos antiguos egipcios creían en un mundo espiritual, en un catálogo de buenas y malas acciones que es el mismo del cristianismo (y de todas las religiones), en la inmortalidad del alma, en la vida eterna, en un juicio después de la muerte según tu moral y que, según el resultado de ese juicio, tu destino en la otra vida será bueno o malo. Desde el punto de vista de un cristiano, vemos que acertaban en muchas cosas, aunque había otras cosas que estaban equivocados. Por ejemplo, sus dioses eran personificaciones de animales mientras que hoy sabemos que Dios está muy por encima de esto (por ello, hoy en día ya no hay politeístas puros).

Sin embargo, aunque muchas religiones tienen parte de verdad, como tu, estoy convencido que la plenitud de la verdad está en la religión cristiana, que es la más compleja (de hecho, todas las otras religiones – incluyendo el ateísmo occidental o religión del egoísmo- pueden considerarse simplificaciones de la doctrina católica, aunque esto sería otro tema). No sólo eso, sino que puedo demostrarlo con argumentos. A esto se le llama «apologética» y no lo trataremos aquí, pues es un tema complicado y ajeno a lo que estamos hablando.


Con toda esta información, ya sabemos quien es cristiano y quien no. Cristiano es quien cree en las doctrinas resumidas en el Credo. Podemos volver a mostrar el gráfico anterior de esta manera:

Los cristianos son los que creen en las doctrinas resumidas en el Credo.

Entonces, si es cristiano todo aquel que cree en las doctrinas incluidas en el Credo, parece que hay bastante coincidencia en lo que creen todos los cristianos. Como el Credo es largo y lleno de conceptos, parece que hay mucho en común.

Entonces, ¿por qué el cristianismo está tan fragmentado? ¿Por qué hay tantas iglesias diferentes? ¿Cuál es la diferencia? Este es otro tema, que trataremos con calma en la siguiente entrega.

 

Reconoce las palabras de control

[Traducido del original en inglés, que se encuentra en http://therightstuff.biz/2017/02/23/untitled-28/ Al final del artículo hay una nota terminológica para explicar las palabras poco conocidas para los hispanohablantes]


Reconoce las palabras de control

La izquierda globalista y marxista cultural ha sido extremadamente exitosa en conquistar la cultura del mundo occidental. Sin prisa pero sin pausa, sus ideas comenzaron a dominar y a establecerse como la ideología dominante.

Gran parte de esto se consiguió mediante el poder del gobierno, los medios de comunicación y la educación «superior». Pero, el medio para controlar nuestro pensamiento fue, y todavía es, el control del lenguaje mediante [el uso de determinadas] palabras.

Controla el lenguaje y controlarás el pensamiento

El ascenso del presidente Donald Trump fue causado, en gran parte, porque la gente rechazó  la corrección política.  La base de la censura y la cultura políticamente correcta es controlar el lenguaje para así controlar tus pensamientos.

Si no te está permitido decir ciertas cosas, tampoco podrás pensar de determinadas maneras. Si no puedes cuestionar o preguntar sobre algo sin que te etiqueten con  un montón de palabras para atacarte y controlarte, tu mente no te permitirá pensar sobre ello.

Demos un vistazo a algunos ejemplos de control de pensamiento y censura del lenguaje.

Traducción: «¡P..pero te dije racista!» «¿Y crees que eso te da poder sobre mí?»

1. Racista

La palabra «racista» es una calumnia y palabra de ataque usada contra europeos blancos para regañarlos y silenciarlos. Después de llamarte un racista, todo lo que digas puede ser desestimado y considerado como ilegítimo.

En términos sencillos, «racista» es todo aquel europeo blanco que se preocupa por sus propios intereses.

  • ¿Quieres discutir la posibilidad de limitar la inmigración masiva no europea?
  • ¿Quieres discutir la posibilidad de construir un muro y deportar a colonizadores ilegales?
  • ¿Quieres hablar sobre parar el flujo de millones de colonizadores musulmanes ilegales que está inundando Europa?

Te etiquetarán como «racista» por discutir sobre estos temas y así silenciarán la discusión. El objetivo es que dejes de hablar e incluso dejes de pensar sobre ello. Te has dedicado a tener «malos pensamientos» y, por lo tanto, serás calumniado, atacado y desestimado.

[Traducción: Todo los que no me gustan son Hitler! Putin Hackers rusos Julian Assange nacionalistas blancos.— La guía emocional de discusión política para niños.]

2. Islamófobo

«Islamófobo» es otra palabra que tiene como objetivo atacarte y controlarte. Su verdadero significado es «aquel que cuestiona cualquier cosa que es positiva para los musulmanes». Para no ser un islamófobo, tendrías que apoyar al 100% todo lo que los musulmanes quieren hacer.

Si piensas que …

  • El Islam no es compatible con Occidente.
  • El flujo de millones de musulmanes no debería estar inundando Europa.
  • No debería haber mujeres con burka en las calles de las ciudades occidentales.
  • Se debería vigilar a las mezquitas pues se sabe que son centros de reclutamiento y adoctrinamiento para ataques terroristas islámicos.
  • Quizás el alcalde de Londres debería ser un inglés y no un musulmán paquistaní

… ciertamente serás etiquetado como «islamófobo». Es parecido a que te llamen «racista», pues un islamófobo es normalmente un europeo blanco que se preocupa de sus propios intereses (y de los intereses de su pueblo).

Ha habido miles de agresiones sexuales cometidas por musulmanes contra las mujeres europeas, sin mencionar varios ataques terroristas islámicos a lo largo de Europa y Estados Unidos. Pero incluso cuestionar por qué están aquí y qué están haciendo se considera «islamófobo».

Es algo completamente normal ver esto en las ciudades europeas. ¿No piensas así? ¡Islamófobo!

3. Sexista, [machista] y misógino

Como las otras palabras de control, que te llamen «sexista» [en español, también «machista»] o «misógino» es una forma de insultarte, atacarte y silenciarte. Para no ser etiquetado con ninguno de estos términos, deberías creer que los hombres y mujeres son iguales al 100% en todos los sentidos y que no hay diferencias entre los sexos.

Si piensas que …

  • Los hombres y las mujeres son diferentes por naturaleza.
  • Las mujeres son más felices siendo madres que como esclavas de cubículo de una multinacional.
  • En general, los hombres deberían liderar.
  • Occidente está lleno de hombres débiles y afeminados y mujeres masculinizadas.

… con mucha seguridad despertarás la ira de la «policía» políticamente correcta.

Los términos sexista/[machista]/misógino se usan normalmente para atacar, avergonzar y silenciar a los hombres europeos blancos. Las feministas nunca hablan de las violaciones masivas causadas por los musulmanes en Europa o del trato horrible a las mujeres en países musulmanes como Arabia Saudita. No; prefieren sólo hablar en contra de hombres europeos blancos.

Madona, Miley Cirus, Lady Gaga: No votaron a Trump porque [piensan que] degrada la imagen de la mujer en la sociedad.

4. Homófobo

Nótese que, como con «islamófobo», la palabra tiene un «-fobo» al final. La definición de «fobia» es:

una aversión o miedo  irracional a algo

La palabra quiere decir que alguien es irracional en su aversión a algo y, en este caso, tiene un miedo «irracional» de los homosexuales. El término se usa para invalidar cualquier cuestión o preocupación relacionada con la promoción de la homosexualidad. Para no ser un homófobo, uno debe «creer» que la homosexualidad es completamente normal y tan buena (por no decir «mejor») que las relaciones normales y los roles de género tradicionales.

Si piensas que…

  • Los homosexuales tienen impulsos/compulsiones para tener sexo con el mayor número posible de hombres y que no deberíamos animar o favorecer su conducta.
  • Los homosexuales tienen tasas mucho más altas de consumo de drogas
  • Un estilo de vida homosexual es una elección, tal como lo son el consumo de drogas o la pedofilia.
  • Los medios de comunicación y Hollywood están publicitando el estilo de vida homosexual como glamoroso para presionar a la gente a que lo acepte como normal.

… serás considerado como un homófobo y como alguien que odia a los gays «sin ningún motivo». No importa que dijeras claro que no los odias, sino que tienes dudas y preocupaciones sobre el hecho de que ese estilo de vida está siendo fomentado y promocionado por las autoridades globalistas.

No les dejes definir los términos

Considera estas diferencias:

  • «Inmigrante sin papeles» [«nouvingut sense papers», en catalán] contra «Inmigrante ilegal»
  • «Refugiado» contra «colonizador musulmán ilegal»
  • «Igualdad de derechos» mientras se aplica la discriminación positiva contra europeos blancos.
  • Tolerancia contra fuerza.
  • Diversidad contra unidad.

La izquierda cultural marxista ha hecho un gran trabajo imponiendo los términos que se usan cuando se discuten temas políticos y culturales. Lo que necesitamos hacer es reconocer que están haciendo esto y desconectarnos activamente de su paradigma moral falso.

Esto significa que dejas de usar «sus» palabras o tolerar su moral cultural marxista. Si se refieren a los refugiados en Europa, no los llamas «refugiados». ¿Por qué? Porque, por definición, no son refugiados de verdad.

Si caes en su paradigma moral y te refieres a ellos como «refugiados», admites erróneamente que son pobres sirios huyendo de la guerra brutal en Siria y deben recibir protección y ayuda. Pero esto no es verdad, pues la mayoría de refugiados no son ni siquiera de Siria. La mayoría son hombres de edad militar que buscan los Estados del Bienestar que pagan más, como Alemania o Suecia.

Los auténticos refugiados no tienen la posibilidad de elegir el país al que van basándose en la cantidad de ayudas sociales que reciben.

Por ello, debes llamar las cosas por su propio nombre y, en este caso, debes referirte a ellos como «colonizadores musulmanes ilegales» o alguna expresión parecida. Si lo haces, reformulas la discusión para que represente la verdad y no la propaganda que los marxistas culturales quieren hacer creer que es la realidad.

En el futuro, debemos fijarnos no sólo en lo que dicen sino en cómo lo dicen.

Simplemente, ignora

Lo último que mencionaré es que gran parte de lo que dice la izquierda tiene como objetivo producir una respuesta emocional. Las palabras que usan están  diseñadas para hacerte sentir culpa, vergüenza o para hacerte sentir mal. La izquierda quiere patologizar cosas que son completamente sanas y normales.

Patologizar:

tratar (a algo o alguien) como si fuera psicológicamente enfermo o anormal.

Tu y yo sabemos que el hecho de que millones de musulmanes inunden tu nación puede muy bien significar la muerte de la nación como la conocemos y tus miedos y preocupaciones son 100% lógicos. Diciendo que eres un «islamófobo» porque no quieres millones de musulmanes inundando tu nación, intentan etiquetarte como alguien anormal y como alguien que tiene algo malo dentro de él.

Patologizar a alguien que tiene preocupaciones legítimas tiene como objetivo hacerte sentir pequeño y hacerte sentir como que no estás bien mentalmente. Así que lo usan para controlar tus inquietudes y preocupaciones legítimas, para que «te retires» [de la discusión] y te quedes callado.

Cuando reconozcas como la izquierda cultural marxista intenta controlarte, puedes aprender a ignorarlo y verlo como lo que realmente es: una manera de intentar controlarte.

Tenemos mucho que ganar en el futuro.

No permitamos que la izquierda nos siga controlando.

Adelante.


Nota terminológica: El artículo usa algunes expresiones no usuales en el mundo hispanohablante, así que las explicamos aquí:

  • Cuando el autor habla de «la izquierda», debe incluirse a lo que hoy se considera como «derecha» (que es izquierda en términos históricos).
  • Cuando el autor habla de «marxismo cultural» se refiere al pensamiento políticamente correcto de nuestros tiempos (la última versión de la izquierda que incluye feminismo, multiculturalismo, homosexualismo, transexualismo, etc). También llamado «corrección política».
  • Cuando el autor habla de «globalismo» se refiere a la doctrina de que los países occidentales deben perder su carácter original, sea por inmigración masiva, sea por subordinación a organismos multinacionales, como la Unión Europea.]

Dos religiones y los enemigos

A menudo se dice que todas las religiones son iguales. ¿Es esto así? Compararlas todas aquí sería muy largo, así que sólo consideraremos las dos más importantes en número de fieles: cristianismo e Islam. También comparar todos los aspectos sería larguísimo, así que nos hemos centrado en uno: el tratamiento de los enemigos.

Se podría de hablar de otros temas. Por ejemplo, el tratamiento a las mujeres, pues Mahoma violó a varias de ellas. Se podía hablar como Mahoma se casó con una niña de seis años y la desvirgó a los nueve años (él tenía 53). O como se encaprichó con la esposa de su hijo adoptivo y dijo que Alá le había revelado que ella se divorciara y se casara con Mahoma (lo que hizo). O como dijo que Alá le permitía a los musulmanes tener hasta cuatro mujeres pero a Mahoma todas las que quisiera. Pero no será en esta ocasión.

Consideramos dos aspectos: como el fundador de la religión trató a los enemigos y qué dicen los textos sagrados sobre cómo tratar a los enemigos. Comenzaremos por el Islam (sobre el que nos extenderemos más por ser más desconocido en nuestra cultura) y concluiremos con el cristianismo.


Islam

Cómo trató Mahoma a los enemigos:

El Islam es una mezcla de religión y política. Mahoma era el jefe militar, político y religioso del primer estado islámico, con capital en Medina. Por ello, los enemigos de Mahoma eran los enemigos del Islam. Mahoma los conquistó por la espada, comenzando la tradición de la Yihad, que sigue hasta nuestros días y que es la forma principal de expansión de la religión islámica.

A los enemigos que tenía bajo su cargo, los torturó y mandó cortar la cabeza a todos los varones de una tribu de judíos. Violó a la hija del jefe de esta tribu y mandó que sus seguidores violaran a las cautivas (aunque sus seguidores se resistían, por ser mujeres casadas, pero él les dijo que estaba bien).

Qué dicen los textos sagrados del Islam sobre los enemigos:

Los textos sagrados del Islam son el Corán y los jadices. Es importante señalar que, al contrario de la Biblia (en la que hay partes que no se cumplen desde hace 2000 años porque las anuló Jesús), todos los textos del Corán y los jadices que citamos más abajo son de obligado cumplimiento hoy y siempre. Las aclaraciones a las expresiones difíciles de entender van entre corchetes  [].

Comenzamos con el Corán. Específicamos capítulo (sura) y versículo (aleya), por si se quiere consultar en Internet, donde hay varias traducciones del Corán al español.

  • «El castigo de quienes hacen la guerra a Allah y a Su Mensajero y siembran en la Tierra la corrupción es que se les mate, o crucifique, o se les ampute una mano y el pie opuesto o se les destierre. Esto es para que sean denigrados en esta vida, y en la otra tendrán un terrible castigo.»«Así que luchen contra los subordinados del Diablo [idólatras]” (Corán 4:76).
  • “Maldíganlos: dondequiera que sean encontrados ellos serán tomados y asesinados, un asesinato (horrible),” (Corán 33:60-62).
  • “Entonces, cuando los meses sagrados hayan pasado, asesinen a los idolatras dondequiera que se encuentren, y tómenlos (cautivos), y asédienlos, y prepárense para emboscarlos. Pero si ellos se arrepienten y establecen adoración [se convierten al Islam] […], entonces déjenles el camino libre. ¡Y quién lo va a decir! Alá es Indulgente y Misericordioso,” (Corán 9:5).
  • “Alá verdaderamente ama a aquellos que luchan en Su causa en formación de batalla, como si ellos fueran una sólida estructura encementada,” (Corán 61:4).

Continuamos con los jadices (anécdotas atribuidas a Mahoma y recogidas en colecciones, de las cuales las más respetadas son las de Al-Bujari y Muslim). Al contrario del Corán, no hay una numeración única de los jadices, así que especificamos una de las numeraciones tradicionales.

  • Bujari (52:260) «…El Profeta dijo, ‘si alguien (un musulmán) descarta su religión, mátalo’ “
  • Bujari 52:177 – El mensajero de Alá [Mahoma] dijo: “La hora llegará en que luchen contra los judíos y la piedra detrás de la cual se esconda un judío diga: ‘Oh, musulmán. Hay un judío que se esconde detrás de mí, así que mátalo’.
  • Muslim (20:4696) – “ El Mensajero de Alá dijo: ‘El que murió y no lucho en la manera de Alá ni expresó ningún deseo (o determinación) para la Yihad murió la muerte de un hipócrita'».
  • Muslim (20:4645) – «…Él [Mahoma] … dijo “Hay otro acto que eleva la posición de un hombre en el paraíso cien escalones y la elevación entre un escalón y el siguiente es igual a la distancia entre la tierra y el cielo. Él (Abu Sa’id) dijo: ¿Cuál es ese acto? Él replicó : “¡Yihad en la manera de Alá! ¡Yihad en la manera de Alá!”.

Cristianismo

Cómo trató Jesús a los enemigos:

En los evangelios aparece Jesús criticando a los fariseos, por ser unos hipócritas, que cumplían toda la reglamentación religiosa pero eran de corazón duro con su prójimo.

Finalmente, sus enemigos consiguen condenar a Jesús, torturarlo y matarlo en la cruz. Jesús muere perdonando a los enemigos que lo mataron: «Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34). Esto contrasta con Mahoma (ver más arriba).

Qué dicen los textos sagrados del cristianismo sobre los enemigos:

Jesús cuenta en Mateo 5, 43-48:

«Habéis oído que se dijo: “Amaras a tu projimo y odiarás a tu enemigo.”

Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; porque El hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.

Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis más que otros? ¿No hacen también lo mismo los gentiles?

Por tanto, sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.»


Hasta aquí los hechos. Nos ahorraremos las opiniones. ¿Son todas las religiones lo mismo? El lector deberá sacar sus propias conclusiones.

¿Qué debería hacerse ante lo inevitable?

Este texto budista está incluido en Saṃyutta Nikāya, 3:25, parte de los textos budistas más antiguos (el llamado «Canon Pali»). Trata sobre qué debería hacerse ante cualquier situación inevitable. 

El texto cuenta una conversación entre el Buda y el rey Pasenadi de Kosala.  «Dharma» o «Dhamma» es una palabra  que significa, «ley natural», «orden social», «conducta adecuada» o «virtud».

Buda:

«¿Qué pensáis, gran rey? Suponed que un hombre viniera a vos desde el este, uno que es fiable y digno de confianza y os dijera: «Con certeza, gran rey, deberíais conocer esto: vengo del este y vi una gran montaña, alta como las nubes, que viene hacia aquí, aplastando a todos los seres vivos. Haced lo que penséis que debería hacerse».

«Después un segundo hombre viniera a vos desde el oeste… un tercer hombre desde el norte… y un cuarto hombre desde el sur, uno que es fiable y digno de confianza y os dijera: «Con certeza, gran rey, deberíais conocer esto: vengo del sur y vi una gran montaña, alta como las nubes, que viene hacia aquí, aplastando a todos los seres vivos. Haced lo que penséis que debería hacerse, gran rey»

«Si, gran rey, apareciera un peligro tan grande, una destrucción tan terrible de vida humana, si el estado humano fuera tan difícil de alcanzar, ¿qué debería hacerse?»

Rey:

«Si, venerable señor, apareciera un peligro tan grande, una destrucción tan terrible de vida humana, si el estado humano fuera tan difícil de alcanzar, ¿qué otra cosa debería hacerse sino vivir de acuerdo a la verdad (Dhamma), vivir virtuosamente y hacer actos morales y meritorios?»

Buda:

«Os informo, gran rey, os anuncio, gran rey: la vejez y la muerte están llegando a vos, gran rey, ¿qué debería hacerse?»

Rey: 

«Conforme la vejez y la muerte están llegando a mi, venerable señor, ¿qué otra cosa debería hacerse sino vivir de acuerdo a la verdad (Dhamma), vivir virtuosamente y hacer actos morales y meritorios?»

«Venerable señor, reyes borrachos con la ebriedad de soberanía, obsesionados por el ansia de placeres sensuales, que han alcanzado un control estable de su país y gobiernan sobre un área grande de territorio, conquistan por medio de batallas de elefantes, batallas de caballería, batallas de carros y batallas de infantería; pero no hay esperanza de victoria cuando la vejez y la muerte llegan.»

«En esta corte real, venerable señor, hay consejeros que, cuando los enemigos llegan, son capaces de dividirlos usando subterfugios, pero no hay esperanza de victoria usando subterfugios, no hay oportunidad de éxito, cuando la vejez y la muerte llegan.»

«En esta corte real, hay abundantes lingotes y oro almacenados en bóvedas y con esa riqueza, somos capaces de aplacar a los enemigos cuando llegan; pero no hay esperanza de victoria usando la riqueza, no hay oportunidad de éxito, cuando la vejez y la muerte llegan.»

«Conforme la vejez y la muerte están llegando a mi, venerable señor, ¿qué otra cosa debería hacer sino vivir de acuerdo a la verdad (Dhamma), vivir virtuosamente y hacer actos morales y meritorios?»

Buda:

«¡Así es, gran rey! ¡Así es, gran rey! Conforme la vejez y la muerte están llegando a vos, ¿qué otra cosa deberíais hacer sino vivir de acuerdo a la verdad (Dhamma), vivir virtuosamente y hacer actos morales y meritorios?»

 

Sobre las iglesias protestantes

Cada uno puede leer lo que la da la gana. Esto es el problema. Lutero dijo que cada uno podía interpretar la Biblia personalmente, inspirado por el Espíritu Santo. Como dijo un sacerdote argentino, desde entonces, el Espíritu Santo comenzó a decir estupideces.

Hay una Iglesia Católica y se calculan treinta mil iglesias protestantes. Ni entre ellos se ponen de acuerdo. ¿Cómo es eso? Quien ha leído la Biblia (yo lo hago diariamente), se dará cuenta de que no es un libro fácil (o mejor, un conjunto fácil de libros). Está escrito con una mentalidad y forma de expresión del siglo I, muy alejadas de las nuestras. A menudo, parece contradecirse a sí mismo. Es lo más normal del mundo que personas diferentes la interpreten de formas diferentes. ¿Cómo se soluciona esto?

En la Iglesia Católica, es la Iglesia quien dice cómo debe interpretarse. Si hay discrepancias, se queda uno con la interpretación de la Iglesia Católica, que lleva muchos siglos interpretando la Biblia. Si uno difiere de la interpretación, debe ajustarse a la interpretación de la Iglesia Católica. Esto es parecido a la Constitución española. Si hay discrepancias sobre la interpretación de la Constitución, es la interpretación del Tribunal Constitucional la que vale.

En las iglesias protestantes, si uno está en una iglesia y difiere de la interpretación de la Biblia, se sale de la Iglesia y funda otra Iglesia con su interpretación. Por eso, lo que comenzó siendo una iglesia (la Luterana), acaba convirtiéndose en treinta mil. Es como, si yo difiero de la interpretación que da el Tribunal Constitucional a la Constitución española, creo mi propio país y mi propio Tribunal Constitucional.

Entre ellos no se entienden. Lo único que une a las Iglesias Protestantes es el odio a la Iglesia Católica, «la ramera de Babilonia», como la llaman. Para eso, citan fragmentos de la Biblia, que ni ellos se ponen de acuerdo en interpretar. Pero es la Iglesia Católica la que les dio la Biblia, que no estuvo fijada definitivamente hasta el Concilio de Hipona, el año 393. La teoría protestante de Sola Scriptura (sólo hay que seguir la Biblia) es una estupidez. Para comenzar la Biblia no la recoge y recoge lo contrario (San Pablo habla de hacer caso a las tradiciones orales). Para seguir, la Biblia sale de la Iglesia Católica y no al revés. Finalmente, hubo 400 años sin la Biblia tal como la conocenos, lo que significa que los primeros cristianos no tenían la Biblia y no podían seguir la doctrina protestante, que fue una idea que inventó Lutero, mucho después.

Sobre la política inmigratoria

Es maravilloso vivir en democracia. El pueblo tiene el poder. Por eso, el pueblo decidió que debíamos importar inmigrantes para que deprimieran los salarios y que no debíamos discriminar entre inmigrantes, de forma que la mayoría fueran de baja calificación y musulmanes (que se caracterizan por su perfecta integración). El pueblo decidió esto por referendum. Es maravilloso vivir en democracia.

¿Que no hubo ningún referendum? Bueno, pero es maravilloso vivir en una democracia, porque esta política inmigratoria se decidió en el Parlamento. Los diferentes diputados (que nos representan) tuvieron un debate sobre qué política inmigratoria era la mejor para España. Se evaluaron los argumentos, se votó y la mayoría de diputados decidió. La minoría pudo colocar unas enmiendas para mejorar la propuesta de la mayoría. Es maravilloso vivir en democracia.

¿Que no hubo ningún debate en el Parlamento para decidir la política inmigratoria? Bueno, pero es maravilloso vivir en democracia, porque seguramente hay partidos políticos que tienen opiniones diferentes sobre la inmigración y hay la posibilidad que, si llegan al Gobierno, cambien la política. El ciudadano que no está de acuerdo con la actual política inmigratoria puede votar a esos partidos y, si estos partidos tienen el voto de la mayoría, llegarán al gobierno y cambiarán la política. Así que hay opción. Es maravilloso vivir en democracia.

¿Que todos los partidos tienen la misma política inmigratoria y que votes a quien votes hará lo mismo? ¿Que si no te satisface esta política inmigratoria no hay posibilidad de cambiarla? Bueno, es maravilloso vivir en una democracia, porque ¡el pueblo decide! ¡El pueblo tiene el poder! ¡Te lo dicen en la escuela y en los medios de comunicación, así que es cierto! Sé un buen chico y repite como un loro el eslogan que el poder quiere que creas para convertirte en un esclavo feliz, un esclavo que no sabe que es esclavo.

Sobre Obama

Muy buen artículo. El fenómeno Obama no se entiende sin conocer la psicología del progre americano. El progre americano típico es blanco, de familia blanca (padres, tíos, esposa, hijos, todos), amigos blancos (pero hay un negro al que saluda todos los días) y se mata para residir en barrios blancos y para que sus hijos estudien en escuelas de blancos. Al mismo tiempo, se cree multiculturalista y un Quijote del antirracismo, que desface los entuertos que sus antepasados hicieron con los negros (¿Les suena de algo? Cambien «negro» por «musulmán» y tienen al progre español).

Esta disonancia cognitiva la resuelve haciendo encendidas proclamas a favor del multiculturalismo y de odio a los blancos (ver, por ejemplo, el video de la blanca Lena Dunham donde ella y su padre piden que los hombres blancos desaparezcan), despreciando toda tradición de la cultura occidental (el Ramadán es guay y la Semana Santa de carcas) y favoreciendo la importación de otras culturas. Él sueña con un futuro en que su país sea una mezcla de culturas no occidentales, pero que sean occidentales. Musulmanes que no sean religiosos y que sean feministas y promotores del estilo gay, negros que no tengan la familia negra o la cultura afroamericana, latinos no machistas, etc…

A este ser contradictorio se le aparece Obama, un negro que no es negro. Engendrado por un padre africano que desapareció rápidamente, criado por una madre blanca entre la élite, el hombre no tiene el acento negro que distingue a los africanos en USA, no tiene una familia afroamericana sino una como la de los blancos, sus valores son el de los blancos, su educación es la de los blancos, incluso tiene la ideología de los blancos (odio a la cultura occidental, feminismo, apoyo a los gays). Es un hombre de cultura blanca pero piel negra. Un negro no negro: el sueño húmedo de los progres y produce sueños húmedos entre ellos. Sólo así se explica que las mujeres progres que componen la Academia Sueca le den el Premio Nobel de la Paz, cuando aún no había empezado a gobernar y con dos guerras en curso. Después de ocho años, no ha cerrado Guantánamo.

En realidad, es un tipo mediocre. Su único talento es la actuación. Leer los discursos que le preparan con aplomo y entonación de estadista y moverse como un hombre importante. Esto (junto con ser un negro no negro) es bastante para que los progres queden enamorados, le dediquen un montón de elogios y le den un montón de puestos que nunca hubiera soñado si fuera blanco. Acceso a la Universidad de Harvard, editor de la revista de derecho de Harvard, Senador, Presidente y Premio Nobel de la Paz…dejando una estela de mediocridad allá donde va.

Los costos ocultos de la inmigración

Por Christopher Caldwell.

Traducido del original en inglés en la revista «Claremont Review of Books». Versión web en http://www.claremont.org/crb/article/the-hidden-costs-of-immigration/

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Pudo parecernos imprevisible pero, quizás un día, los historiadores considerarán inevitable que Donald Trump, en su campaña anti-establishment para la nominación del Partido Republicano, diera la lucha sobre el terreno de la política inmigratoria. Hoy es difícil recordar que fue el establishment, no Trump, el que insistió que la batalla se luchara en ese terreno. El candidato, en el discurso en que anunció su candidatura, pasó unos pocos minutos hablando de inmigración pero después habló de China, ISIS, Obamacare, la deuda nacional, la Segunda Enmienda, su deseo de ser una especie de Motivador Nacional y su propio patrimonio neto. El escepticismo de Trump sobre la inmigración masiva llamó la atención de sus principales oponentes y de los periodistas que informaban sobre su campaña porque parecía de locos – casi patético.

Durante una generación, la inmigración masiva ha recibido un lugar de honor en la teología de todos los partidos políticos. Se adapta al anti-racismo de los demócratas y a la economía de oferta de los republicanos. Las fronteras abiertas tienen una magia bipartidista. Cuando las necesidades de la inmigración entran en conflicto con las de la democracia, es la democracia la que se desecha. Las autoridades federales y estatales dejan sin cumplir, e incluso se burlan, de las leyes que regulan el empleo, la deportación, el acceso a los servicios públicos y los derechos de voto de los no ciudadanos. En un referendum celebrado en 1994, cinco millones de californianos intentaron negar las prestaciones sociales a los inmigrantes ilegales, dando a la Ley Estatal 187 una victoria arrolladora de 17 puntos en las elecciones.  Pero la Juez de Distrito Mariana Pfaelzer decidió que estaban equivocados. Y eso fue todo.

Por lo tanto, la inmigración es una sinécdoque [un ejemplo específico] de la forma en que la sociedad ha evolucionado durante el último medio siglo. La economía experimentó un auge conforme explotábamos recursos que nuestros antepasados no pudieron aprovechar debido a su atraso tecnológico y a lo que creíamos que era su atraso moral. Desde 2008, se ha visto claro que lo que parecía un auge era, en realidad, una burbuja, hecha de 45 billones de dólares de deuda del gobierno, de los negocios y de los hogares.

Los beneficios de la inmigración son obvios para todo aquel que alguna vez comió sushi, dejó una habitación de hotel desordenada y la encontró impecable cuando volvió unos minutos después o jugó al golf en tres o cuatro campos bien cuidados en la misma ciudad pequeña. Por el contrario, los costos de la inmigración se discuten sólo en rincones oscuros como tóxicas cadenas de comentarios en Internet o programas de radio emitidos mientras la gente conduce hacia al trabajo.

Además, los activos de la inmigración – ese sushi, esos campos de golf – vinieron inmediatamente. Por el contrario, los pasivos no fueron registrados en el balance general y todavía deben ser pagados. El presupuesto apenas registra la responsabilidad que tiene Estado del bienestar con los crecientes números de ancianos pobres. Además, es un costo enorme la adaptación de la constitución estadounidense a la inmigración, en vez de lo contrario. Son tan grandes las adaptaciones que requiere la inmigración masiva que sólo pueden ser consideradas un éxito si los beneficios económicos que las compensan son enormes. Lo mejor de la investigación económica reciente indica que no lo son.


Entre los economistas universitarios, George Borjas, un profesor de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard, tiene reputación de desenmascarar los mitos y narrativas a favor de la inmigración. Ello no es debido a una hostilidad a priori contra la inmigración. En efecto, en 1962, cuando era niño, Borjas dejó Cuba después de que el gobierno de Castro confiscó la fábrica de ropa que tenía su familia. Así que él mismo es beneficiario de la apertura estadounidense [con los inmigrantes].

Pero cuatro décadas en la universidad han convencido a Borjas de que la mayoría de los que afirman que estudian la inmigración – en la universidad, el periodismo y la política – son, en realidad, defensores de la misma.  Una vez el economista Julian Simon (de la Universidad de Maryland) le advirtió que «personas que están en contra de la inmigración» estaban citando las conclusiones de Borjas e insistió que interviniera para parar esto. Cuando Borjas estaba estudiando si había una tendencia a que la calidad del trabajo de las oleadas de inmigrantes se deteriorara con el tiempo, un empleado de becas de la Fundación Rockefeller le recomendó que no abriera «esa caja de Pandora». Normalmente, la defensa de la inmigración es lo que lleva a los economistas a estudiarla, no viceversa. Borjas cree que los estudios que más circulan en la universidad, el periodismo y la política se destacan por «supuestos conceptuales arbitrarios, manipulaciones cuestionables de los datos y una tendencia a pasar por alto hechos incómodos»


Por lo tanto, su nuevo libro, We Wanted Workers [«Queríamos trabajadores»], femmuestra que mucho de lo que creemos sobre inmigración es dudoso o falso. No hay una escasez de doctorados en Biología en Estados Unidos – a pesar de años de advertencias alarmantes por parte de negocios y universidades de que se beneficiarían si hubiera más biólogos extranjeros. Los inmigrantes son, en promedio, siete años más viejos (44) que los nativos (37), a pesar de la retórica que hace de la inmigración un sinónimo de rejuvenecimiento. Y, a pesar de que del Departamento de Seguridad Nacional (Department of Homeland Security) asegura que, en 2012, había 11,4 millones de inmigrantes ilegales en el país, Borjas muestra que ese número es probablemente fraudulento. El Departamento llega a esa cifra usando censos de nacidos en el extranjero, restando el número de inmigrantes legales que han respondido a los encuestadores y suponiendo que, en este recuento, falta el 10% de los ilegales. A su vez, este último supuesto se basa en la sugerencia de un becario investigador sobre el recuento de mejicanos en el condado de Los Angeles en 2000. Los programas que se basan en ese estimado del 10% han acabado con un exceso espectacular de solicitudes. En 2015, cuando el Departamento de Automóviles de California ofreció permisos de conducir a los inmigrantes ilegales, el número de inmigrantes que aparecieron fue el doble del que se esperaba.

Borjas no es un historiador de la inmigración. Se siente incómodo discutiendo el tema en sus fascinantes aspectos no cuantitativos, como, por ejemplo, si la inmigración puede hacer que una cultura se desvíe por el mal camino. Pero las rigurosas ciencias sociales permiten  comprender mejor estos aspectos. Borjas dice que se sintió atraído a la economía de la inmigración por primera vez debido a la curiosidad de saber si las oleadas de inmigrantes cambiaban a lo largo del tiempo y, específicamente, si disminuía su calidad. Esta es una cuestión que muchos estadounidenses se preguntaban en los sesenta sobre los inmigrantes cubanos como Borjas y que Trump ha planteado en la actualidad sobre los inmigrantes mejicanos. («No envían a sus mejores», afirmó el año pasado).


De hecho, hay muchos motivos, en teoría, para esperar esa decadencia. Un gran número de inmigrantes puede reducir el «salario mínimo» y, por lo tanto, disminuir los incentivos para que vengan trabajadores calificados. Otro de los errores de los partidarios de la inmigración es suponer que los incentivos permanecen constantes a lo largo del tiempo.

Así, por ejemplo, la oleada diversa y políglota de inmigrantes del Mediterráneo y de Europa Oriental que llegaron a principios del siglo XX fue un éxito en prácticamente cada etapa. Constituyó las tres cuartas partes de la mano de obra de Henry Ford justo antes de la Primera Guerra Mundial. Después formaría el núcleo de una clase media tan bien asimilada que, para mediados del siglo XX, sería objeto de burlas de los cantantes folk y de los estudiantes radicales, que la calificaba como sosa, conformista y «blanca como la azucena». Pero sería ingenuo esperar resultados similares en un mundo en que la Universidad de California advirtió recientemente al personal docente que llamar a Estados Unidos «melting pot» [«un crisol de culturas»] es cometer una «microagresión» contra las minorías.

[«Melting pot» (el crisol donde se mezclan los diferentes metales fundidos para hacer una aleación) era la metáfora usada durante el siglo XX para la inmigración de Estados Unidos. Esto significaba que las diversas culturas de los inmigrantes se fundían y creaban un solo pueblo (es decir, lo que se conoce como integración de los inmigrantes), aportando un toque al conjunto. En la actualidad, el multiculturalismo imperante rechaza esta metáfora pues indicaba que los inmigrantes debían abandonar su cultura para fundirse en una única cultura americana, perdiendo su identidad.

femLa doctrina oficial actual prefiere pensar en Estados Unidos como un «Salad Bowl» (bol de ensalada de diferentes ingredientes), es decir, un mosaico de culturas, en las que cada cultura se mantiene pura, sin perder su identidad, aunque compartiendo un territorio con las otras culturas]

Como los incentivos cambian, los inmigrantes mejicanos actuales aprenden inglés más lentamente que sus predecesores hace un par de décadas. Borjas echa la culpa al crecimiento de enclaves étnicos. Probablemente la integración económica también se ha desacelerado, pero esta desaceleración  puede ocultarse si uno es selectivo con los datos. Así que el Wall Street Journal tranquiliza a sus lectores afirmando que los «hijos de la inmigración» viven mejor que la generación de sus padres desde el punto de vista económico. Borjas muestra que esto no es necesariamente cierto. El salario mínimo para inmigrantes que, hace una generación, era 11% más bajo que el de los nativos, ha pasado recientemente a ser un 28% más bajo.

El Journal empareja los inmigrantes recientes con los hijos de inmigrantes que llegaron hace décadas. Por lo tanto, da un enorme empujón completamente injustificado a la creencia de que la integración de los inmigrantes va sobre ruedas. Si comparas el actual personal de cocina de Mi Taco Sabroso con los  hijos de ejecutivos de empresas petrolíferas que huyeron de la revolución del Ayatola Jomeini en 1979, llegarás a la falsa conclusión que los pobres inmigrantes de primera generación producen millonarios en la segunda generación.

El escepticismo de Borjas con el relato común sobre la inmigración es más irrefutable porque él parece no ser nada inconformista en casi todos los aspectos de las ciencias sociales. Los economistas, como todos los especialistas del conocimiento, suelen ser prisioneros de la agenda de investigación que fijan sus contemporáneos más talentosos. Borjas no tiene cuentas que ajustar con esa agenda, que se centra de forma obsesiva en descubrir fanatismos y prejuicios. Así que Borjas cita un estudio del economista Stephen Trejo que muestra que la mayor juventud, el peor inglés y la peor educación explican las tres cuartas partes de las diferencias entre los salarios de los mejicanos y los blancos estadounidenses pero sólo explica una tercera parte de las diferencias entre blancos y negros. Borjas afirma que ello «lleva a la conclusión de que gran parte de estas diferencias refleja los efectos perniciosos de la discriminación por raza». Pero ¿cómo se llega a esta conclusión? Borjas no cita ninguna evidencia que lleve a ella.

«A largo plazo», escribe en otra parte, «la inmigración puede ser fiscalmente beneficiosa porque los gastos de la Seguridad Social que no pueden financiarse serán insostenibles y necesitarán, o bien un aumento considerable de los impuestos, o una reducción considerable de las prestaciones». Pero estas necesidades no hacen prudente o recomendable añadir más gastos que no pueden financiarse, en forma de costos de jubilación de los inmigrantes.

Por lo tanto, la crítica de Borjas al relato común sobre la inmigración no tiene ninguna motivación política. Se limita a los aspectos en los que este relato no se sostiene bajo sus mismos supuestos. Si ha llegado a conclusiones más pesimistas que las de sus colegas, no es porque discrepa con su ideología sino porque corrige sus errores. Algunos de estos errores se explican en su libro «We Wanted Workers». Examinemos tres:

1. Los inmigrantes son más dependientes de las ayudas sociales que lo que indican las estadísticas más citadas y mucho más que la población en general. 

Si se miran los datos de la Encuesta Oficial de Ingresos y Participación en los Programas, se encuentra que el 46% de hogares encabezados por inmigrantes recurren a las ayudas sociales de una forma u otra en contraste con el 27% de hogares encabezados por estadounidenses. Sin embargo, los partidarios de la inmigración masiva (desde trabajadores sociales al periódico económico Wall Street Journal), prefieren usar datos diferentes de esta Encuesta, que sean más fáciles de manipular y clasificarlos por individuos en vez de por hogares. Esto suena más … individualista. También da la impresión que la proporción de dependencia de las ayudas sociales de los inmigrantes y los nativos es más similar. Pero Borjas muestra que es un truco. Si una madre soltera ilegal mejicana, por ejemplo, tiene dos hijos después de llegar a Estados Unidos y acaba viviendo de las ayudas sociales, el sistema muestra un aumento de un inmigrante y dos nativos. El Estado del Bienestar es apuntalado por los hogares nativos, cada uno de los cuales paga, según estimación de Borjas, alrededor de 470 dólares por año para cubrir las pérdidas debidas a la inmigración.

2. La competición de los inmigrantes reduce drásticamente los salarios de los trabajadores que cuentan con títulos similares.

Esta es la clase de conclusión de sentido común que se entiende sin que uno necesite pasar un día en la clase de Economía. Sin embargo, durante tres décadas, los economistas se han aferrado ciegamente a la doctrina de que los inmigrantes producen economías más eficientes sin reducir los salarios de los sectores laborales en los que trabajan. Esto es una tontería: las economías son más eficientes porque justamente los salarios son más bajos.

Borjas pone como ejemplo un celebrado estudio sobre el Éxodo del Mariel, realizado en 1990 por David Card, economista laboral de Princeton. En el curso de unas pocas semanas de 1980, el gobierno de Castro autorizó a 125 mil personas – una mezcla de disidentes, criminales y jóvenes ambiciosos – a huir de Cuba y llegar a Florida. A pesar de lo que (en la época antes de que China entrara a la economía global), Card no encontró evidencia de que los inmigrantes deprimieran los salarios del área de Miami. Por ello, los políticos han citado este estudio desde entonces. Barack Obama lo sacó a la luz en 2014. Es util. Pero Borjas muestra que está equivocado. Card había considerado los trabajadores de Miami como un todo. Se escondió en este grupo más grande a los habitantes de Miami con los que los «marielitos» competían más directamente  (gente que no había acabado el instituto). Una vez que se aisló a los trabajadores más pobres, fue fácil mostrar que el salario semanal se redujo entre 1979 y 1985. De hecho, cayó en un asombroso monto de 100 dólares por semana. Los conjuros sobre la diversidad no abolen la ley de la oferta y la demanda. Después de una redada en una fábrica de pollos en Stillmore, Georgia, que hizo salir bruscamente a trabajadores ilegales, la fábrica tuvo que contratar a trabajadores locales y lo hizo con salarios considerablemente más altos.

Que los inmigrantes ayuden o dañen a un sector de la economía depende de si entran como «complementos» o como competidores. Los inmigrantes de hoy son complementos para gente rica, que tiende a no trabajar como sus propios chóferes, chefs, jardineros o empleadas de hogar. Otros hacen esos trabajos. Si el costo de estos trabajos se hace menor, mejora la vida de los ricos y puede aumentar el número de gente que puede vivir como rico. Por el contrario, la vida de los nativos que solían hacer esas tareas empeora. La regla empírica es que cada vez que la fuerza laboral aumenta un 10% en un sector de la economía, esto produce una reducción de un 3% en los salarios.

3. El efecto principal de los inmigrantes en el país que los recibe es una masiva redistribución regresiva de ingresos y riqueza entre los nativos [es decir, entre los nativos, los ricos se hacen más ricos y los pobres se hacen más pobres]

Para Borjas, este efecto redistributivo es «el hallazgo principal que he deducido de décadas de investigación sobre la economía de la inmigración». El resultado principal de la inmigración no es la creación de riqueza. No es el emprendedurismo. No es la diversidad. Es la redistribución [de ingresos] delos pobres a los ricos. Que esto desentona tanto y suena tan increíble a la gente contemporánea muestra cuánto se ha censurado la discusión sobre economía de la inmigración – pues este ha sido siempre una de las conclusiones básicas indiscutibles de la mayoría de modelos económicos de inmigración.


Borjas quiere que sepamos que, cuando los economistas predicen grandes beneficios económicos de las fronteras abiertas, usan ecuaciones concebidas por economistas específicos, que a menudo tienen una agenda [política]. En el modelo más básico de una economía abierta, con el mundo dividido entre un hemisferio sur relativamente pobre y un hemisferio norte relativamente rico, y sin fricciones ni costes de desplazamiento, encontraríamos que la mayoría del mundo se enriquece con el libre movimiento. Pero pensemos el motivo. Bajo este modelo, la inmensa mayoría de trabajadores del hemisferio sur – miles de millones de ellos – se trasladarán al norte.

Que tanta gente quiera desplazarse no es completamente inverosímil. Casi un tercio de los nacidos en la isla de Puerto Rico – que son ciudadanos americanos – se han trasladado al Estados Unidos continental. En 2015, la «lotería de la diversidad» estadounidense para inmigrantes obtuvo 15 millones de solicitudes para 50 mil plazas.

Según Borjas, el mundo se hace más rico porque

los salarios de la fuerza laboral nativa del norte bajarán casi un 40%, mientras los trabajadores del sur aumentarán sus salarios más del doble. Vale la pena mencionar un último impacto redistributivo – y, de nuevo, es otras de esas estadísticas molestas que se esconden bajo la alfombra: en todos los países del mundo, el ingreso de los capitalistas aumentará casi del 60%.

Este modelo «básico», del cual provienen casis todas nuestras proyecciones de los beneficios de la inmigración, está basado en supuestos extremadamente optimistas. Supone que el masivo ingreso de extranjeros no hará nada para alterar la infraestructura, constituciones y asociaciones que son la causa de la ventaja competitiva de las economías avanzadas. Si eso cambia — y los hospitales abarrotados, la acción afirmativa y los programas de educación bilingüe son evidencia de que lo hacen — entonces se evaporan las «ganancias» de la inmigración. Incluso pueden convertirse en pérdidas.


femEn 1995, Borjas intentó estimar los efectos reales de la inmigración en los Estados Unidos y publicó sus conclusiones en  Journal of Economic Perspectives. Halló que el Producto Interior Bruto aumentó en 2,1 billones de dólares, pero casi todas estas ganancias —98%— beneficiaron a los mismos inmigrantes. No perdamos en vista que esas ganancias constituyen un aumento grande de la felicidad del mundo. Si juzgáramos la inmigración de fronteras abiertas no como una política económica sino como un programa de cooperación internacional, podríamos considerarlo un éxito.

Pero no lo estamos haciendo. Cuando los economistas hablan de «ganancias» de la inmigración, hablan sobre el restante 2%—sobre 50 mil millones de dólares. Este «superávit» oculta una transferencia extraordinaria de ingresos y riquezas. Los capitalistas nativos ganan 566 mil millones de dólares. Los trabajadores nativos pierden 516 mil millones.

Los efectos de la inmigración sobre el crecimiento son pequeños — “prácticamente nulos en el mejor de los casos” es cómo Borjas lo expresa sobre el final de su libro. Pero los efectos redistributivos—de pobre a rico, de los trabajadores a los financieros—son asombrosamente grandes. El rol de la inmigración en producir desigualdad parece comparable al de los villanos citados más comúnmente: la tecnología, el comercio internacional, las bajadas de impuestos.

Como siempre, Borjas evita las implicaciones políticas de estas cuestiones. Ello es útil para la explicación. Si vale la pena preocuparse por la desigualdad creciente, depende de las opiniones políticas; si vale la penar luchar contra ella, depende de la ideología. Algunas personas considerarán que la desigualdad creciente presagia un proceso peligroso que lleva a la plutocracia [al gobierno de los ricos]. Pero hay otras opiniones posibles. La inmigración masiva tomó impulso a mediados de los años setenta, que era la década más igualitaria socioeconómicamente de la historia de Estados Unidos y, al mismo tiempo, como nuestra década, cuando el país pareció que había perdido mucha de su competitividad. Un partidario del libre mercado podría decir que había una burbuja de salarios ocasionada por un mercado con escasez de mano de obra barata. El problema económico principal de las democracias occidentales – sobre todo Gran Bretaña, pero también los Estados Unidos – parecía ser el poder de los sindicatos. La inmigración ha sido siempre el método más comprobado de romperlos.

La gente puede diferir sobre si la inmigración es siempre una buena política, si fue necesaria en los años setenta pero no lo es o si fue un error desde el principio. Pero hay un inquietante elemento no económico que no podemos pasar por alto. Cuando subían los precios del petróleo, se solía decir que Estados Unidos estaba importando inflación para mantener un nivel de vida que no podía mantener. De manera similar, con la inmigración, tal vez estamos importando oligarquía.

 

La crisis moral de Occidente según Putin

Traducción del discurso de Vladimir Putin. Versión original aquí

Un reto adicional para la identidad nacional rusa está conectado con los procesos que observamos fuera de Rusia. Incluyen aspectos morales, de política exterior y otros. Vemos que muchos estados euro-atlánticos han tomado el camino de negar o rechazar sus propias raíces, incluyendo sus raíces cristianas, que forman la base de la civilización occidental.

En esos países, se está negando la base moral y cualquier identidad tradicional – se están negando o relativizando las identidades nacionales, religiosas, culturales e incluso de género. Allí, la política trata una familia con muchos hijos como igual jurídicamente a una relación homosexual; la fe en Dios es igual a la fe en Satán. De hecho, los excesos y exageraciones de la corrección política en esos países lleva a una seria consideración de la legitimación de partes que promueven la pedofilia.

En muchos estados europeos, las personas están realmente avergonzadas de sus afiliaciones religiosas y, de hecho, tienen miedo de hablar sobre ellas. Se abolen las fiestas y celebraciones cristianas o se les da un nombre «neutral», como si se estuviera avergonzado de estas fiestas cristianas. Con este método, uno oculta el valor moral profundo en que se basan esas celebraciones.

Y esos países intentan imponer este modelo sobre otras naciones, de forma global. Estoy totalmente convencido de que este es un camino directo a la degradación y primitivización de la cultura. Esto lleva a una crisis moral y demográfica más profunda en Occidente.

¿Qué puede ser mejor evidencia de la crisis moral de la sociedad humana en Occidente que la pérdida de su función reproductiva? Y hoy casi todos los países occidentales «desarrollados» no pueden sobrevivir reproductivamente, ni siquiera con la ayuda de los inmigrantes.

Sin los valores morales que están enraizados en el cristianismo y otras religiones mundiales, sin reglas y valores morales que se han formado y se han desarrollado a lo largo de milenios, la gente perderá inevitablemente su dignidad humana y se volverán brutos. Y pensamos que es correcto y natural defender y conservar esos valores morales cristianos.

Uno debe respetar el derecho de cada minoría a la autodeterminación, pero, al mismo tiempo, no puede y no debe haber ninguna duda sobre los derechos de la mayoría.

Al mismo tiempo que este proceso sucede a nivel nacional en Occidente, observamos en un nivel internacional los intentos de crear un modelo unipolar e unificado del mundo, de relativizar y eliminar instituciones de derechos internacionales y soberanía nacional. En un mundo unipolar e unificado como éste, no hay lugar para los estados soberanos. Un mundo como éste sólo necesita vasallos.

Desde una perspectiva histórica, un mundo unipolar como éste significaría renunciar a la identidad propia de uno y a la diversidad creada por Dios.