Reconoce las palabras de control

[Traducido del original en inglés, que se encuentra en http://therightstuff.biz/2017/02/23/untitled-28/ Al final del artículo hay una nota terminológica para explicar las palabras poco conocidas para los hispanohablantes]


Reconoce las palabras de control

La izquierda globalista y marxista cultural ha sido extremadamente exitosa en conquistar la cultura del mundo occidental. Sin prisa pero sin pausa, sus ideas comenzaron a dominar y a establecerse como la ideología dominante.

Gran parte de esto se consiguió mediante el poder del gobierno, los medios de comunicación y la educación «superior». Pero, el medio para controlar nuestro pensamiento fue, y todavía es, el control del lenguaje mediante [el uso de determinadas] palabras.

Controla el lenguaje y controlarás el pensamiento

El ascenso del presidente Donald Trump fue causado, en gran parte, porque la gente rechazó  la corrección política.  La base de la censura y la cultura políticamente correcta es controlar el lenguaje para así controlar tus pensamientos.

Si no te está permitido decir ciertas cosas, tampoco podrás pensar de determinadas maneras. Si no puedes cuestionar o preguntar sobre algo sin que te etiqueten con  un montón de palabras para atacarte y controlarte, tu mente no te permitirá pensar sobre ello.

Demos un vistazo a algunos ejemplos de control de pensamiento y censura del lenguaje.

Traducción: «¡P..pero te dije racista!» «¿Y crees que eso te da poder sobre mí?»

1. Racista

La palabra «racista» es una calumnia y palabra de ataque usada contra europeos blancos para regañarlos y silenciarlos. Después de llamarte un racista, todo lo que digas puede ser desestimado y considerado como ilegítimo.

En términos sencillos, «racista» es todo aquel europeo blanco que se preocupa por sus propios intereses.

  • ¿Quieres discutir la posibilidad de limitar la inmigración masiva no europea?
  • ¿Quieres discutir la posibilidad de construir un muro y deportar a colonizadores ilegales?
  • ¿Quieres hablar sobre parar el flujo de millones de colonizadores musulmanes ilegales que está inundando Europa?

Te etiquetarán como «racista» por discutir sobre estos temas y así silenciarán la discusión. El objetivo es que dejes de hablar e incluso dejes de pensar sobre ello. Te has dedicado a tener «malos pensamientos» y, por lo tanto, serás calumniado, atacado y desestimado.

[Traducción: Todo los que no me gustan son Hitler! Putin Hackers rusos Julian Assange nacionalistas blancos.— La guía emocional de discusión política para niños.]

2. Islamófobo

«Islamófobo» es otra palabra que tiene como objetivo atacarte y controlarte. Su verdadero significado es «aquel que cuestiona cualquier cosa que es positiva para los musulmanes». Para no ser un islamófobo, tendrías que apoyar al 100% todo lo que los musulmanes quieren hacer.

Si piensas que …

  • El Islam no es compatible con Occidente.
  • El flujo de millones de musulmanes no debería estar inundando Europa.
  • No debería haber mujeres con burka en las calles de las ciudades occidentales.
  • Se debería vigilar a las mezquitas pues se sabe que son centros de reclutamiento y adoctrinamiento para ataques terroristas islámicos.
  • Quizás el alcalde de Londres debería ser un inglés y no un musulmán paquistaní

… ciertamente serás etiquetado como «islamófobo». Es parecido a que te llamen «racista», pues un islamófobo es normalmente un europeo blanco que se preocupa de sus propios intereses (y de los intereses de su pueblo).

Ha habido miles de agresiones sexuales cometidas por musulmanes contra las mujeres europeas, sin mencionar varios ataques terroristas islámicos a lo largo de Europa y Estados Unidos. Pero incluso cuestionar por qué están aquí y qué están haciendo se considera «islamófobo».

Es algo completamente normal ver esto en las ciudades europeas. ¿No piensas así? ¡Islamófobo!

3. Sexista, [machista] y misógino

Como las otras palabras de control, que te llamen «sexista» [en español, también «machista»] o «misógino» es una forma de insultarte, atacarte y silenciarte. Para no ser etiquetado con ninguno de estos términos, deberías creer que los hombres y mujeres son iguales al 100% en todos los sentidos y que no hay diferencias entre los sexos.

Si piensas que …

  • Los hombres y las mujeres son diferentes por naturaleza.
  • Las mujeres son más felices siendo madres que como esclavas de cubículo de una multinacional.
  • En general, los hombres deberían liderar.
  • Occidente está lleno de hombres débiles y afeminados y mujeres masculinizadas.

… con mucha seguridad despertarás la ira de la «policía» políticamente correcta.

Los términos sexista/[machista]/misógino se usan normalmente para atacar, avergonzar y silenciar a los hombres europeos blancos. Las feministas nunca hablan de las violaciones masivas causadas por los musulmanes en Europa o del trato horrible a las mujeres en países musulmanes como Arabia Saudita. No; prefieren sólo hablar en contra de hombres europeos blancos.

Madona, Miley Cirus, Lady Gaga: No votaron a Trump porque [piensan que] degrada la imagen de la mujer en la sociedad.

4. Homófobo

Nótese que, como con «islamófobo», la palabra tiene un «-fobo» al final. La definición de «fobia» es:

una aversión o miedo  irracional a algo

La palabra quiere decir que alguien es irracional en su aversión a algo y, en este caso, tiene un miedo «irracional» de los homosexuales. El término se usa para invalidar cualquier cuestión o preocupación relacionada con la promoción de la homosexualidad. Para no ser un homófobo, uno debe «creer» que la homosexualidad es completamente normal y tan buena (por no decir «mejor») que las relaciones normales y los roles de género tradicionales.

Si piensas que…

  • Los homosexuales tienen impulsos/compulsiones para tener sexo con el mayor número posible de hombres y que no deberíamos animar o favorecer su conducta.
  • Los homosexuales tienen tasas mucho más altas de consumo de drogas
  • Un estilo de vida homosexual es una elección, tal como lo son el consumo de drogas o la pedofilia.
  • Los medios de comunicación y Hollywood están publicitando el estilo de vida homosexual como glamoroso para presionar a la gente a que lo acepte como normal.

… serás considerado como un homófobo y como alguien que odia a los gays «sin ningún motivo». No importa que dijeras claro que no los odias, sino que tienes dudas y preocupaciones sobre el hecho de que ese estilo de vida está siendo fomentado y promocionado por las autoridades globalistas.

No les dejes definir los términos

Considera estas diferencias:

  • «Inmigrante sin papeles» [«nouvingut sense papers», en catalán] contra «Inmigrante ilegal»
  • «Refugiado» contra «colonizador musulmán ilegal»
  • «Igualdad de derechos» mientras se aplica la discriminación positiva contra europeos blancos.
  • Tolerancia contra fuerza.
  • Diversidad contra unidad.

La izquierda cultural marxista ha hecho un gran trabajo imponiendo los términos que se usan cuando se discuten temas políticos y culturales. Lo que necesitamos hacer es reconocer que están haciendo esto y desconectarnos activamente de su paradigma moral falso.

Esto significa que dejas de usar «sus» palabras o tolerar su moral cultural marxista. Si se refieren a los refugiados en Europa, no los llamas «refugiados». ¿Por qué? Porque, por definición, no son refugiados de verdad.

Si caes en su paradigma moral y te refieres a ellos como «refugiados», admites erróneamente que son pobres sirios huyendo de la guerra brutal en Siria y deben recibir protección y ayuda. Pero esto no es verdad, pues la mayoría de refugiados no son ni siquiera de Siria. La mayoría son hombres de edad militar que buscan los Estados del Bienestar que pagan más, como Alemania o Suecia.

Los auténticos refugiados no tienen la posibilidad de elegir el país al que van basándose en la cantidad de ayudas sociales que reciben.

Por ello, debes llamar las cosas por su propio nombre y, en este caso, debes referirte a ellos como «colonizadores musulmanes ilegales» o alguna expresión parecida. Si lo haces, reformulas la discusión para que represente la verdad y no la propaganda que los marxistas culturales quieren hacer creer que es la realidad.

En el futuro, debemos fijarnos no sólo en lo que dicen sino en cómo lo dicen.

Simplemente, ignora

Lo último que mencionaré es que gran parte de lo que dice la izquierda tiene como objetivo producir una respuesta emocional. Las palabras que usan están  diseñadas para hacerte sentir culpa, vergüenza o para hacerte sentir mal. La izquierda quiere patologizar cosas que son completamente sanas y normales.

Patologizar:

tratar (a algo o alguien) como si fuera psicológicamente enfermo o anormal.

Tu y yo sabemos que el hecho de que millones de musulmanes inunden tu nación puede muy bien significar la muerte de la nación como la conocemos y tus miedos y preocupaciones son 100% lógicos. Diciendo que eres un «islamófobo» porque no quieres millones de musulmanes inundando tu nación, intentan etiquetarte como alguien anormal y como alguien que tiene algo malo dentro de él.

Patologizar a alguien que tiene preocupaciones legítimas tiene como objetivo hacerte sentir pequeño y hacerte sentir como que no estás bien mentalmente. Así que lo usan para controlar tus inquietudes y preocupaciones legítimas, para que «te retires» [de la discusión] y te quedes callado.

Cuando reconozcas como la izquierda cultural marxista intenta controlarte, puedes aprender a ignorarlo y verlo como lo que realmente es: una manera de intentar controlarte.

Tenemos mucho que ganar en el futuro.

No permitamos que la izquierda nos siga controlando.

Adelante.


Nota terminológica: El artículo usa algunes expresiones no usuales en el mundo hispanohablante, así que las explicamos aquí:

  • Cuando el autor habla de «la izquierda», debe incluirse a lo que hoy se considera como «derecha» (que es izquierda en términos históricos).
  • Cuando el autor habla de «marxismo cultural» se refiere al pensamiento políticamente correcto de nuestros tiempos (la última versión de la izquierda que incluye feminismo, multiculturalismo, homosexualismo, transexualismo, etc). También llamado «corrección política».
  • Cuando el autor habla de «globalismo» se refiere a la doctrina de que los países occidentales deben perder su carácter original, sea por inmigración masiva, sea por subordinación a organismos multinacionales, como la Unión Europea.]

Dos religiones y los enemigos

A menudo se dice que todas las religiones son iguales. ¿Es esto así? Compararlas todas aquí sería muy largo, así que sólo consideraremos las dos más importantes en número de fieles: cristianismo e Islam. También comparar todos los aspectos sería larguísimo, así que nos hemos centrado en uno: el tratamiento de los enemigos.

Se podría de hablar de otros temas. Por ejemplo, el tratamiento a las mujeres, pues Mahoma violó a varias de ellas. Se podía hablar como Mahoma se casó con una niña de seis años y la desvirgó a los nueve años (él tenía 53). O como se encaprichó con la esposa de su hijo adoptivo y dijo que Alá le había revelado que ella se divorciara y se casara con Mahoma (lo que hizo). O como dijo que Alá le permitía a los musulmanes tener hasta cuatro mujeres pero a Mahoma todas las que quisiera. Pero no será en esta ocasión.

Consideramos dos aspectos: como el fundador de la religión trató a los enemigos y qué dicen los textos sagrados sobre cómo tratar a los enemigos. Comenzaremos por el Islam (sobre el que nos extenderemos más por ser más desconocido en nuestra cultura) y concluiremos con el cristianismo.


Islam

Cómo trató Mahoma a los enemigos:

El Islam es una mezcla de religión y política. Mahoma era el jefe militar, político y religioso del primer estado islámico, con capital en Medina. Por ello, los enemigos de Mahoma eran los enemigos del Islam. Mahoma los conquistó por la espada, comenzando la tradición de la Yihad, que sigue hasta nuestros días y que es la forma principal de expansión de la religión islámica.

A los enemigos que tenía bajo su cargo, los torturó y mandó cortar la cabeza a todos los varones de una tribu de judíos. Violó a la hija del jefe de esta tribu y mandó que sus seguidores violaran a las cautivas (aunque sus seguidores se resistían, por ser mujeres casadas, pero él les dijo que estaba bien).

Qué dicen los textos sagrados del Islam sobre los enemigos:

Los textos sagrados del Islam son el Corán y los jadices. Es importante señalar que, al contrario de la Biblia (en la que hay partes que no se cumplen desde hace 2000 años porque las anuló Jesús), todos los textos del Corán y los jadices que citamos más abajo son de obligado cumplimiento hoy y siempre. Las aclaraciones a las expresiones difíciles de entender van entre corchetes  [].

Comenzamos con el Corán. Específicamos capítulo (sura) y versículo (aleya), por si se quiere consultar en Internet, donde hay varias traducciones del Corán al español.

  • «El castigo de quienes hacen la guerra a Allah y a Su Mensajero y siembran en la Tierra la corrupción es que se les mate, o crucifique, o se les ampute una mano y el pie opuesto o se les destierre. Esto es para que sean denigrados en esta vida, y en la otra tendrán un terrible castigo.»«Así que luchen contra los subordinados del Diablo [idólatras]” (Corán 4:76).
  • “Maldíganlos: dondequiera que sean encontrados ellos serán tomados y asesinados, un asesinato (horrible),” (Corán 33:60-62).
  • “Entonces, cuando los meses sagrados hayan pasado, asesinen a los idolatras dondequiera que se encuentren, y tómenlos (cautivos), y asédienlos, y prepárense para emboscarlos. Pero si ellos se arrepienten y establecen adoración [se convierten al Islam] […], entonces déjenles el camino libre. ¡Y quién lo va a decir! Alá es Indulgente y Misericordioso,” (Corán 9:5).
  • “Alá verdaderamente ama a aquellos que luchan en Su causa en formación de batalla, como si ellos fueran una sólida estructura encementada,” (Corán 61:4).

Continuamos con los jadices (anécdotas atribuidas a Mahoma y recogidas en colecciones, de las cuales las más respetadas son las de Al-Bujari y Muslim). Al contrario del Corán, no hay una numeración única de los jadices, así que especificamos una de las numeraciones tradicionales.

  • Bujari (52:260) «…El Profeta dijo, ‘si alguien (un musulmán) descarta su religión, mátalo’ “
  • Bujari 52:177 – El mensajero de Alá [Mahoma] dijo: “La hora llegará en que luchen contra los judíos y la piedra detrás de la cual se esconda un judío diga: ‘Oh, musulmán. Hay un judío que se esconde detrás de mí, así que mátalo’.
  • Muslim (20:4696) – “ El Mensajero de Alá dijo: ‘El que murió y no lucho en la manera de Alá ni expresó ningún deseo (o determinación) para la Yihad murió la muerte de un hipócrita'».
  • Muslim (20:4645) – «…Él [Mahoma] … dijo “Hay otro acto que eleva la posición de un hombre en el paraíso cien escalones y la elevación entre un escalón y el siguiente es igual a la distancia entre la tierra y el cielo. Él (Abu Sa’id) dijo: ¿Cuál es ese acto? Él replicó : “¡Yihad en la manera de Alá! ¡Yihad en la manera de Alá!”.

Cristianismo

Cómo trató Jesús a los enemigos:

En los evangelios aparece Jesús criticando a los fariseos, por ser unos hipócritas, que cumplían toda la reglamentación religiosa pero eran de corazón duro con su prójimo.

Finalmente, sus enemigos consiguen condenar a Jesús, torturarlo y matarlo en la cruz. Jesús muere perdonando a los enemigos que lo mataron: «Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34). Esto contrasta con Mahoma (ver más arriba).

Qué dicen los textos sagrados del cristianismo sobre los enemigos:

Jesús cuenta en Mateo 5, 43-48:

«Habéis oído que se dijo: “Amaras a tu projimo y odiarás a tu enemigo.”

Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; porque El hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.

Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis más que otros? ¿No hacen también lo mismo los gentiles?

Por tanto, sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.»


Hasta aquí los hechos. Nos ahorraremos las opiniones. ¿Son todas las religiones lo mismo? El lector deberá sacar sus propias conclusiones.

¿Qué debería hacerse ante lo inevitable?

Este texto budista está incluido en Saṃyutta Nikāya, 3:25, parte de los textos budistas más antiguos (el llamado «Canon Pali»). Trata sobre qué debería hacerse ante cualquier situación inevitable. 

El texto cuenta una conversación entre el Buda y el rey Pasenadi de Kosala.  «Dharma» o «Dhamma» es una palabra  que significa, «ley natural», «orden social», «conducta adecuada» o «virtud».

Buda:

«¿Qué pensáis, gran rey? Suponed que un hombre viniera a vos desde el este, uno que es fiable y digno de confianza y os dijera: «Con certeza, gran rey, deberíais conocer esto: vengo del este y vi una gran montaña, alta como las nubes, que viene hacia aquí, aplastando a todos los seres vivos. Haced lo que penséis que debería hacerse».

«Después un segundo hombre viniera a vos desde el oeste… un tercer hombre desde el norte… y un cuarto hombre desde el sur, uno que es fiable y digno de confianza y os dijera: «Con certeza, gran rey, deberíais conocer esto: vengo del sur y vi una gran montaña, alta como las nubes, que viene hacia aquí, aplastando a todos los seres vivos. Haced lo que penséis que debería hacerse, gran rey»

«Si, gran rey, apareciera un peligro tan grande, una destrucción tan terrible de vida humana, si el estado humano fuera tan difícil de alcanzar, ¿qué debería hacerse?»

Rey:

«Si, venerable señor, apareciera un peligro tan grande, una destrucción tan terrible de vida humana, si el estado humano fuera tan difícil de alcanzar, ¿qué otra cosa debería hacerse sino vivir de acuerdo a la verdad (Dhamma), vivir virtuosamente y hacer actos morales y meritorios?»

Buda:

«Os informo, gran rey, os anuncio, gran rey: la vejez y la muerte están llegando a vos, gran rey, ¿qué debería hacerse?»

Rey: 

«Conforme la vejez y la muerte están llegando a mi, venerable señor, ¿qué otra cosa debería hacerse sino vivir de acuerdo a la verdad (Dhamma), vivir virtuosamente y hacer actos morales y meritorios?»

«Venerable señor, reyes borrachos con la ebriedad de soberanía, obsesionados por el ansia de placeres sensuales, que han alcanzado un control estable de su país y gobiernan sobre un área grande de territorio, conquistan por medio de batallas de elefantes, batallas de caballería, batallas de carros y batallas de infantería; pero no hay esperanza de victoria cuando la vejez y la muerte llegan.»

«En esta corte real, venerable señor, hay consejeros que, cuando los enemigos llegan, son capaces de dividirlos usando subterfugios, pero no hay esperanza de victoria usando subterfugios, no hay oportunidad de éxito, cuando la vejez y la muerte llegan.»

«En esta corte real, hay abundantes lingotes y oro almacenados en bóvedas y con esa riqueza, somos capaces de aplacar a los enemigos cuando llegan; pero no hay esperanza de victoria usando la riqueza, no hay oportunidad de éxito, cuando la vejez y la muerte llegan.»

«Conforme la vejez y la muerte están llegando a mi, venerable señor, ¿qué otra cosa debería hacer sino vivir de acuerdo a la verdad (Dhamma), vivir virtuosamente y hacer actos morales y meritorios?»

Buda:

«¡Así es, gran rey! ¡Así es, gran rey! Conforme la vejez y la muerte están llegando a vos, ¿qué otra cosa deberíais hacer sino vivir de acuerdo a la verdad (Dhamma), vivir virtuosamente y hacer actos morales y meritorios?»

 

Sobre las iglesias protestantes

Cada uno puede leer lo que la da la gana. Esto es el problema. Lutero dijo que cada uno podía interpretar la Biblia personalmente, inspirado por el Espíritu Santo. Como dijo un sacerdote argentino, desde entonces, el Espíritu Santo comenzó a decir estupideces.

Hay una Iglesia Católica y se calculan treinta mil iglesias protestantes. Ni entre ellos se ponen de acuerdo. ¿Cómo es eso? Quien ha leído la Biblia (yo lo hago diariamente), se dará cuenta de que no es un libro fácil (o mejor, un conjunto fácil de libros). Está escrito con una mentalidad y forma de expresión del siglo I, muy alejadas de las nuestras. A menudo, parece contradecirse a sí mismo. Es lo más normal del mundo que personas diferentes la interpreten de formas diferentes. ¿Cómo se soluciona esto?

En la Iglesia Católica, es la Iglesia quien dice cómo debe interpretarse. Si hay discrepancias, se queda uno con la interpretación de la Iglesia Católica, que lleva muchos siglos interpretando la Biblia. Si uno difiere de la interpretación, debe ajustarse a la interpretación de la Iglesia Católica. Esto es parecido a la Constitución española. Si hay discrepancias sobre la interpretación de la Constitución, es la interpretación del Tribunal Constitucional la que vale.

En las iglesias protestantes, si uno está en una iglesia y difiere de la interpretación de la Biblia, se sale de la Iglesia y funda otra Iglesia con su interpretación. Por eso, lo que comenzó siendo una iglesia (la Luterana), acaba convirtiéndose en treinta mil. Es como, si yo difiero de la interpretación que da el Tribunal Constitucional a la Constitución española, creo mi propio país y mi propio Tribunal Constitucional.

Entre ellos no se entienden. Lo único que une a las Iglesias Protestantes es el odio a la Iglesia Católica, «la ramera de Babilonia», como la llaman. Para eso, citan fragmentos de la Biblia, que ni ellos se ponen de acuerdo en interpretar. Pero es la Iglesia Católica la que les dio la Biblia, que no estuvo fijada definitivamente hasta el Concilio de Hipona, el año 393. La teoría protestante de Sola Scriptura (sólo hay que seguir la Biblia) es una estupidez. Para comenzar la Biblia no la recoge y recoge lo contrario (San Pablo habla de hacer caso a las tradiciones orales). Para seguir, la Biblia sale de la Iglesia Católica y no al revés. Finalmente, hubo 400 años sin la Biblia tal como la conocenos, lo que significa que los primeros cristianos no tenían la Biblia y no podían seguir la doctrina protestante, que fue una idea que inventó Lutero, mucho después.

Sobre la política inmigratoria

Es maravilloso vivir en democracia. El pueblo tiene el poder. Por eso, el pueblo decidió que debíamos importar inmigrantes para que deprimieran los salarios y que no debíamos discriminar entre inmigrantes, de forma que la mayoría fueran de baja calificación y musulmanes (que se caracterizan por su perfecta integración). El pueblo decidió esto por referendum. Es maravilloso vivir en democracia.

¿Que no hubo ningún referendum? Bueno, pero es maravilloso vivir en una democracia, porque esta política inmigratoria se decidió en el Parlamento. Los diferentes diputados (que nos representan) tuvieron un debate sobre qué política inmigratoria era la mejor para España. Se evaluaron los argumentos, se votó y la mayoría de diputados decidió. La minoría pudo colocar unas enmiendas para mejorar la propuesta de la mayoría. Es maravilloso vivir en democracia.

¿Que no hubo ningún debate en el Parlamento para decidir la política inmigratoria? Bueno, pero es maravilloso vivir en democracia, porque seguramente hay partidos políticos que tienen opiniones diferentes sobre la inmigración y hay la posibilidad que, si llegan al Gobierno, cambien la política. El ciudadano que no está de acuerdo con la actual política inmigratoria puede votar a esos partidos y, si estos partidos tienen el voto de la mayoría, llegarán al gobierno y cambiarán la política. Así que hay opción. Es maravilloso vivir en democracia.

¿Que todos los partidos tienen la misma política inmigratoria y que votes a quien votes hará lo mismo? ¿Que si no te satisface esta política inmigratoria no hay posibilidad de cambiarla? Bueno, es maravilloso vivir en una democracia, porque ¡el pueblo decide! ¡El pueblo tiene el poder! ¡Te lo dicen en la escuela y en los medios de comunicación, así que es cierto! Sé un buen chico y repite como un loro el eslogan que el poder quiere que creas para convertirte en un esclavo feliz, un esclavo que no sabe que es esclavo.

Sobre Obama

Muy buen artículo. El fenómeno Obama no se entiende sin conocer la psicología del progre americano. El progre americano típico es blanco, de familia blanca (padres, tíos, esposa, hijos, todos), amigos blancos (pero hay un negro al que saluda todos los días) y se mata para residir en barrios blancos y para que sus hijos estudien en escuelas de blancos. Al mismo tiempo, se cree multiculturalista y un Quijote del antirracismo, que desface los entuertos que sus antepasados hicieron con los negros (¿Les suena de algo? Cambien «negro» por «musulmán» y tienen al progre español).

Esta disonancia cognitiva la resuelve haciendo encendidas proclamas a favor del multiculturalismo y de odio a los blancos (ver, por ejemplo, el video de la blanca Lena Dunham donde ella y su padre piden que los hombres blancos desaparezcan), despreciando toda tradición de la cultura occidental (el Ramadán es guay y la Semana Santa de carcas) y favoreciendo la importación de otras culturas. Él sueña con un futuro en que su país sea una mezcla de culturas no occidentales, pero que sean occidentales. Musulmanes que no sean religiosos y que sean feministas y promotores del estilo gay, negros que no tengan la familia negra o la cultura afroamericana, latinos no machistas, etc…

A este ser contradictorio se le aparece Obama, un negro que no es negro. Engendrado por un padre africano que desapareció rápidamente, criado por una madre blanca entre la élite, el hombre no tiene el acento negro que distingue a los africanos en USA, no tiene una familia afroamericana sino una como la de los blancos, sus valores son el de los blancos, su educación es la de los blancos, incluso tiene la ideología de los blancos (odio a la cultura occidental, feminismo, apoyo a los gays). Es un hombre de cultura blanca pero piel negra. Un negro no negro: el sueño húmedo de los progres y produce sueños húmedos entre ellos. Sólo así se explica que las mujeres progres que componen la Academia Sueca le den el Premio Nobel de la Paz, cuando aún no había empezado a gobernar y con dos guerras en curso. Después de ocho años, no ha cerrado Guantánamo.

En realidad, es un tipo mediocre. Su único talento es la actuación. Leer los discursos que le preparan con aplomo y entonación de estadista y moverse como un hombre importante. Esto (junto con ser un negro no negro) es bastante para que los progres queden enamorados, le dediquen un montón de elogios y le den un montón de puestos que nunca hubiera soñado si fuera blanco. Acceso a la Universidad de Harvard, editor de la revista de derecho de Harvard, Senador, Presidente y Premio Nobel de la Paz…dejando una estela de mediocridad allá donde va.

Los costos ocultos de la inmigración

Por Christopher Caldwell.

Traducido del original en inglés en la revista «Claremont Review of Books». Versión web en http://www.claremont.org/crb/article/the-hidden-costs-of-immigration/

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Pudo parecernos imprevisible pero, quizás un día, los historiadores considerarán inevitable que Donald Trump, en su campaña anti-establishment para la nominación del Partido Republicano, diera la lucha sobre el terreno de la política inmigratoria. Hoy es difícil recordar que fue el establishment, no Trump, el que insistió que la batalla se luchara en ese terreno. El candidato, en el discurso en que anunció su candidatura, pasó unos pocos minutos hablando de inmigración pero después habló de China, ISIS, Obamacare, la deuda nacional, la Segunda Enmienda, su deseo de ser una especie de Motivador Nacional y su propio patrimonio neto. El escepticismo de Trump sobre la inmigración masiva llamó la atención de sus principales oponentes y de los periodistas que informaban sobre su campaña porque parecía de locos – casi patético.

Durante una generación, la inmigración masiva ha recibido un lugar de honor en la teología de todos los partidos políticos. Se adapta al anti-racismo de los demócratas y a la economía de oferta de los republicanos. Las fronteras abiertas tienen una magia bipartidista. Cuando las necesidades de la inmigración entran en conflicto con las de la democracia, es la democracia la que se desecha. Las autoridades federales y estatales dejan sin cumplir, e incluso se burlan, de las leyes que regulan el empleo, la deportación, el acceso a los servicios públicos y los derechos de voto de los no ciudadanos. En un referendum celebrado en 1994, cinco millones de californianos intentaron negar las prestaciones sociales a los inmigrantes ilegales, dando a la Ley Estatal 187 una victoria arrolladora de 17 puntos en las elecciones.  Pero la Juez de Distrito Mariana Pfaelzer decidió que estaban equivocados. Y eso fue todo.

Por lo tanto, la inmigración es una sinécdoque [un ejemplo específico] de la forma en que la sociedad ha evolucionado durante el último medio siglo. La economía experimentó un auge conforme explotábamos recursos que nuestros antepasados no pudieron aprovechar debido a su atraso tecnológico y a lo que creíamos que era su atraso moral. Desde 2008, se ha visto claro que lo que parecía un auge era, en realidad, una burbuja, hecha de 45 billones de dólares de deuda del gobierno, de los negocios y de los hogares.

Los beneficios de la inmigración son obvios para todo aquel que alguna vez comió sushi, dejó una habitación de hotel desordenada y la encontró impecable cuando volvió unos minutos después o jugó al golf en tres o cuatro campos bien cuidados en la misma ciudad pequeña. Por el contrario, los costos de la inmigración se discuten sólo en rincones oscuros como tóxicas cadenas de comentarios en Internet o programas de radio emitidos mientras la gente conduce hacia al trabajo.

Además, los activos de la inmigración – ese sushi, esos campos de golf – vinieron inmediatamente. Por el contrario, los pasivos no fueron registrados en el balance general y todavía deben ser pagados. El presupuesto apenas registra la responsabilidad que tiene Estado del bienestar con los crecientes números de ancianos pobres. Además, es un costo enorme la adaptación de la constitución estadounidense a la inmigración, en vez de lo contrario. Son tan grandes las adaptaciones que requiere la inmigración masiva que sólo pueden ser consideradas un éxito si los beneficios económicos que las compensan son enormes. Lo mejor de la investigación económica reciente indica que no lo son.


Entre los economistas universitarios, George Borjas, un profesor de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard, tiene reputación de desenmascarar los mitos y narrativas a favor de la inmigración. Ello no es debido a una hostilidad a priori contra la inmigración. En efecto, en 1962, cuando era niño, Borjas dejó Cuba después de que el gobierno de Castro confiscó la fábrica de ropa que tenía su familia. Así que él mismo es beneficiario de la apertura estadounidense [con los inmigrantes].

Pero cuatro décadas en la universidad han convencido a Borjas de que la mayoría de los que afirman que estudian la inmigración – en la universidad, el periodismo y la política – son, en realidad, defensores de la misma.  Una vez el economista Julian Simon (de la Universidad de Maryland) le advirtió que «personas que están en contra de la inmigración» estaban citando las conclusiones de Borjas e insistió que interviniera para parar esto. Cuando Borjas estaba estudiando si había una tendencia a que la calidad del trabajo de las oleadas de inmigrantes se deteriorara con el tiempo, un empleado de becas de la Fundación Rockefeller le recomendó que no abriera «esa caja de Pandora». Normalmente, la defensa de la inmigración es lo que lleva a los economistas a estudiarla, no viceversa. Borjas cree que los estudios que más circulan en la universidad, el periodismo y la política se destacan por «supuestos conceptuales arbitrarios, manipulaciones cuestionables de los datos y una tendencia a pasar por alto hechos incómodos»


Por lo tanto, su nuevo libro, We Wanted Workers [«Queríamos trabajadores»], femmuestra que mucho de lo que creemos sobre inmigración es dudoso o falso. No hay una escasez de doctorados en Biología en Estados Unidos – a pesar de años de advertencias alarmantes por parte de negocios y universidades de que se beneficiarían si hubiera más biólogos extranjeros. Los inmigrantes son, en promedio, siete años más viejos (44) que los nativos (37), a pesar de la retórica que hace de la inmigración un sinónimo de rejuvenecimiento. Y, a pesar de que del Departamento de Seguridad Nacional (Department of Homeland Security) asegura que, en 2012, había 11,4 millones de inmigrantes ilegales en el país, Borjas muestra que ese número es probablemente fraudulento. El Departamento llega a esa cifra usando censos de nacidos en el extranjero, restando el número de inmigrantes legales que han respondido a los encuestadores y suponiendo que, en este recuento, falta el 10% de los ilegales. A su vez, este último supuesto se basa en la sugerencia de un becario investigador sobre el recuento de mejicanos en el condado de Los Angeles en 2000. Los programas que se basan en ese estimado del 10% han acabado con un exceso espectacular de solicitudes. En 2015, cuando el Departamento de Automóviles de California ofreció permisos de conducir a los inmigrantes ilegales, el número de inmigrantes que aparecieron fue el doble del que se esperaba.

Borjas no es un historiador de la inmigración. Se siente incómodo discutiendo el tema en sus fascinantes aspectos no cuantitativos, como, por ejemplo, si la inmigración puede hacer que una cultura se desvíe por el mal camino. Pero las rigurosas ciencias sociales permiten  comprender mejor estos aspectos. Borjas dice que se sintió atraído a la economía de la inmigración por primera vez debido a la curiosidad de saber si las oleadas de inmigrantes cambiaban a lo largo del tiempo y, específicamente, si disminuía su calidad. Esta es una cuestión que muchos estadounidenses se preguntaban en los sesenta sobre los inmigrantes cubanos como Borjas y que Trump ha planteado en la actualidad sobre los inmigrantes mejicanos. («No envían a sus mejores», afirmó el año pasado).


De hecho, hay muchos motivos, en teoría, para esperar esa decadencia. Un gran número de inmigrantes puede reducir el «salario mínimo» y, por lo tanto, disminuir los incentivos para que vengan trabajadores calificados. Otro de los errores de los partidarios de la inmigración es suponer que los incentivos permanecen constantes a lo largo del tiempo.

Así, por ejemplo, la oleada diversa y políglota de inmigrantes del Mediterráneo y de Europa Oriental que llegaron a principios del siglo XX fue un éxito en prácticamente cada etapa. Constituyó las tres cuartas partes de la mano de obra de Henry Ford justo antes de la Primera Guerra Mundial. Después formaría el núcleo de una clase media tan bien asimilada que, para mediados del siglo XX, sería objeto de burlas de los cantantes folk y de los estudiantes radicales, que la calificaba como sosa, conformista y «blanca como la azucena». Pero sería ingenuo esperar resultados similares en un mundo en que la Universidad de California advirtió recientemente al personal docente que llamar a Estados Unidos «melting pot» [«un crisol de culturas»] es cometer una «microagresión» contra las minorías.

[«Melting pot» (el crisol donde se mezclan los diferentes metales fundidos para hacer una aleación) era la metáfora usada durante el siglo XX para la inmigración de Estados Unidos. Esto significaba que las diversas culturas de los inmigrantes se fundían y creaban un solo pueblo (es decir, lo que se conoce como integración de los inmigrantes), aportando un toque al conjunto. En la actualidad, el multiculturalismo imperante rechaza esta metáfora pues indicaba que los inmigrantes debían abandonar su cultura para fundirse en una única cultura americana, perdiendo su identidad.

femLa doctrina oficial actual prefiere pensar en Estados Unidos como un «Salad Bowl» (bol de ensalada de diferentes ingredientes), es decir, un mosaico de culturas, en las que cada cultura se mantiene pura, sin perder su identidad, aunque compartiendo un territorio con las otras culturas]

Como los incentivos cambian, los inmigrantes mejicanos actuales aprenden inglés más lentamente que sus predecesores hace un par de décadas. Borjas echa la culpa al crecimiento de enclaves étnicos. Probablemente la integración económica también se ha desacelerado, pero esta desaceleración  puede ocultarse si uno es selectivo con los datos. Así que el Wall Street Journal tranquiliza a sus lectores afirmando que los «hijos de la inmigración» viven mejor que la generación de sus padres desde el punto de vista económico. Borjas muestra que esto no es necesariamente cierto. El salario mínimo para inmigrantes que, hace una generación, era 11% más bajo que el de los nativos, ha pasado recientemente a ser un 28% más bajo.

El Journal empareja los inmigrantes recientes con los hijos de inmigrantes que llegaron hace décadas. Por lo tanto, da un enorme empujón completamente injustificado a la creencia de que la integración de los inmigrantes va sobre ruedas. Si comparas el actual personal de cocina de Mi Taco Sabroso con los  hijos de ejecutivos de empresas petrolíferas que huyeron de la revolución del Ayatola Jomeini en 1979, llegarás a la falsa conclusión que los pobres inmigrantes de primera generación producen millonarios en la segunda generación.

El escepticismo de Borjas con el relato común sobre la inmigración es más irrefutable porque él parece no ser nada inconformista en casi todos los aspectos de las ciencias sociales. Los economistas, como todos los especialistas del conocimiento, suelen ser prisioneros de la agenda de investigación que fijan sus contemporáneos más talentosos. Borjas no tiene cuentas que ajustar con esa agenda, que se centra de forma obsesiva en descubrir fanatismos y prejuicios. Así que Borjas cita un estudio del economista Stephen Trejo que muestra que la mayor juventud, el peor inglés y la peor educación explican las tres cuartas partes de las diferencias entre los salarios de los mejicanos y los blancos estadounidenses pero sólo explica una tercera parte de las diferencias entre blancos y negros. Borjas afirma que ello «lleva a la conclusión de que gran parte de estas diferencias refleja los efectos perniciosos de la discriminación por raza». Pero ¿cómo se llega a esta conclusión? Borjas no cita ninguna evidencia que lleve a ella.

«A largo plazo», escribe en otra parte, «la inmigración puede ser fiscalmente beneficiosa porque los gastos de la Seguridad Social que no pueden financiarse serán insostenibles y necesitarán, o bien un aumento considerable de los impuestos, o una reducción considerable de las prestaciones». Pero estas necesidades no hacen prudente o recomendable añadir más gastos que no pueden financiarse, en forma de costos de jubilación de los inmigrantes.

Por lo tanto, la crítica de Borjas al relato común sobre la inmigración no tiene ninguna motivación política. Se limita a los aspectos en los que este relato no se sostiene bajo sus mismos supuestos. Si ha llegado a conclusiones más pesimistas que las de sus colegas, no es porque discrepa con su ideología sino porque corrige sus errores. Algunos de estos errores se explican en su libro «We Wanted Workers». Examinemos tres:

1. Los inmigrantes son más dependientes de las ayudas sociales que lo que indican las estadísticas más citadas y mucho más que la población en general. 

Si se miran los datos de la Encuesta Oficial de Ingresos y Participación en los Programas, se encuentra que el 46% de hogares encabezados por inmigrantes recurren a las ayudas sociales de una forma u otra en contraste con el 27% de hogares encabezados por estadounidenses. Sin embargo, los partidarios de la inmigración masiva (desde trabajadores sociales al periódico económico Wall Street Journal), prefieren usar datos diferentes de esta Encuesta, que sean más fáciles de manipular y clasificarlos por individuos en vez de por hogares. Esto suena más … individualista. También da la impresión que la proporción de dependencia de las ayudas sociales de los inmigrantes y los nativos es más similar. Pero Borjas muestra que es un truco. Si una madre soltera ilegal mejicana, por ejemplo, tiene dos hijos después de llegar a Estados Unidos y acaba viviendo de las ayudas sociales, el sistema muestra un aumento de un inmigrante y dos nativos. El Estado del Bienestar es apuntalado por los hogares nativos, cada uno de los cuales paga, según estimación de Borjas, alrededor de 470 dólares por año para cubrir las pérdidas debidas a la inmigración.

2. La competición de los inmigrantes reduce drásticamente los salarios de los trabajadores que cuentan con títulos similares.

Esta es la clase de conclusión de sentido común que se entiende sin que uno necesite pasar un día en la clase de Economía. Sin embargo, durante tres décadas, los economistas se han aferrado ciegamente a la doctrina de que los inmigrantes producen economías más eficientes sin reducir los salarios de los sectores laborales en los que trabajan. Esto es una tontería: las economías son más eficientes porque justamente los salarios son más bajos.

Borjas pone como ejemplo un celebrado estudio sobre el Éxodo del Mariel, realizado en 1990 por David Card, economista laboral de Princeton. En el curso de unas pocas semanas de 1980, el gobierno de Castro autorizó a 125 mil personas – una mezcla de disidentes, criminales y jóvenes ambiciosos – a huir de Cuba y llegar a Florida. A pesar de lo que (en la época antes de que China entrara a la economía global), Card no encontró evidencia de que los inmigrantes deprimieran los salarios del área de Miami. Por ello, los políticos han citado este estudio desde entonces. Barack Obama lo sacó a la luz en 2014. Es util. Pero Borjas muestra que está equivocado. Card había considerado los trabajadores de Miami como un todo. Se escondió en este grupo más grande a los habitantes de Miami con los que los «marielitos» competían más directamente  (gente que no había acabado el instituto). Una vez que se aisló a los trabajadores más pobres, fue fácil mostrar que el salario semanal se redujo entre 1979 y 1985. De hecho, cayó en un asombroso monto de 100 dólares por semana. Los conjuros sobre la diversidad no abolen la ley de la oferta y la demanda. Después de una redada en una fábrica de pollos en Stillmore, Georgia, que hizo salir bruscamente a trabajadores ilegales, la fábrica tuvo que contratar a trabajadores locales y lo hizo con salarios considerablemente más altos.

Que los inmigrantes ayuden o dañen a un sector de la economía depende de si entran como «complementos» o como competidores. Los inmigrantes de hoy son complementos para gente rica, que tiende a no trabajar como sus propios chóferes, chefs, jardineros o empleadas de hogar. Otros hacen esos trabajos. Si el costo de estos trabajos se hace menor, mejora la vida de los ricos y puede aumentar el número de gente que puede vivir como rico. Por el contrario, la vida de los nativos que solían hacer esas tareas empeora. La regla empírica es que cada vez que la fuerza laboral aumenta un 10% en un sector de la economía, esto produce una reducción de un 3% en los salarios.

3. El efecto principal de los inmigrantes en el país que los recibe es una masiva redistribución regresiva de ingresos y riqueza entre los nativos [es decir, entre los nativos, los ricos se hacen más ricos y los pobres se hacen más pobres]

Para Borjas, este efecto redistributivo es «el hallazgo principal que he deducido de décadas de investigación sobre la economía de la inmigración». El resultado principal de la inmigración no es la creación de riqueza. No es el emprendedurismo. No es la diversidad. Es la redistribución [de ingresos] delos pobres a los ricos. Que esto desentona tanto y suena tan increíble a la gente contemporánea muestra cuánto se ha censurado la discusión sobre economía de la inmigración – pues este ha sido siempre una de las conclusiones básicas indiscutibles de la mayoría de modelos económicos de inmigración.


Borjas quiere que sepamos que, cuando los economistas predicen grandes beneficios económicos de las fronteras abiertas, usan ecuaciones concebidas por economistas específicos, que a menudo tienen una agenda [política]. En el modelo más básico de una economía abierta, con el mundo dividido entre un hemisferio sur relativamente pobre y un hemisferio norte relativamente rico, y sin fricciones ni costes de desplazamiento, encontraríamos que la mayoría del mundo se enriquece con el libre movimiento. Pero pensemos el motivo. Bajo este modelo, la inmensa mayoría de trabajadores del hemisferio sur – miles de millones de ellos – se trasladarán al norte.

Que tanta gente quiera desplazarse no es completamente inverosímil. Casi un tercio de los nacidos en la isla de Puerto Rico – que son ciudadanos americanos – se han trasladado al Estados Unidos continental. En 2015, la «lotería de la diversidad» estadounidense para inmigrantes obtuvo 15 millones de solicitudes para 50 mil plazas.

Según Borjas, el mundo se hace más rico porque

los salarios de la fuerza laboral nativa del norte bajarán casi un 40%, mientras los trabajadores del sur aumentarán sus salarios más del doble. Vale la pena mencionar un último impacto redistributivo – y, de nuevo, es otras de esas estadísticas molestas que se esconden bajo la alfombra: en todos los países del mundo, el ingreso de los capitalistas aumentará casi del 60%.

Este modelo «básico», del cual provienen casis todas nuestras proyecciones de los beneficios de la inmigración, está basado en supuestos extremadamente optimistas. Supone que el masivo ingreso de extranjeros no hará nada para alterar la infraestructura, constituciones y asociaciones que son la causa de la ventaja competitiva de las economías avanzadas. Si eso cambia — y los hospitales abarrotados, la acción afirmativa y los programas de educación bilingüe son evidencia de que lo hacen — entonces se evaporan las «ganancias» de la inmigración. Incluso pueden convertirse en pérdidas.


femEn 1995, Borjas intentó estimar los efectos reales de la inmigración en los Estados Unidos y publicó sus conclusiones en  Journal of Economic Perspectives. Halló que el Producto Interior Bruto aumentó en 2,1 billones de dólares, pero casi todas estas ganancias —98%— beneficiaron a los mismos inmigrantes. No perdamos en vista que esas ganancias constituyen un aumento grande de la felicidad del mundo. Si juzgáramos la inmigración de fronteras abiertas no como una política económica sino como un programa de cooperación internacional, podríamos considerarlo un éxito.

Pero no lo estamos haciendo. Cuando los economistas hablan de «ganancias» de la inmigración, hablan sobre el restante 2%—sobre 50 mil millones de dólares. Este «superávit» oculta una transferencia extraordinaria de ingresos y riquezas. Los capitalistas nativos ganan 566 mil millones de dólares. Los trabajadores nativos pierden 516 mil millones.

Los efectos de la inmigración sobre el crecimiento son pequeños — “prácticamente nulos en el mejor de los casos” es cómo Borjas lo expresa sobre el final de su libro. Pero los efectos redistributivos—de pobre a rico, de los trabajadores a los financieros—son asombrosamente grandes. El rol de la inmigración en producir desigualdad parece comparable al de los villanos citados más comúnmente: la tecnología, el comercio internacional, las bajadas de impuestos.

Como siempre, Borjas evita las implicaciones políticas de estas cuestiones. Ello es útil para la explicación. Si vale la pena preocuparse por la desigualdad creciente, depende de las opiniones políticas; si vale la penar luchar contra ella, depende de la ideología. Algunas personas considerarán que la desigualdad creciente presagia un proceso peligroso que lleva a la plutocracia [al gobierno de los ricos]. Pero hay otras opiniones posibles. La inmigración masiva tomó impulso a mediados de los años setenta, que era la década más igualitaria socioeconómicamente de la historia de Estados Unidos y, al mismo tiempo, como nuestra década, cuando el país pareció que había perdido mucha de su competitividad. Un partidario del libre mercado podría decir que había una burbuja de salarios ocasionada por un mercado con escasez de mano de obra barata. El problema económico principal de las democracias occidentales – sobre todo Gran Bretaña, pero también los Estados Unidos – parecía ser el poder de los sindicatos. La inmigración ha sido siempre el método más comprobado de romperlos.

La gente puede diferir sobre si la inmigración es siempre una buena política, si fue necesaria en los años setenta pero no lo es o si fue un error desde el principio. Pero hay un inquietante elemento no económico que no podemos pasar por alto. Cuando subían los precios del petróleo, se solía decir que Estados Unidos estaba importando inflación para mantener un nivel de vida que no podía mantener. De manera similar, con la inmigración, tal vez estamos importando oligarquía.

 

La crisis moral de Occidente según Putin

Traducción del discurso de Vladimir Putin. Versión original aquí

Un reto adicional para la identidad nacional rusa está conectado con los procesos que observamos fuera de Rusia. Incluyen aspectos morales, de política exterior y otros. Vemos que muchos estados euro-atlánticos han tomado el camino de negar o rechazar sus propias raíces, incluyendo sus raíces cristianas, que forman la base de la civilización occidental.

En esos países, se está negando la base moral y cualquier identidad tradicional – se están negando o relativizando las identidades nacionales, religiosas, culturales e incluso de género. Allí, la política trata una familia con muchos hijos como igual jurídicamente a una relación homosexual; la fe en Dios es igual a la fe en Satán. De hecho, los excesos y exageraciones de la corrección política en esos países lleva a una seria consideración de la legitimación de partes que promueven la pedofilia.

En muchos estados europeos, las personas están realmente avergonzadas de sus afiliaciones religiosas y, de hecho, tienen miedo de hablar sobre ellas. Se abolen las fiestas y celebraciones cristianas o se les da un nombre «neutral», como si se estuviera avergonzado de estas fiestas cristianas. Con este método, uno oculta el valor moral profundo en que se basan esas celebraciones.

Y esos países intentan imponer este modelo sobre otras naciones, de forma global. Estoy totalmente convencido de que este es un camino directo a la degradación y primitivización de la cultura. Esto lleva a una crisis moral y demográfica más profunda en Occidente.

¿Qué puede ser mejor evidencia de la crisis moral de la sociedad humana en Occidente que la pérdida de su función reproductiva? Y hoy casi todos los países occidentales «desarrollados» no pueden sobrevivir reproductivamente, ni siquiera con la ayuda de los inmigrantes.

Sin los valores morales que están enraizados en el cristianismo y otras religiones mundiales, sin reglas y valores morales que se han formado y se han desarrollado a lo largo de milenios, la gente perderá inevitablemente su dignidad humana y se volverán brutos. Y pensamos que es correcto y natural defender y conservar esos valores morales cristianos.

Uno debe respetar el derecho de cada minoría a la autodeterminación, pero, al mismo tiempo, no puede y no debe haber ninguna duda sobre los derechos de la mayoría.

Al mismo tiempo que este proceso sucede a nivel nacional en Occidente, observamos en un nivel internacional los intentos de crear un modelo unipolar e unificado del mundo, de relativizar y eliminar instituciones de derechos internacionales y soberanía nacional. En un mundo unipolar e unificado como éste, no hay lugar para los estados soberanos. Un mundo como éste sólo necesita vasallos.

Desde una perspectiva histórica, un mundo unipolar como éste significaría renunciar a la identidad propia de uno y a la diversidad creada por Dios.

¿Por qué los hombres no responden a las señales económicas?

Traducido del inglés https://dalrock.wordpress.com/2013/03/29/why-arent-men-responding-to-economic-signals/

[Nota aclaratoria del traductor: Resumo los anteriores escritos del autor sobre este tema para que se comprenda el artículo.

El autor explica las consecuencias del cambio de familia que ha ocurrido en el mundo occidental a raíz de la popularización del divorcio «sin culpa» (es decir, la modalidad actual de divorcio, en la que no hace falta que una parte haya sido infiel o violenta para que se otorgue la sentencia de divorcio). Este cambio, que ha ocurrido en todo el mundo occidental, se encuentra más avanzado en Estados Unidos.

Antes del cambio, la familia era tradicional (compuesta por padre, madre e hijos además de que el padre y la madre estaban juntos por toda la vida). Después del cambio, la familia es moderna (madre e hijos). La familia moderna puede tener un hombre adulto, que es completamente opcional. En efecto, puede haber o no un hombre adulto en esta familia, este hombre adulto puede ser el padre de los hijos o no y puede desaparecer en en cualquier momento de la familia.

La familia tradicional basaba su economía en el concepto del matrimonio. El hombre estaba obligado a proveer para los hijos y la esposa a cambio de obtener sexo y una familia. La producción del hombre respondía a incentivos: el hombre producía más que lo necesitaba personalmente (un excedente) para cuidar a su familia. Este excedente explica la brecha salarial entre hombres y mujeres: los hombres tenían que ganar más dinero para mantener a su familia. (Aunque las mujeres trabajan, es difícil ver a una mujer que gane más que su marido. Normalmente hay una especialización de roles en la familia, incluso en aquellas en las que los dos trabajan: la responsabilidad de ganar dinero recae en mayor medida sobre el hombre mientras que la responsabilidad de criar los hijos recae en mayor medida sobre la mujer).

En contraste con esa familia tradicional basada sobre el matrimonio, la familia moderna basa su economía en el concepto de pensión alimentaria. El hombre divorciado está obligado, bajo la fuerza de la ley, a proveer para unos hijos que casi no ve y una esposa de la que no obtiene afecto ni sexo. En este nuevo régimen, el hombre divorciado tiene todas las obligaciones de un matrimonio tradicional sin ninguna de las ventajas, por lo que no hay incentivos para el hombre. Es por ello que, en este modelo de familia, la producción del excedente del hombre no responde a incentivos sino a coacción (es decir, a la amenaza de castigos): si no cumple con su pensión alimentaria, la ley lo castiga.

(De forma inversa, en la familia moderna, la mujer divorciada tiene todas las ventajas de un matrimonio tradicional sin ninguna de las obligaciones, por lo que las mujeres tienen incentivos para divorciarse y, por eso, la mayoría de los divorcios son iniciados por mujeres).

En este nuevo régimen, el padre tiene acceso a sus hijos mientras la madre lo permite. Por lo tanto, los hijos son propiedad de la madre, lo que quiere decir que se trata de una familia matriarcal, como la que se encuentra en las sociedades más primitivas de la tierra.

Con esto, ya se puede entender el artículo que va a continuación. Las aclaraciones del traductor van entre corchetes]


¿Por qué los hombres no responden a las señales económicas?

Creo que el hecho de las ciencias sociales más sorprendente  que conozco es que las mujeres han sido capaces de oír gritar al mercado laboral «¡Necesitas más educación!» y han sido capaces de responder a ello mientras que los hombres no han sido capaces. Y esto da muchísimo miedo a los economistas porque, [según la teoría económica], la gente debería responder a las señales que envían los precios. Es un hecho que necesita una explicación.

— Michael Greenstone, profesor de Economía del M.I.T.

Los científicos sociales están obsesionados con la brecha salarial entre hombres y mujeres [el hecho de que los hombres ganan más dinero que las mujeres] y, por décadas, se han inquietado por la existencia de esta brecha. Ahora un gran número de ellos se alarma porque la brecha se está reduciendo. La cita anterior es un ejemplo de esta preocupación reciente y es una cita central tanto del artículo  Un estudio de los ingresos decrecientes de los hombres cita a los padres y madres solteros (que aparece en la sección de negocios del New York Times), como de un artículo de opinión llamado El matrimonio heterosexual es el verdadero problema (escrito por David Frum para CNN).

Aunque no soy un profesor de Economía del M.I.T., sí que tengo un título real en Economía.  Esto me permite explicar lo que da tanto miedo al buen profesor y a los periodistas que lo citan. Para comenzar, es cierto que deberían preocuparse mucho por la disminución de la brecha salarial, pero no porque los hombres ignoren las señales del mercado o no sean adecuados para la economía moderna. Por el contrario, el problema es que, sin prisa pero sin pausa, los hombres están comenzando a responder a las señales del mercado, las cuales se derivan del hecho de que hemos rediseñado radicalmente la familia durante las últimas décadas.

No hace muchas décadas, los Estados Unidos y el resto del mundo occidental tenía el matrimonio como la filosofía central en la que se basaba la estructura familiar. Esta era una estructura que creaba un incentivo para que los hombres produjeran más de lo que necesitaban para su propio consumo [el excedente] y les animaban a hacerse responsables de una familia.

El sistema no sólo beneficiaba a los niños, sino también a los hombres y a las mujeres. Las mujeres se beneficiaban de la protección y los recursos que sus esposos les proporcionaban a ellas y a sus hijos. A los hombres, se les proporcionaba el único acceso al sexo sancionado social y moralmente así como el prestigio y la satisfacción que se derivaba de ser padre de familia. La sociedad en su conjunto se beneficiaba porque los niños gozaban de la ventaja de crecer en un hogar estable y los hombres estaban dispuestos a trabajar muy duro para producir el excedente que se necesitaba para ello [Además, este excedente producido por los hombres era vital para la economía].

Después de una combinación de «reformas» legales y sociales, en la actualidad los Estados Unidos tiene lo que parece superficialmente una doble estructura familiar pero, en realidad y bajo la ley, es una única estructura familiar organizada alrededor del concepto de pensión alimentaria.

En efecto, en el pasado, una mujer necesitaba asegurar una promesa formal de un hombre en forma de matrimonio para esperar que éste la apoyara económicamente a ella y a sus hijos. En esta nueva estructura, la ley declara que cualquier hombre con el que la mujer tenga hijos está obligado a apoyarla económicamente a ella y a sus hijos, tanto si ella se casa como si no se casa, y tanto si ella honra sus propios votos matrimoniales como si no los honra [con esto último, el autor se refiere a que, aunque el divorcio haya sido causa de una infidelidad de ella, el hombre está obligado de todas formas a apoyar económicamente a su ex-esposa  a través de la pensión alimentaria, que la mujer administra como quiere sin dar cuentas a nadie. De hecho, está demostrado que las mujeres obtienen ventajas económicas derivadas del divorcio para ellas mismas, no sólo a través de parte de la pensión alimentaria sino otros aspectos (disfrute de la vivienda propiedad del hombre, etc.)].

Mientras los hombres estaban motivados bajo la estructura familiar antigua, detestan completamente el nuevo sistema de formación familiar, basado en la pensión alimentaria. Bajo el sistema antiguo, un hombre que se casaba antes de ser padre podía esperar tener acceso a sus hijos y la oportunidad de dirigir (de común acuerdo con su esposa) la crianza de estos hijos . Bajo el nuevo sistema los hijos se consideran de facto propiedad de la madre y el Estado obliga al padre a pagar a la madre para que ella dirija la crianza de los hijos como considere adecuado. Como el nuevo sistema ha eliminado el incentivo para que los hombres trabajen duro para proveer a sus familias, se ha visto forzado a depender de amenazas de cárcel  para obligar a los hombres a que ganen «suficientes» ingresos. Así, mientras los hombres solían sentirse orgullosos por el nacimiento de sus hijos y lo celebraban con puros habanos, en la actualidad una gran cantidad de hombres teme a la paternidad más que a nada.

Bajo las nuevas reglas, incluso si un hombre elige la estructura familiar [tradicional basada en el matrimonio], está siempre sujeto a que su esposa le obligue a pasar al modelo de pensión alimentaria, por alguna razón o sin ningún motivo.  Las leyes del divorcio «sin culpa» son unilaterales y tanto los científicos sociales como el cristianismo estadounidense moderno las celebran como una arma para que las mujeres amenacen a sus esposos. El padre ha pasado de ser el respetado cabeza de familia a un progenitor secundario que presta su servicio según la voluntad de su esposa.

Afortunadamente para la sociedad, la conciencia de la realidad de este nuevo sistema se ha difundido de forma lenta. La mayoría de hombres no están informados de la verdadera naturaleza del juzgado de familia o suponen que la mujer con la que se han casado nunca destrozará su familia por 30 monedas de plata.

Debido a la inercia, los hombres siguen ganando más que las mujeres y aquellos que han estudiado la cuestión (Hymowitz, Farrell) han encontrado que esto se debe a que los hombres eligen trabajar más duro, por más tiempo y en trabajos más difíciles o peligrosos que las mujeres. Mientras el economista del M.I.T tiene razón en que los hombres tienen menos títulos académicos que las mujeres, los hombres que sí que cuentan con títulos suelen elegir carreras con valor económico real. Sin embargo, la brecha salarial entre hombres y mujeres sigue disminuyendo y esto tiene al autor del artículo de negocios del New York Times preocupado y desconcertado :

Los economistas consideran generalmente la caída de los hombres en el área laboral como una de las tendencias de la nación más importantes y desconcertantes. Aunque los hombres siguen ganando, en promedio, más que las mujeres, la brecha se ha estrechado considerablemente, especialmente entre los jóvenes que acaban de entrar a la población activa.

Debería estar preocupado pero no debería estar desconcertado. La lección aprendida de la experiencia del siglo XX es que, para generar valor económico, los incentivos funcionan mucho mejor que la coacción. [El autor se refiere a que el sistema económico capitalista (en el que la producción se basa en los incentivos) funciona mejor que el sistema comunista (en el que la producción se basa en la coacción: leyes, castigos, etc.)]

Sin embargo, a pesar de ganar la guerra fría, los Estados Unidos y el mundo occidental han elegido pasar de manera silenciosa de una estructura familiar y económica basada en los incentivos (matrimonio) a una basada en la coacción (pensión alimentaria).

A pesar de ello, casi todos los observadores malinterpretan la relación causa-efecto en este tema. En su artículo del New York Times El matrimonio tardío y sus consecuencias (que, en otros aspectos, es excelente), Ross Douthat comete el error clásico de confundir la responsabilidad añadida que los hombres aceptan cuando se casan con un beneficio, en vez de un costo que soportan a cambio de tener una familia:

Mientras tanto, los hombres reciben una prima de salario cuando se casan jóvenes, por lo que el matrimonio tardío tiende a dañar sus perspectivas económicas.

De forma similar, el artículo de negocios del New York Times y el texto de Frum en CNN apuntan que los hombres están disminuyendo su relativa producción económica al mismo tiempo que la mayoría de mujeres jóvenes se están saltando el consagrado proceso de boda/nacimiento/divorcio y eligiendo tener los hijos fuera del matrimonio desde un inicio. Como hemos visto con líderes cristianos como Stanton y Driscoll, la explicación común para este hecho es que las mujeres se ven forzadas a elegir el modelo de pensión alimentaria porque no encuentran hombres dignos de matrimonio. El artículo de opinión del New York Times explica:

Los hombres menos exitosos son menos atractivos como pareja, así que algunas mujeres eligen criar los hijos solas, produciendo a su vez hijos que son menos exitosos y menos atractivos como pareja.

Frum repite esta opinión con:

Conforme los hombres acaban (en promedio) menos carreras universitarias, conforme los salarios de los hombres disminuyen (en promedio), los hombres se vuelven menos atractivos como esposos.

Dr. W. Bradford Wilcox de The Marriage Project («El Proyecto Matrimonial») no comete ese error en un artículo similar que escribió recientemente para Slate, sino que acepta que la explosión en el número de nacimientos fuera del matrimonio se debe a que las mujeres así lo eligen:

Según el proyecto «Love and Marriage in Middle America project» (un estudio sobre las relaciones en el centro de Estados Unidos que tiene lugar en un pequeño pueblo de Ohio), Melissa, una madre soltera de 31 años, dice lo siguiente sobre el motivo por el que nunca se ha casado con ninguno de sus novios: «Nunca he sentido que mis novios son tan leales a mí como yo lo soy a ellos. Incluso cuando siento que estoy en una buena relación, los hombres hacen pequeñas cosas que me hacen pensar: ‘¿De verdad puedo confiar en ellos?’.

Lo sorprendente del comentario de Melissa (que es completamente representativo) es que no sólo son los hombres malos los que la hacen dudar del matrimonio sino también los hombres buenos. Parece albergar una sospecha general sobre la posibilidad de un amor para toda la vida y sobre la misma institución del matrimonio.

El peligro a largo plazo es obvio. Cuanto más pospongan, eviten y abusen del matrimonio las mujeres, menos hombres estarán dispuestos a generar el excedente económico del que depende nuestra economía. En vez de ser la locomotora económica de Occidente, los hombres, privados de la posibilidad de ser padres, decidirán cada vez más  disfrutar la decadencia [es decir, dedicar su vida al placer sin ninguna responsabilidad de pareja o familiar].

Esta reducción en la producción económica vendrá acompañada con aumentos espectaculares en los costes sociales causados por los hijos sin padre y se produce en un tiempo en que a los gobiernos se les están acabando las opciones.

Si queremos parar este círculo vicioso, no acabaremos teniendo otra opción que volver a una estructura familiar basada en el matrimonio. Ahora mismo, esto es impensable políticamente, pues tanto la derecha como la izquierda están comprometidos con el modelo de organización familiar basado en la pensión alimentaria. Sin embargo, cuanto más experimentemos los verdaderos costos de este modelo, más innegable será la locura de seguir por este camino. Cuando se pasan apuros, se aclaran de repente cuáles son las opciones correctas, así que todavía es posible que volvamos a una estructura familiar basada en el matrimonio. Mientras tanto, los científicos sociales seguirán desconcertados y cientos de millones de niños continuarán sufriendo.

[Nota del traductor: El autor indica que el modelo familiar de pensión alimentaria produce una disminución de la productividad económica (debida a una falta de incentivos de los hombres) y, por lo tanto, una disminución de la recaudación de los impuestos. También produce un aumento de los gastos sociales (ya que el Estado intenta suplir los aspectos que antes cubría el padre y que hoy no son cubiertos por la pensión alimentaria).

Esta disminución progresiva de la recaudación de impuestos con el aumento progresivo de gastos sociales es insostenible por lo que lleva a la bancarrota del Estado a largo plazo. Sin embargo, a corto plazo, se soluciona pidiendo crédito para pagar los gastos sociales que no pueden financiarse con la recaudación. Por eso, todos los países occidentales se encuentran fuertemente endeudados y este nivel de deuda crece cada día más. La bancarrota llegará cuando se llegue al punto en que la deuda se declare impagable, aunque nadie sabe cuándo será esto]

¿Por qué la cultura moderna nos adoctrina con el materialismo, mortalismo y utilitarismo? Para controlarnos, por supuesto.

1. Materialismo.

Porque si la realidad material (percibida por los cinco sentidos) es «todo» (es la única realidad reconocida), entonces, aquellos que controlen el ámbito material (lo que pueden hacer en potencia), pueden controlarnos – completamente.

(En cambio, cuando la gente reconoce un ámbito no material de realidad como real y vital, entonces no es posible ningún control absoluto de la población)

2. Mortalismo.

Cuando nuestra vida mortal es la única vida reconocida (y cuando la gente piensa que nada de nuestra alma sobrevive a la muerte); entonces aquel que controla nuestra vida mortal controla toda nuestra realidad posible, de forma irremediable.

(En cambio, cuando una persona sabe que algo de él sobrevive a la muerte del cuerpo, entonces siempre tiene esperanza de escapar de cualquier situación mortal en la tierra – esta esperanza hace a los hombres más difíciles de controlar, por lo que, para controlarlos, es mejor que los hombres desesperen.)

3. Utilitarismo.

La moral moderna mayoritaria es utilitaria – es decir, aspira a proporcionar el máximo nivel de gratificación (máximo placer, mínimo dolor) para la mayor cantidad de gente.

(O, más recientemente, desde la corrección política, la máxima gratificación para la gente que se considera que más lo merece.)

La gratificación involucra las emociones, y, en principio, las emociones son controlables; controlando las entradas de la percepción.

Según el utilitarismo, aquellos que controlan las emociones controlan la moral. Y, por lo tanto, pueden redefinir continuamente el concepto del Bien, incluso al punto de invertirlo [es decir, que lo bueno se considere malo y lo malo se considere bueno]

(Pueden controlar las emociones controlando las entradas de la percepción, es decir, haciendo que todos se enganchen a los medios de comunicación masivos, enseñándolos a ignorar o negar las evidencias que vienen de los sentidos y del sentido común, y modificando las percepciones humanas mediante la tecnología. Además, pueden manipular las respuestas psicológicas, ya sea con educación, con drogas, o, en el futuro, con ingeniería genética o implantando microchips)

(En cambio, para quien considera la moral como objetiva y dada por Dios, no se le puede invertir la moral o redefinirla de modo burdo.)


Por la parte positiva, el análisis anterior implica que alguien que reconoce el ámbito espiritual, que tiene fe en la vida más allá de la muerte biológica y que considera el Bien como algo creado por Dios, no puede nunca ser controlado completamente por ningún poder terrenal.


Bruce Charlton. Original en inglés en http://charltonteaching.blogspot.co.uk/2016/11/why-does-mainstream-modern-culture.html